LUGARES
*Marie Luise Kaschnitz
Un año antes de morir, la poeta alemana Marie Luise Kaschnitz (1901-1974) reunió veintidós textos para formar su libro Orte (Lugares). Nacida en el Breisgau, entre la Selva Negra y el Valle del Rin, pasó su infancia en Potsdam y Berlín y más tarde trabajó como librera en Weimer, Munich y Roma. Contrajo matrimonio con el arqueólogo Guido Kaschnitz-Weinberg, con quien vivió en Königsberg, Marburgo y Francfort; juntos hicieron viajes por Grecia, el norte de África y Turquía.

La crítica no tardó en llamar a su escritura "prosa topográfica". Seguramente no hubiera creado su obra de no haberse abierto al ambiente del Mediterráneo, de no haber caminado por los bosques del norte y las ruinas de las ciudades de la antigüedad grecolatina. Ahora bien, estos textos brevísimos, reducidos a lo más indispensable, no sólo se refieren a lugares geográficos existentes sino también a momentos, a tiempos vividos, a espacios interiores.

Al hacer un comentario sobre su libro Wohin denn ich (Y yo, hacia dónde), la poeta afirma:

El hecho de que uno no está del todo en el lugar en donde se encuentra, sino más bien en varios lugares al mismo tiempo, de modo que cada persona podría pintar un cuadro o dibujar un mapa de su paisaje vital, compuesto de estos lugares; no importa si pintura o mapa, de todos modos saldría algo sumamente curioso: una visión de algo que no encaja, como ciertos cuadros del siglo xviii en los que al lado de las posadas y chozas nórdicas se pueden ver palacios italianos blancos como la luna, al lado de los molinos y establos para cerdos figuran estatuas rotas y ruinas de templos...

La autora vivió el nazismo y la guerra en Alemania. Cuando por fin —después de trece años—, en la posguerra la gente tuvo nuevamente acceso a autores extranjeros, ella participó en aquella apertura.

En nuestro seminario de traducción, en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, donde trabajamos a cuatro manos dos profesoras de distinto origen lingüístico-cultural con los estudiantes, hemos traducido los textos que cada uno escogió. Este proceso de re-creación fue fascinante, sobre todo porque los textos en sí invitan al lector a hacer un recuento y a encontrar sus propios lugares-instantes.
 

Cecilia Tercero y Elisabeth Siefer
Vorlesen in Mittelschulaulen, Hoersaelen, traurigen Kulturvereinsraeumen, und manchmal wird schon, wenn ich das Pult, den Lesetisch trete, geklatscht. Dann verbeuge ich mich, laechle verlegen, blicke nach rechts und nach links, alles rasch, linkisch, obwohl ich schon laengst keine Angst mehr habe, ja in dem Augenblick, in dem ich nach dem Buch, der Manuskriptseite greife, in diesem Augenblick der tiefen Stille ein gewisses Vergnuegen empfinde. Die lange Lesung, jahrzehntelang, die Zuhoerer wechseln, auch die Schauplaetze, aber meine Stimme bleibt dieselbe, ermuedet nicht. Was ich lese, Verse oder Prosa, ist mein Leben oder das Leben anderer, wie es sich mir darstellt. Das Vorlesen ist die Probe, die Worte, Saetze, Verse werden ins Feuer gelegt, einige zerfallen, sind durch keine Betonung, Beschwoerung zu retten, andere halten stand. Waehrend ich mit den eigenen Saetzen oder Verszeilen meine Erfahrungen mache, muss ich weiterlesen, einiges bleibt auf der Strecke, muss aufschauen, mich wieder zurechtfinden und nicht nur in den Zeilen, auch in der Vergangenheit, in der das Gelkesene angesiedelt ist. Heute, nach einem Jahr, nach einem halben Jahr wuerde ich es anders machen, immer Dinge von gestern, waehrend Dinge von morgen in mir vorgehen, kein Wunder, dass man sich verspricht. Ein Vorlesen aus Dingen von morgen, nicht Zukunftsphantasie, nur Sprache, wie sie morgen sein wird, Bilder, die ich morgen nehmen werde. Manchmal stocke ich mitten in einem Gedicht, einer Geschichte und meine, dass sie mir von selbst ueber die Lippen gehen werden, diese ungeschriebenen Texte, bei denen ich mich nicht langweilen und ueber die ich mich nicht schaemen muss. Leer poesía en salones escolares, en auditorios, en tristes centros culturales, y a veces, cuando me acerco al pupitre, a la mesa de lectura, ya comienzan a aplaudir. Entonces hago una reverencia, apenada sonrío, miro a la derecha, a la izquierda, de prisa, torpe, aunque hace mucho tiempo que ya no tengo miedo. Incluso, en el momento en que tiendo la mano hacia el libro, la página del manuscrito, en ese momento de profundo silencio siento algo de placer. La larga lectura, durante décadas, los oyentes cambian, también los escenarios, sin embargo mi voz permanece igual, no se cansa, lo que lea, verso o prosa, es mi vida o la vida de otros, según se me presenta. La lectura es la prueba; las palabras, frases, versos se ponen al fuego, algunos se desintegran, ninguna entonación o conjuro los puede salvar, otros resisten. Mientras adquiero experiencia con mis propios enunciados o estrofas, tengo que seguir leyendo, algo se queda en el camino, debo levantar la mirada y orientarme no sólo en las líneas, sino también en el pasado en el que tiene su lugar lo leído. Hoy, a un año de distancia, medio año después, lo haría de otra manera, siempre las cosas de ayer, mientras me pasan por la cabeza cosas del mañana, no es de sorprenderse que una se equivoque. Una lectura elaborada de cosas del mañana, no fantasía del futuro, sólo lenguaje tal como será mañana, imágenes que tomaré mañana. Algunas veces me detengo a medio poema, a medio cuento y pienso en los textos que aparecerán por sí solos en mis labios, esos textos no escritos, que no me aburren y de los cuales no me debo avergonzar.
 
