Mundialización, transnacionalización y subdesarrollo
 
*Gregorio Vidal

En la ciudad de Zacatecas realizamos del 17 al 20 de octubre la Segunda Conferencia Internacional de la Red Eurolatinoamericana de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado. El motivo de la reunión fue poner a discusión los actuales problemas del desarrollo. En la convocatoria de la conferencia se subraya que en las últimas dos décadas se ha desplegado una intensa concentración económica. Asimismo, se destaca el amplio proceso de fusiones y adquisiciones, las compras apalancadas y hostiles, incluso de dimensión intercontinental. El mundo de las grandes empresas tiene profundos cambios, a la vez que avanzan los procesos de apertura económica y desregulación en las más diversas economías. Sin embargo, se reconoce que la internacionalización avanza, acompañada de la integración de bloques regionales, que con diverso grado y forma son el espacio en que las nuevas firmas actúan.

En este contexto versaría el trabajo del seminario. Los temas a desarrollar fueron la concentración del capital, los procesos de mundialización y regionalización, así como la situación de los países de América Latina bajo estas condiciones.

El antecedente de esta reunión fue la Primera Conferencia de la Red Furtado, realizada del 16 al 21 de marzo en París. En esa ocasión se definió el sentido del trabajo de dicha red y advertíamos el profundo cambio operado desde los años sesenta respecto del problema del desarrollo y subdesarrollo. En particular, destacamos el hecho de que han desaparecido las discusiones sobre el desarrollo en los últimos años. Los economistas se dedican, por ejemplo, al estudio de los mercados financieros, las nuevas condiciones que se generan por su funcionamiento continuo, los movimientos bursátiles. Al analizar la situación económica de algún país, como Argentina, se presta mayor atención al funcionamiento de la Bolsa de Valores, a pesar de que apenas llegan a moverse papeles de aproximadamente cincuenta emisoras, que a los problemas del alto desempleo y el empobrecimiento de amplios sectores de la población.

El buen funcionamiento de una economía se establece a partir del logro de ciertos equilibrios macroeconómicos, sin considerar las diferencias estructurales que hay entre los países de la Unión Europea y, por ejemplo, los de África, al sur del Sahara. Incluso, se señalaba que en los programas de economía de las universidades de los países desarrollados excepcionalmente se estudian los problemas del desarrollo.

Al constituirse la Red Furtado, en la declaración de principios se insistía en que:
 

Al inicio de los años sesenta, la problemática concerniente al subdesarrollo se articulaba alrededor de tres ideas directrices:

1. La oposición entre un centro capitalista, rico, dominante o imperialista, y una periferia pobre y dominada; esta relación de dominación y de dependencia se manifiesta bajo diversas formas, tan peligrosas las unas como las otras, cuya combinación podría variar de un país a otro de la periferia, lo que conducía a los diferentes autores, dentro del cuadro general de la dominación y del imperialismo, a insistir más o menos sobre tal o cual aspecto: el retraso en la transferencia de las técnicas más modernas, "los precios internos de transferencia", la extracción de excedente a través del sistema de precios, los efectos demostración de carácter negativo, etcétera.

 
 

2. La oposición entre dos tesis; una, la tesis lineal del subdesarrollo (como la de Rostow, que predominaba en la mayoría de las universidades anglosajonas), que lo consideraba como un retraso en la vía al crecimiento, y la otra, la tesis heterodoxa del subdesarrollo, que lo calificaba como el resultado de un bloqueo, debido a la naturaleza de las relaciones entre los países capitalistas desarrollados y las naciones periféricas (la relación centro-periferia definida por los economistas de la cepal en los años cincuenta, en particular Furtado y Prebisch): los análisis de la cepal, de Perroux, de la teoría de la dependencia, no excluyendo los estudios de Marx, de Schumpeter y hasta de Keynes, por lo que concierne al papel activo de la moneda, que insistían más sobre el desarrollo que sobre el crecimiento puro (Perroux), y que se reforzaron con las tesis del estructuralismo y del evolucionismo.

3. La oposición entre dos estrategias: de un lado, una estrategia de imitación del modelo de desarrollo occidental, que buscaba una integración siempre más profunda de los países menos desarrollados en la división internacional del trabajo; de otro lado, una estrategia de ruptura, sea en el marco de un modelo de desarrollo en verdad alternativo, incluyendo una real reforma agraria, sea en el marco de políticas autocentradas de industrialización, cuyos modelos principales han sido sucesivamente México en los años cincuenta, después Brasil, antes del golpe de estado de 1962, que Argelia imitó hasta la desaparición de Boumediene, pero también, bajo otras formas y con otras prácticas (tasa de cambio múltiple, de hecho) como Corea del Sur, donde la explotación de los trabajadores ha sido más violenta durante largo tiempo.1


Cierto, muchas cosas han cambiado desde esa época. La propia fuerza de los países del llamado Tercer Mundo se ha diluido y concluyó el periodo de crecimiento estable en las economías desarrolladas posterior a la Segunda Guerra Mundial. En el camino se presentó la crisis del sistema monetario internacional. La relación oro-dólar, acordada después de esa guerra, fue abandonada por el gobierno estadunidense; se avanzó en regímenes de tipo de cambio flotante y apareció y creció el mercado del eurodólar. Mientras esto sucedía, las economías capitalistas entraron en una crisis de larga duración, como la que se vivió en los años veinte y treinta hasta la Segunda Guerra Mundial.

