Un poema para el final del siglo
de Czeslaw Milosz

Czeslaw Milosz nació en 1911 en Lituania (Szetejnie); poco después de la primera Guerra Mundial se trasladó con su familia a Polonia. En los años treinta se convirtió en el líder indiscutible de la vanguardia poética polaca y durante la segunda Guerra Mundial participó activamente en la resistencia a la ocupación nazi. Después trabajó en la radio nacional y en el servicio diplomático, estando adscrito a la embajada en Washington en la década de los cuarenta. En 1951 se exilia a París, Francia, donde radicó 10 años sobreviviendo como escritor independiente. Una década más tarde, en 1961, viajó a los Estados Unidos para ocupar la cátedra en Lenguas y literaturas eslavas de la Universidad de California en Berkeley. En 1980 recibió el Premio Nobel de Literatura. Su poesía representa y predica la belleza del mundo y el horror de sus moradores. Entre sus libros destacan: El poder cambia de manos (1980), El valle del Issa (1981), Otra Europa (1981), Poemas (1984) y El pensamiento cautivo (1985).

El poeta define su propia composición como de "conflicto con el mundo que encuentra en la ira y la furia un estímulo poderoso", para contrarrestar a aquellas "personas que se niegan a recordar y que viven como si nada hubiera ocurrido".

La atmósfera apocalíptica de nuestro próximo fin de siglo y de milenio, amén de la belleza expresiva del discurso poético, justifican más que sobradamente la publicación de las versiones polaca e inglesa (Czeslaw Milosz) y castellana (Luis Ignacio Sáinz).

 

Un poema para el final del siglo

Czeslaw Milosz

Cuando todo estaba bien
Y el concepto de pecado había desaparecido
Y la tierra estaba lista
En paz universal
Para consumir y disfrutar
Sin dogmas y utopías,

Yo, por razones desconocidas,
Rodeado por los libros
De profetas y teólogos,
De filósofos, poetas,
Buscaba una respuesta,
Frunciendo el ceño, gesticulando,
Caminando de noche, refunfuñando al amanecer.

Lo que me oprimía en demasía
Era un poco vergonzoso.
Hablando de ello en voz alta
No mostraría ni tacto ni prudencia.
Podría incluso parecer un agravio
En contra del bienestar de la humanidad.

¡Ay de mí!, mi memoria
No quiere dejarme
Y en ella, la vida comienza
Cada una con su propio dolor,
Cada una con su propio morir,
Con su propia turbación.

¿Por qué entonces la inocencia
En playas paradisiacas,
Un cielo impoluto
Sobre la iglesia de la higiene?
¿Será porque eso
fue hace mucho?

A un hombre santo
-Así dice un cuento árabe-
Dios le dijo con maldad:
"He revelado a tu pueblo
Cuán gran pecador eres,
Ellos no te podrán alabar."
"Y yo", contestó el devoto,
"Les he descubierto a ellos
Cuán misericordioso eres,
Ellos no se preocuparán por ti."

¿A quién recurriría
Con asunto tan oscuro
De dolor y también de culpa
En la estructura del mundo,
Si ninguno aquí abajo
O allá arriba en las alturas
Puede abolir
La causa y el efecto?

No piensen, no recuerden
La muerte en la cruz,
Aunque cada día Él muera,
El único, el siempre-amado,
Aquél que sin necesidad alguna
Consintió y permitió
Existir a todo lo que es,
Incluyendo las garras de tortura.

Completamente enigmático
Enredo imposible.
Mejor dejar de hablar aquí.
Este lenguaje no es para personas.
Bendita sea la jubilación.
Vendimias y cosechas.
Aun si nadie
Tiene la serenidad garantizada.

 

A Poem for the End of the Century

Czeslaw Milosz

When everything was fine
And the notion of sin had vanished
And the earth was ready
In universal peace
To consume and rejoice
Without creeds and utopias,

I, for unknown reasons,
Surrounded by the books
Of prophets and theologians,
Of philosophers, poets,
Searched for an answer,
Scowling, grimacing,
Waking up at night, muttering at dawn.

What oppressed me so much
Was a bit shameful.
Talking of it aloud
Would show neither tact nor prudence.
It might even seem an outrage
Against the health of mankind.

Alas, my memory
Does not want to leave me
And in it, live beings
Each with its own pain,
Each with its own dying,
Its own trepidation.

Why then innocence
On paradisal beaches,
An impeccable sky
Over the church of hygiene?
Is it because that
Was long ago?

To a saintly man
-So goes an Arab tale-
God said somewhat maliciously:
"Had I revealed to people
How great a sinner you are,
They could not praise you."

"And I", answered the pious one,
"Had I unveiled to them
How merciful you are,
They would not care for you."

To whom should I turn
With that affair so dark
Of pain and also guilt
In the structure of the world,
If either here below
Or over there on high
No power can abolish
The cause and the effect?

Don't think, don't remember
The death on the cross,
Though everyday He dies,
The only one, all-loving,
Who without any need
Consented and allowed
To exist all that is,
Including nails of torture.

Totally enigmatic.
Impossibly intricate.
Better to stop speech here.
This language is not for people.
Blessed be jubilation.
Vintages and harvests.
Even if not everyone
Is granted serenity.