Seminario de traducción
   
Royaumont, die alte Zisterzienser-Abtei mit ihrer maechtigen Kirchenruine, dem flammenden Herbstpark, und wie wir da ankamen bei Nacht. Unter den hohen gewoelben stehen wir bei flackernden Kerzen und werden eingeteilt, Madame und Madame und Madame, Monsieur und Monsieur und Monsieur, Dreierzimmer also, und, wie sich herausstellt, riesige, mit zwei Betten nebeneinander und einem in der Ecke, das hat, als wir heraufkommen, die junge Dame vom Herder-Verlag schon belegt. Elisabeth Langgaesser und ich also Seite an SeiTe, und ich fuerchte mich vor Frau Lang-gaessers kuehlen, durchdringenden Blicken und hole die spanische Wand, zerre sie zwischen unsere Betten, unhoeflich genug. Doch schon in der ersten Nacht sprechen wir, dann in allen folgenden ohne Trennwand, Hand-werksgespraeche ueber die Kurzges-chichte, eine von uns beiden im Augen-blick bevorzugte Form. Ich staune ueber Elisabeth Langgaessers bewusstes Arbeiten, ihre ueberlegene Anwendung von Kunstmitteln, ihren klaren, analytischen Verstand. Etwas muss darin sein, sagt sie, in jeder Kurz-geschichte, ein Paukenschlag, ein lautloser, wenn Sie wollen, aber einer, nach dem nichts mehr sein kann, wie es vorher war. Wir sprechen in der Nacht, sitzen tagsueber bei den Vortraegen, ein Priester mit Baskenmuetze hat uns bei Kehl ueber die Grenze gebracht, es ist das Jahr l948, Einzelvisen werden nicht erteilt. An einem Vormittag, schon gegen Mittag, bahnt sich ein Diener den Weg durch die Reihen und bleibt vor mir stehen, der junge Mann, der mich draussen sprechen will, ist Paul Celan, ein schmaechtiger Juengling aus Czernowitz, ein Emigrant. Wir gehen zusammen durch den rotgoldenen Park und setzen uns auf eine Bank, und Celan liest mir mit eintoeniger, noch voellig ungeuebter Stimme seine "Todesfuge" vor. Royaumont, la vieja abadía cisterciense con su magnífica iglesia en ruinas, el ardiente parque otoñal, y cómo llegamos en la noche. Estamos parados bajo las altas bóvedas con trémulas velas y somos separados, Madame y Madame y Madame, Monsieur y Monsieur y Monsieur, cuartos para tres, y, como resulta ser, enormes, con dos camas, una al lado de la otra y una de la esquina, que, cuando entramos, ya estaba ocupada por la joven mujer de la editorial Herder. Entonces Elisabeth Langgässer y yo, lado a lado y tengo miedo de estar delante de la fría y penetrante mirada de la señora Lang-gässer y busco el biombo, lo estiro entre nuestras camas, bastante descortés. Pero ya en la primera noche hablamos, y de ahí en adelante sin el biombo, diálogos de oficio sobre el cuento corto, una forma preferida por ambas en el momento. Me admiro del trabajar consciente de Elisabeth Langgässer, su modo soberano de aplicar los recursos artísticos, de su claro y analítico entendimiento. Algo debe estar ahí dentro, dice ella, en cada cuento corto, un timbal, si quiere uno incluso no sonoro, pero uno después del cual nada puede ser como antes. Hablamos por las noches, durante el día acudimos a las conferencias, un cura con boina vasca nos ayudó con el paso por la frontera de Kehl, es el año de 1948, no se dan visas individuales. En una mañana, ya hacia el mediodía, se abre paso por el camino un criado a través de las filas, y permanece parado ante mí, el joven, que quiere hablarme afuera, es Paul Celan, un joven delgado de Czernowitz, un emigrante. Caminamos juntos por el parque otoñal y nos sentamos en una banca, y Celan me lee con monotonía y con una voz no ejercitada su "Todesfuge".
 