Aun cuando se registró el alza de los precios del petróleo, poco después varios países subdesarrollados contrataron cuantiosos créditos en los mercados privados internacionales. Brasil, México y Argentina se situaron entre los mayores deudores con los bancos transnacionales. En 1981, cuando se presenta una contracción en los mercados bancarios internacionales, el problema de atender la deuda externa comienza a preocupar. En 1982, México no tiene condiciones para hacer frente a la deuda externa pública, pero tampoco los grupos empresariales que se habían fortalecido durante la segunda mitad de los años setenta en el país cuentan con los ingresos para cubrir su propia deuda externa. Mientras los países de mayor desarrollo relativo de América Latina enfrentaban el problema de pagar sus deudas, en el campo de las relaciones entre las potencias económicas existían hechos nuevos. En particular destaca el creciente papel del Japón en la economía internacional, realizando inversiones en el extranjero, además de ocupar un sitio más importante en las corrientes del comercio internacional y operar, junto con Corea, con un superávit comercial. Sin embargo, también hay continuidad en el proyecto de constitución de la Comunidad Económica Europea, que años más tarde avanzará hacia la Unión Europea. Además, la mayor economía del planeta, la primera potencia militar, Estados Unidos, continúa funcionando a partir del crecimiento de sus déficit gemelos: comercial y público.

Años más tarde, en una reunión convocada por el Institute for International Economics de Washington, un grupo de 33 economistas, entre los que se encontraban varios premios Nobel, en una declaración que buscaba dar opciones para solucionar la crisis mundial, después del crack bursátil de octubre de 1987, insistía en lo negativo del déficit público de Estados Unidos, a la vez de resaltar la necesidad de reducir los superávit comerciales de Japón y Corea.2

Lo cierto es que, junto con el proceso de internacionalización del capital y la expansión de las empresas transnacionales y de los mercados privados internacionales de capital, se estaba construyendo una regionalización de la economía mundial. Comenzaba a emerger la tríada, una economía internacional organizada en tres espacios económicos, con lógicas diversas, y encabezada por Estados Unidos, Alemania y Japón. Por otro lado, se acumulaban los acontecimientos que dieron cuenta del derrumbe del mundo socialista.

En los años siguientes, durante la década de los ochenta, los cambios continuaron y en América Latina se registran políticas de ajuste. El pagar la deuda externa modifica el comportamiento de toda la economía y en muchos países la inversión se estanca. La puesta en marcha de una estrategia de reforma estructural impulsada por las fuerzas que constituyen el Consenso de Washington gana terreno y lo mismo se impulsa en México por los gobiernos priistas, que en la Argentina de Menem o en el Chile inmediatamente después de Pinochet.3

 
 

Desde principios de los años noventa la economía estadunidense, una vez que superó la recesión de 1990-1991, inicia un largo ciclo de crecimiento de las industrias de las nuevas tecnologías: la informática, las telecomunicaciones, la red virtual, etcétera, en tanto también continúa la expansión de los mercados financieros internacionales. Poco a poco, cada vez son más los países que liberan su cuenta de capitales de la balanza de pagos, lo mismo en América Latina que en el Asia del sur y del sudeste. Mientras la economía de Estados Unidos va al alza, Japón comienza a tener un ritmo menor de crecimiento, al grado de que a fines de la década de los noventa tiene la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Así, existe una suerte de comportamiento inverso entre las dos grandes economías del planeta, ante lo cual se producen diversas crisis monetarias y bancarias, como las de México y otros países de América Latina en 1994 y 1995; las de las naciones de Asia del sur y del sudeste en 1997; la de Rusia en 1998; la de Brasil en 1999 y, más recientemente, la de Turquía.

Para gran parte de los países en donde estas crisis se presentan, además de las devaluaciones que se le asocian, existe un alto costo en términos del PIB y una importante disminución de ingresos para un amplio sector de la población. Un gran número de empresas de diverso tamaño, incluso algunas que habían alcanzado un notable papel en la economía internacional, ven modificadas de manera drástica sus condiciones de operación y no cuentan con los ingresos suficientes para hacer frente a sus deudas, por lo que son objeto de diversas operaciones de compra o deben vender parte considerable de sus activos. Las economías afectadas están más allá de aquellas en donde se presentan las crisis monetario_bancarias, por lo que deben realizarse diversas operaciones de rescate monetario, con fondos de organismos financieros internacionales y de varios gobiernos de los países desarrollados, para que los efectos desestabilizadores en el sistema financiero internacional se limiten. Es en este contexto que debe reflexionarse respecto de la pertinencia de los estudios y las propuestas de desarrollo.