 
Traducción de Alfredo de la Cruz Ayala
   
Nein, gewiss habe ich niemals einen uebel aussehenden Fremden in meine Wohnung aufgenommen, ihn gar in das eigene Bett gelegt, wo denken Sie hin? Nie habe ich mich als Krankenschwester in Seuchengebiete verschicken lassen, der Gedanke kam mir einfach nicht. Ich war immer traege, liebte meine (recht einfache) Bequemlichkeit, wollte fuer meinen Mann, mein Kind, meine Freunde da sein, wollte schreiben, will es noch, wenn vielleicht auch alles, was ich zu sagen habe, schon gesagt worden ist, und ich mit Fiebermessen und Toepfchenausleeren mehr helfen koennte als mit Gedichten und Essays. Ein schlechtes Gewissen ja, das hatte ich wohl ab und zu, besonders im Alter, als ich mich, wenigstens in Worten, fuer die Entrechteten und Hungernden haette einsetzen koennen, das aber aus Schuechternheit und Angst vor jeder sogenannten Angabe selten tat. Ich war gastlich und habe mit fremden Menschen, die sich an mich wendeten, und mit Briefen an diese Menschen mehr Zeit, als ich verantworten konnte, vertan. Ich konnte nicht nein sagen, aber auch zu keiner Sache, die mir nicht nahe kam, ein ueberzeugtes Ja. Meine Naechsten waren meine Naechsten im ganz woertlichen Sinne, nicht die Neger in Harlem, sondern Freunde von frueher und die jungen Leute von jetzt, der Brieftraeger, die Aufwartefrau, die Leute im Haus. Ein gut Teil meiner Freundlichkeit war Gefallsucht, ist es noch, weswegen ich ueber mich zu Gericht sitze von Zeit zu Zeit. No, ciertamente nunca he acogido a un extraño de aspecto sospechoso en mi departamento, mucho menos lo he metido en mi propia cama. ¿Cómo se le ocurre? Nunca dejé que me enviaran como enfermera a una zona con epidemia, sencillamente la idea no se me ocurrió. Siempre fui floja, quería estar para mi esposo, mi hija, mis amigos, quería escribir, aún lo quiero, aunque tal vez lo que tenga qué decir ya haya sido dicho, y yo pudiese ayudar más con termómetros y vaciando cómodos, que con poemas y ensayos. Sí, de vez en cuando tuve cargo de conciencia, especialmente en la vejez, cuando me hubiese podido comprometer, por lo menos de palabra, con los desprotegidos y hambrientos, sin embargo lo hice pocas veces por timidez y temor ante cualquier presunción. Fui hospitalaria y he perdido más tiempo del debido con personas desconocidas que se dirigieron a mí y en contestar cartas a ellas. No podía decir no, mas tampoco dar un convincente sí, a algo que me importase poco. Mis prójimos fueron mis prójimos en el sentido literal, no eran los negros en Harlem, sino los viejos amigos y gente joven de hoy, el cartero, la sirvienta, gente de mi casa. Buena parte de mi amabilidad fue coquetería y todavía lo es, por lo cual de vez en cuando me juzgo a mí misma.
 
Traducción de Angélica Olvera M.
 
   
Der alte Luftschutzbunker unter dem Bahnhof von Karlsruhe, der auch nach dem Krieg noch stark belegt ist, von Illegalen, die ohne Passierschein nachts ankommen, unter die Erde kriechen, aus der Erde wieder auftauchen und zum ersten Fruehzug eilen, hastig und scheu. Die Kette der Militaerpolizisten ist um diese Zeit duenner, summt weniger zornig, laesst den einen oder anderen Illegalen durch. Der Bunker, das Nachtquartier, ist nicht kalt,doch feucht, auf dem nackten Betonboden liegen wir dicht gedraengt, die Rucksaecke unter dem Kopf. Einmal sitze ich dort ein paar Stunden mit angezogenen Knien, vor mir meine Uebersetzung eines Eliot-Gedichts, das in der kurz zuvor von den Alliierten genehmigten Zeitschrift Die Wandlung erscheinen soll. Es ist eines der vier Quartette, und jedesmal, wenn mir spaeter diese Uebersetzung vor Augen kommt, schaeme ich mich sehr. Es faellt mir dann aber auch jener riesige trueb beleuchtete Kellerraum wieder ein und die vielen unbekannten Schlaefer, die ihre Habe festhalten mit Haenden, die sich nicht lockern im Schlaf. Es faellt mir ein, wie ich, mein Heft auf den Knien, die gemaessen Worte suche und das Gedicht erfahre, etwas von draussen, endlich etwas von draussen, und schliesslich auch umsinke, mich einreihe in die Gemeinschaft der Schlafenden, und einer, der wie ich noch wach ist, rollt mir ueber den nassen Zementboden einen Apfel zu. El viejo refugio antiaéreo bajo la estación de Karlsruhe, que aún después de la guerra es concurrido por muchos, que hoy son ilegales y que cada noche arriban sin pase, se esconden bajo la tierra y emergen de la tierra nuevamente, corren al primer tren de la mañana presurosos y tímidos. A esa hora la cadena de policías militares es aún delgada, zumba menos encolerizada, tanto que permite pasar a uno que otro ilegal. El refugio, el alojamiento nocturno, no es frío pero sí húmedo, sobre el concreto yacemos compactamente apretujados con las mochilas bajo la cabeza. Una vez estuve sentada ahí, durante un par de horas con las rodillas flexionadas y ante mí mi traducción de un poema de Eliot, que debía publicarse en la revista que hace poco fue permitida por los aliados, Die Wandlung (La Transformación). Es uno de los cuatro cuartetos, cada vez cuando tiempo más tarde tengo ante mis ojos esa traducción me da mucha vergüenza. Sin embargo, después me parece ver nuevamente aquel enorme sótano tenuemente iluminado, a todos aquellos durmientes desconocidos que sostienen entre las manos sus pertenencias y que no sueltan mientras duermen. Me parece ver cómo yo, con mi cuaderno en las rodillas, busco las palabras adecuadas y cómo siento el poema. Algo de afuera, finalmente algo de afuera, al final me desvanezco también, me incorporo a la comunidad de durmientes; y uno que como yo aún está despierto rueda hacia mí sobre el suelo de cemento mojado una manzana.
 
Traducción de Sandor Colin
   
Wien, Leopoldstadt und Tanzen, allein im Zimmer, nicht etwa aus Froehlichkeit, sondern aus Verzweiflung, weil damals das Todesurteil ueber dich schon gesprochen war, und ich doch nicht daran glauben wollte und mir Mut zutanzte im abgeschlossenen Badezimmer, mit langen Tanzschritten, weichen Wendungen zu gesummter Melodie. An der altmodischen Badewanne, dem blindge-machten Fenster hin. Verrueckt, ja, verrueckt, und auch das war verrueckt, das Singen auf der Strasse zu eben der-selben Zeit. Auf den Strassen der Leopoldstadt, auf der Bruecke ueber den Donaukanal. Diese idiotischen selbs-terfundenen Verschen, faellt ein Winterreif, geht ein Todes-wind, halt die Ohren steif, Soldatenkind. Das alles auf dem Wege ins Krankenhaus, den ich zu Fuss zuruecklege, gewiss um nicht so schnell anzukommen. Tanzen und singen, so als koennte ich ihn damit am Leben erhalten (und er lebte ja danach tatsaechlich noch zwei Jahre lang; wenn auch mit krauser Sprache, so doch mit dem alten, von Geist und Liebe erfuellten Blick). Wien, Leopoldstadt y bailar, sola en el cuarto, no de alegría sino de desesperación, porque para entonces ya habían dictado tu sentencia de muerte, y no quería creer en ella. Encerrada en el baño, bailaba con pasos largos y giros suaves las melodías tarareadas para darme valor, cerca de la tina anticuada, de la ventana tapada. Locura, sí, locura, y el cantar en la calle justamente al mismo tiempo también era una locura; en las calles de Leopoldstadt, en el puente sobre el canal del Danubio. Esas rimas idiotas inventadas por mí misma: "Cae un invierno helado, sopla un viento de muerte, niño soldado, mantente fuerte". Todo esto en el camino hacia el hospital, que hago a pie, seguramente para no llegar tan rápido. Bailar y cantar, como si yo pudiera mantenerlo vivo (y en realidad vivió aún dos años más), aunque con lenguaje difuso, sin embargo mantenía aquella vieja mirada llena de aliento y amor.
 
 Traducción de Roxana Carmona Viveros
   
 In Frankfurt, in Rom, im Breisgau und auf Reisen, was mich da immer wieder quaelt, alle Tage und Jahre, nun schon mehr als ein Jahrzehnt nach deinem Tod: der Gedanke, dass du dich, zuerst langsam, dann mit wach-sender, schliesslich rasender Geschwindigkeit von mir entfernst, so dass zu den taeglichen Wegen (an den Briefkasten, zur Post, zum Kaufmann, oder, auf dem Dorf mit dem Hund zum Waldrand, am Friedhof vorueber), so dass zu diesen Wegen ein anderer kommt, eine Art von Fluchtweg, sich abstossen vom Rand der Erde und schweben, uebrigens ohne Schwimm- oder andere Bewegungen, vielmehr rauschend wie eine Rakete, und bald ist die grosse Schwaerze erreicht. Dass die Toten schneller reisen als die Raketen, stellt sich heraus, ich erreiche den Toten nicht, finde ihn nirgends, muss umkehren oder werde umgekehrt, ehe mich der Atem verlaesst. Ich versuche es immer wieder, es liegt mir viel daran, dort, im Grenzenlosen, nicht allein zu sein eines Tages, nicht ohne ihn. Ein Zwiegespraech zwischen einem ebend Gestorbenen und einem, der schon viele Jahre lang tot ist, habe ich einmal aufgeschrieben, der Dialog ist, mit elektronischen Klaengen versehen, vom Rundfunk produziert worden. Da geschieht es, dass eine eben erst Gestorbene einen lang schon Toten einholen kann, weil sie alles Irdische vergisst und statt der Liebe die ewige Liebe begehrt. Eine Art von Wunschtraum also, aber doch ein tieftrauriger. Denn wenn ich waehlen koennte zwischen der koerperlichen Wiederkehr dieses einen Menschen und dem Aufgehobensein im ewigen Schutzmantel, wuerde ich, ohne zu zoegern, nach der irdischen Gegenwart verlangen. Im Gegensatz dazu wird sein Bild immer undeutlicher, auch den Klang seiner Stimme kann ich nicht mehr herstellen, das ist mein groesster Schmerz.
En Frankfurt, en Roma, en el Breisgau y de viaje, lo que me atormenta continuamente, todos los días y los años, ahora a más de diez años de tu muerte: la idea de que, primero lentamente, luego con creciente y vertiginosa velocidad al final, te alejes de mí, de forma que en los caminos diarios (hacia el buzón, el correo, la tienda o en el pueblo con el perro hacia el linde del bosque, pasando por el cementerio), de forma que otro camino se agregue a estos caminos, una especie de camino de vuelo, impulsarse de la orilla de la tierra y estar suspendido, por cierto sin flotar u otros movimientos, más bien zumbante como un cohete, y se alcance pronto la gran negrura. Resulta que los muertos viajan más rápido que todos los cohetes, no alcanzo al muerto, no lo encuentro por ningún lado, debo regresar o seré devuelta, antes que el aliento me abandone. Lo intento continuamente, me importa mucho, ahí, en lo infinito, no estar sola un día, no sin él. Una vez escribí una conversación entre un recién fallecido y uno que había muerto hacía mucho; el diálogo fue producido, agregándole sonidos electrónicos, por una emisora de radio. Ahí sucede que una apenas difunta puede alcanzar a un muerto desde hace mucho porque olvida todo lo terrenal y en lugar del amor, desea el amor eterno. Una especie de sueño dorado, pues, pero uno profundamente triste. Pues si pudiera escoger entre el regreso corporal de este hombre y el estar en buenas manos en el abrigo protector eterno, anhelaría, sin vacilar, el presente terrenal. En contraste, su imagen se torna cada vez más vaga, tampoco puedo crear ya el sonido de su voz, ese es mi mayor dolor.
 
Traducción de Johana Prudencio Lugo
   
Ich habe einmal einen Brief bekommen, der mir klargemacht hat, was ich nicht war, nicht getan, nicht durchgemacht habe. Ich bin nicht von einem betrunkenen Vater geschlagen und angebruellt worden, ich habe nicht helfen muessen, den fetten schlaffen Leib einer Trinkerin ins Bett zu schaffen. Gehungert habe ich nur, wenn alle Leute gehungert haben, und bin nur in Lebensgefahr gewesen, wenn alle Leute in Lebensgefahr waren. Ich bin nicht zum Stehlen ausgeschickt worden, und niemand hat mich gezwungen, auf andere Menschen zu schiessen. Es war aber nichts von dem allen, was die Briefschreiberin mir angekreidet hat. Sie sind, stand in dem Brief, nie wirklich gedemuetigt worden. Und ich ueberlegemir das und antworte, ja. Obwohl ich im Grunde darueber froh bin, dass nie ein Vorgesetzter mich, wie es heute heisst, zur Sau gemacht hat, kein Liebhaber mich wie ein Stueck Mist behandelt hat, bedauere ich doch den Mangel an Erfahrung, der mir in dem Brief vorgeworfen wird. Ich denke aber nicht, was alles ich haette schreiben koennen, wenn ich proletarisch oder als Negerkind oder als Judenkind aufgewachsen waere, sondern was haette aus mir werden koennen, mit einem Zentnergewicht auf den Schultern von Anfang an. Was waere aus mir geworden, welche Eigenschaften haette ich entwickelt, welche waeren nicht zum Ausdruck gekommen. O die vielen Leben, die man haette leben koennen, diese vielen schrecklichen Leben. Recibí una vez una carta que me aclaró lo que yo no era, no había hecho, por lo que no había pasado. No he sido golpeada ni regañada a gritos por un padre borracho, no he tenido que ayudar a llevar el cuerpo gordo y flácido de una borracha a la cama. Tuve hambre únicamente cuando todos tuvieron hambre, y estuve en peligro de muerte únicamente cuando todos lo estuvieron. Nunca fui enviada a robar y nadie me obligó a disparar a otras personas. Pero nada de todo eso era lo que la remitente me reprochaba. Usted, decía en la carta, jamás ha sido realmente humillada. Y al reflexionar sobre esto respondí que era cierto. A pesar de que en el fondo me alegro de que jamás un jefe me haya puesto como un trapo, como se dice ahora, que ningún amante me haya tratado como un pedazo de mierda, no obstante, lamento la falta de experiencia que se me reprocha en la carta. Sin embargo, no pienso en todo lo que hubiera podido escribir si hubiera crecido como proletaria o como hija de negros o como hija de judíos, sino en lo que hubiera podido ser de mí con un peso abrumador sobre los hombros desde el principio. Qué hubiera sido de mí, cuáles cualidades hubiera desarrollado, cuáles no se hubieran revelado. Oh, las muchas vidas que uno hubiera podido vivir, estas muchas vidas terribles.
 Traducción de Yuritzi Hernández
   
Frankfurt im Krieg und worin soll sie denn bestanden haben, unsere sogenannte innere Emigration? Darin, dass wir auslaendische Sender abhoerten, zusammensassen und auf die Regierung schlaten, ab und zu einem Juden auf der Strasse die Hand gaben, auch dann, wenn es jemand sah? Dass wir prophezeiten, zuerst den Krieg, dann die Niederlage und damit das Ende der Partei? Nicht heimlich im Keller Flugblaetter gedruckt, nicht nachts verteilt, nicht widerstaendlerischen Buenden angehoert, von denen man wusste, dass es sie gab, es so genau aber gar nicht wissen wollte. Lieber ueberleben, lieber noch da sein, weiter arbeiten, wenn erst der Spuk vorueber war. Wir sind keine Politiker, wir sind keine Helden, wir taten etwas anderes. Das andere hielt uns aufrecht, ihn die Wissenschaft, die Geschichte der mittelmeerischen Strukturen, mich die Nacherzaehlung griechischer Mythen, meine Gedichte, spaeter das von mir neu erzaehlte Leben des franzoesischen Malers Gustave Courbet. An der Wichtigkeit unserer Arbeit zweifelten wir keinen Augenblick, eine wissenschaftliche Erkenntnis, eine gelungene Verszeile, auch eine nie gedruckt, konnten nach meiner damaligen Auffassung die Welt veraendern, verbessern, das war unsere Art von Widerstand, eine, die uns zu Volksfremden machte, zu Verraetern schlechthin. Es hat da aber der Nationalsozia-lismus etwas vorweggenommen, was spaeter wiederkom-men sollte, international, ja global, die Auffassung von der Abseitigkeit der reinen Wissenschaft, von der Ueberflues-sigkeit der formalistischen, der buergerlichen Kunst. Frankfurt durante la guerra y ¿en qué debió consistir nuestra así llamada emigración interior? ¿En el hecho de que escuchábamos las emisoras extranjeras, en que nos reuníamos y hablábamos mal del gobierno, en que de vez en cuando dábamos la mano a un judío en la calle, incluso cuando alguien lo veía? ¿En que, primero, pronosticamos la guerra, luego la guerra total y después la derrota y con ello, el final del Partido? No imprimimos la propaganda en un sótano clandestinamente, no la distribuimos durante las noches, no pertenecimos a las ligas de resistencia de las que uno sabía que sí existían, pero, por otro lado, uno no quería conocer los detalles. Preferible sobrevivir, preferible continuar ahí y seguir trabajando, hasta que el espectro hubiera pasado. No somos políticos, no somos héroes, nosotros hicimos algo distinto. Eso nos mantenía firmes, a él la ciencia, la historia de las estructuras del Mediterráneo, a mí la narración de mitos griegos, mis poemas y más tarde, la vida del pintor francés Gustave Courbet, nuevamente relatada por mí. En ningún momento dudamos de la importancia de nuestro trabajo; un conocimiento científico, un verso bien logrado, aunque jamás se haya impreso, podían cambiar y mejorar el mundo según mi comprensión de aquel tiempo, aquello fue nuestra forma de resistencia, lo que nos convirtió en "extraños al pueblo", de plano en traidores. Pero aquí, el nacionalsocialismo anticipó algo que más tarde regresaría a nivel internacional, incluso global, el concepto de lo extraterritorial de la ciencia pura, de lo superfluo del arte formalista, burgués.
 
 Traducción de Francisco Cruz Beltrán
   
Beeindruckend ist in der Strafanstalt Preungesheim die Schluesselrasselei, das Aufschliessen, Zuschliessen auf Schritt und Tritt. Auch der ruehrende und traurige Versuch, auf einem Grasstreifen zwischen zwei Mauern eine Art von Spielgarten fuer die Kinder der weiblichen Haeftlinge, mit Schaukel und Sandhaufen, einzurichten. Im oberen Stock fuehrt eine mit betont lustigen Farben eingelegte Glastuere in die Bibliothek, in der ich lesen soll. Von verschiedenen Seiten her kommen Maedchen, nett angezogen, nett frisiert, und setzen sich im grossen Halbkreis um mich herum. Die Beteiligung ist freiwillig, es sind nur junge und sehr junge Zuhoererinnen gekommen. Nach der Geschichte "Der Tulpenmann", einer Zirkusgeschichte, lese ich das Gedicht "Ich lebte", danach die Titelgeschichte aus den Langen Schatten. Es kommt am Ende Kritik, und sehr ablehnende, von zwei jungen Maedchen. Diese Siebzehn-jaehrigen finden, was ich schreibe, "ekelhaft" und agressiv. Ich erfahre, dass eine von ihnen selbst Geschichten erzaehlt und dass es suesse Maerchen von Blumen, Bienen und Sternen sind. Die anderen Maedchen gehen zur Direktorin, weil sie fuerchten, ich koenne beleidigt sein und nicht wiederkommen. Es wird ihnen geraten, mir doch selbst zu sagen, dass sie es "schoen" gefunden haben, und sie tun das, einzeln, hoeflich wie hoehere Toechter. Ich ueberlege mir nachher, ob es nicht besser gewesen waere, man haette ihnen etwas Leichtes, Huebsches und Lustiges vorlesen koennen. Vielleicht haette auch ich in einer solchen Lage nicht die Wirklichkeit, sondern eine Traumwelt begehrt. Aus Angst, neugierig zu erscheinen, habe ich nach der Lesung nicht darum gebeten, eine Zelle besichtigen zu duerfen. Die Zellentueren stehen neuerdings offen, kleine Unterhaltungen zwischen Tuer und Angel sind gestattet. Besuche der Haeftlinge in anderen Zellen sind aber, der sehrverbreiteten Homosexualitaet und der damit verun-denen Zutraegerei und Anschwaerzerei wegen, verboten. Wer, wie ich, nur einmal kommt und geht, weiss ueber-haupt nichts, weniger als nichts. Muy impresionante en la penitenciaría de Preungesheim es el ruido de las llaves a cada paso, el abrir y cerrar. También el intento emocionante y triste de instalar, en la franja de pasto entre dos muros, una especie de jardín de juegos con un columpio y un montón de arena para los hijos de las reclusas. En el piso superior, una puerta de vidrio con colores especialmente alegres, conduce a la biblioteca en la cual presento mi lectura. De diferentes partes se acercan muchachas bien vestidas, bien peinadas y se sientan en torno mío, formando un gran semicírculo. La participación es voluntaria, sólo han venido oyentes jóvenes, muy jóvenes. Después de la historia "Der Tulpenmann", una historia circense, leo el poema "Ich lebte", después la historia que da título al libro Langen Schatten. Al final, viene la crítica y muy negativa por cierto, de dos jovencitas. Estas dos chicas de 17 años encuentran "asqueroso" y agresivo lo que escribo. Me entero de que una de ellas cuenta historias y de que éstas son dulces cuentos sobre flores, abejas y estrellas. Las otras jovencitas van con la directora, porque temen que yo pudiera ofenderme y ya no regrese. Se les aconseja que me digan en lo personal que les pareció "bonito", así lo hacen, individualmente, con amabilidad, como buenas hijas. Más tarde reflexiono si no hubiera sido mejor leerles algo sencillo, bonito y agradable. Quizás en tal situación yo tampoco hubiera deseado la realidad sino un mundo soñado. Por miedo de parecer curiosa, después de la lectura no pedí que me mostraran una celda. Por cierto que, últimamente, las puertas de las celdas permanecen abiertas, se permiten intercambios de expresiones ante la puerta y el pasillo. Que las presas puedan visitar otras celdas está estrictamente prohibido a causa de la difundida homosexualidad y de las vejaciones y calumnias unidas a ésta. Quien, al igual que yo, va y viene solamente una vez, no sabe nada en absoluto, menos que nada.
 

 

Traducción de María Elena Jaroma Blanco
   
Wie ich einmal mit dem englischen Fraeulein durch den Charlottenburger Schlossgarten ging. Wir hatten ein englisches Kinderbuch mitgenommen, aus dem ich vorlesen sollte und auch vorlas, zu meiner Verwunderung hatten wir uns dazu aufs Gras gelegt, unter schoene schattige Baeume und in einiger Entfernung vom Weg. Die Englinderin, die wir Cacol nannten und die wir sehr liebten, sah den Polizisten schon von weitem, dachte aber nicht daran, sich aus ihrer bequemen Lage zu erheben, und unterbrach mein Vorlesen nicht. Ich sah erst auf, als mir der Pickelhaubenschatten aufs Buch fiel, und erschrak, denn Schilder, die das Betreten der Rasenflaeche verboten, standen ueberall. Der Polizist zog sein Notizbuch, jetzt, dachte ich, kommen wir ins Gefaengnis, zu Wasser und Brot. Name und Adresse, sagte der Polizist streng, und Cacol nannte laechelnd eine gnz fremde Strsse und einen fremden Namen, auch ich wurde von ihr umgetauft, ich war ihre Tochter und wohnte bei ihr. Wir gingen alle drei ueber den Rasen, und der Polizist verliess uns unfreundlich, wir wuerden von ihm hoeren, das leichtsinnige Lachen der Englaenderin hatte ihn in seiner Beamtenehre gekraenkt. Kaum, dass er um die Ecke war, fing ich an zu tanzen und zu springen. Gott sei Dank, dass niemand weiss, dass ich Rumpelstilzchen heiss! Ich empfand, was geschehen war, als Befreiung und malte mir aus, wie der Polizist uns in der fremden Strasse suchen und nicht finden wuerde. Das englische Fraelein war in meinen Augen eine Heldin, und wie gern haette ich wirklich in der unbekannten Strasse und allein mit ihr gewohnt. Stolz erzaehlte ich zu Hause, was sie mir zu erzaehlen nicht verboten hatte. Dass daraufhin die Tage der lustigen Cacol, ihre Tage im Haus eines deutschen Offiziers, gezaehlt waren, konnte ich nicht begreifen. Cómo caminé una vez con la señorita inglesa a través de los jardines del castillo de Charlottenburg. Llevábamos un libro inglés ilustrado para niños, el cual tenía que leer en voz alta, cosa que hice, para mi asombro nos habíamos sentado sobre el pasto, bajo hermosos árboles frondosos y algo alejadas del camino. La inglesa, a quien llamábamos Cacol y a quien queríamos mucho, ya había visto al policía de lejos, pero no pensó en levantarse de su cómodo asiento y tampoco interrumpió mi lectura. Yo apenas levanté la mirada cuando la sombra de la punta de su casco cayó sobre el libro y me asusté, porque los letreros que decían que estaba prohibido pisar el césped estaban por todas partes. El policía sacó su libreta y yo pensé, ahora nos meterán a la cárcel, a pan y agua. Nombre y dirección, dijo severo el policía, y Cacol sonriendo dijo una calle y un nombre totalmente desconocidos, yo también fui rebautizada, era su hija y vivía con ella. Los tres caminamos sobre el césped y el policía nos abandonó enojado, ya sabríamos de él, la imprudente risa de la inglesa lo había herido en su honor de funcionario. Apenas acababa de dar vuelta a la esquina el policía, empecé a bailar y a saltar, gracias a Dios que nadie sabe que me llamo Rumpelestijelez. Sentí como una liberación lo que había sucedido, y me imaginé cómo el policía nos buscaría en la calle ignorada y no nos encontraría. La señorita inglesa era una heroína ante mis ojos, y de qué buena gana hubiera vivido en la calle desconocida, sola con ella. Orgullosa relaté en casa lo que ella no me había prohibido relatar. Que a raíz de esto, los días de la alegre Cacol, sus días en la casa de un oficial alemán estuvieran contados, no lo pude comprender.
Traducción de Jorge Gómez González
   
 Wann, wo. Sich mit seinem eigenen, persoenlichen Tod zu beschaeftigen, ihn sich auszumalen, diese unzaehligen Moeglichkeiten, zu Wasser, zu Lande und in der Luft, natuerlich auch im Bett. Im eigenen oder im Spitalbett, mit diesen und jenen unangenehmen koerperlichen Zustaenden, zum Beispiel einem unaufhoerlichen Schlucken oder einer Unfaehigkeit, den Inhalt der Blase, des Darmes bei sich zu behalten, so dass auch die Aller-naechsten Ekel empfinden. Oder die grossen furchtbaren Schmerzen, zuerst irgendwo, dann ueberall, doch das Herz haelt immer noch, immer noch nicht still. Oder man liegt da, durchaus noch passabel anzusehen, aber bloede geworden, mit Wahnideen, die Tage und Naechte ein einziger Angsttraum, und Verfolgungen, wandauf und wandab. Was belieben Sie sich auszusuchen, natuerlich den Tod im Schlafe, aus freundlichen Traeumen, etwas Schoenes in Aussicht, vielleicht eine Reise zu den Kanarischen Inseln, und die Koffer sind schon gepackt. Auch der Katas-trophentod scheint annehmbar, warum faehrt der Zug so schnell, so verrueckt schnell in die Kurve, ein paar Augen-blicke der Panik, und schon ist alles vorbei. Nur nichts wissen wollen, ich bedenke mein Leben, mein Leben war reich. Ich bedenke mein Leben, und wer sagt, dass es mir in der letzten Stunde ganz anders erscheint, als eine Kette von Feigheiten und Lieblosigkeiten, und das Gewissen, das alte Krokodil, das so lange geschlafen hat, beisst und zerfleischt, beisst und zerfleischt. Meine Tochter hat in den Augen ihres sterbenden Vaters Traenen gesehen. Vielleicht ist das Schlimmste, von den Lebenden Abschied zu nehmen und in ihren Augen das Entsetzen zu sehen. Cuándo, dónde. Ocuparse de la muerte propia, personal. Imaginarla, imaginar esa infinita cantidad de posibilidades, por mar, por tierra, en el aire; claro, en la cama también. En la cama propia o en una de hospital, con estas y aquellas condiciones físicas molestas, por ejemplo un tragar vacío que no tiene fin o la incapacidad de retener el contenido de la vejiga, del intestino, de modo que sientan asco hasta los seres más cercanos. O los grandes y terribles dolores, que empiezan en cualquier parte y luego están por todas, y el corazón que resiste, se resiste a detenerse todavía. O se está allí, acostada, todavía hasta eso con bastante buen aspecto, pero completamente estúpida, alucinando, días y noches una sola y larga pesadilla, y persecuciones pared arriba y pared abajo. Escoja usted una manera, por supuesto que morir mientras se duerme, en plácidos sueños, a la expectativa de algo bello, tal vez un viaje a las Islas Canarias y ya están hechas las maletas. Morir en una catástrofe, también parece aceptable, por qué demonios está tomando el tren esta curva con tanta, tanta velocidad, luego unos momentos de pánico y todo terminó. No querer saber nada; reflexiono sobre mi vida, tuve una vida rica. Reflexiono sobre mi vida y quién me dice que a la mera hora no me va a parecer completamente otra cosa, una larga cadena de cobardías y egoísmos, y la conciencia, ese viejo cocodrilo que ha estado dormido tanto tiempo, que muerde y muele, muerde y muele. Mi hija vio lágrimas en los ojos de su padre moribundo. Tal vez lo más terrible sea despedirse de los vivientes y ver en sus ojos el horror.•

Traducción de Alexander Bruc•


*Obras de Marie Luise Kaschnitz

Liebe beginnt, 1933; Elissa, novela, 1937; Menschen und Dinge, ensayo, 1946; Totentanz und Gedichte zur Zeit, poesía, 1947; Gustave Cuorbet,Roman eines Malerlebens, 1947; Zukunftsmusik; poesía, 1950; Lange Schatten, cuentos, 1960; Dein Schweigen -meine Stimme, poesía, 1962; Überallnie, poesía, 1928-1965; Kein Zauberspruch, poesía, 1972; Orte, 1973.