En el prefacio a la décima edición revisada de Teoría y política del desarrollo económico, Celso Furtado reconoce que en los últimos años se han observado grandes progresos para trabajar con una gran cantidad de datos sobre las actividades económicas.4  Incluso, la simulación de ciertos procesos a partir de modelos muy complejos permite verificar hipótesis de gran alcance. Pero también, continúa Furtado, es cada vez más evidente la importancia que tiene el nivel de información en los agentes encargados de la toma de decisiones estratégicas y el papel de los factores no económicos en el funcionamiento y transformación de los sistemas económicos. Sin embargo, es bajo estas mismas condiciones que se ha afirmado la tradición —la de la teoría del crecimiento— que exclusivamente considera la dinámica de las economías llamadas desarrolladas. Una tradición que insiste en que la explicación de los modos en que se produce la industrialización en los países desarrollados es suficiente para que las naciones atrasadas en el futuro avancen por esos mismos caminos, como si sólo estuvieran un paso atrás. Frente a esto Furtado sostiene:
 

El punto de vista del autor de este libro es fundamentalmente distinto. El subdesarrollo está aquí tratado como un fenómeno contemporáneo del desarrollo, consecuencia de la forma como se va propagando hasta nuestros días la Revolución Industrial. Constituye por tanto una temática aparte que requiere para su interpretación un trabajo autónomo de teorización.5


En la actualidad, después de más de 30 años en que el denominado orden de Bretton Woods fue desarticulado, cuando también han transcurrido dos décadas que se ensayan en América Latina las propuestas de reforma del Consenso de Washington y la desigualdad social y la pobreza han crecido en el área, la discusión sobre los problemas del desarrollo no sólo es relevante sino imprescindible. Es éste el punto de vista de Furtado, cuando insiste en la necesidad del trabajo autónomo de teorización desde el cual se deben construir las propuestas que permitan llevar adelante los proyectos de desarrollo, siempre resultado de la voluntad de diversos actores sociales.

Sin duda, se trata de una tarea cargada de dificultades, que debe comenzar por reconocer los cambios operados en la organización de la economía mundial, los nuevos o renovados actores que definen sus tendencias, el sentido en que trabajan las fuerzas que impulsan el liberalismo y el alcance de procesos como mundialización o globalización.

De Bernis6 sostiene que el liberalismo es la ideología natural de la inestabilidad, de esos periodos en que el capitalismo conoce la emergencia de nuevas fuerzas, que insisten en llevar la desreglamentación lo más lejos posible y avanzar en la flexibilización laboral, con la libre movilidad de los capitales como la divisa que permite ensayar nuevos repartos de los mercados. Es un liberalismo que adquiere en cada ocasión que se impone formas específicas, asociadas a los actores sociales que lo impulsan.
 

 
 

No es la primera vez que sucede —ya son tres las experiencias—, aunque el liberalismo sólo reina durante los primeros años de los periodos de inestabilidad —el principio del siglo XIX, de 1866 a 1890, de 1920 a 1932—, cuando nuevas fuerzas se erigen como capaces de convertirse en dominantes, quieren sustituir a las anteriores y necesitan la `libertad' para lograrlo.7


El liberalismo de nuestros días lleva años trabajando de manera radical. En el plano de las ideas ha construido, como parte del sentido común, la asociación entre ineficacia y acción estatal.8

Desde esta óptica las políticas económicas son ineficaces y la noción de estado del bienestar debe ser desechada. Es la acción de los capitales sin restricción alguna la que permite alcanzar el adecuado funcionamiento de las economías. Bajo esta visión del mundo hay poderosos ganadores. Actualmente y desde inicios de la década pasada los procesos de concentración económica en el conjunto del planeta revelan una situación extrema. Con datos de la Organización de las Naciones Unidas tenemos que

la quinta parte más rica de todos los Estados decide sobre 84.7% del producto interior bruto mundial; sus ciudadanos desarrollan 84.2% del comercio mundial y poseen 85.5% de todos los ahorros internos. Desde 1960, la distancia entre la quinta parte más rica y la más pobre de los países se ha más que duplicado... también esto es una declaración de bancarrota, legible en cifras, de una ayuda al desarrollo que prometía limpieza.9

En el campo del consumo otros datos igualmente graves pueden enlistarse: el 20% que encabeza la pirámide reclama 85% del consumo mundial de madera, 75% de la siderurgia y 70% de la energía.10 Como sostienen los autores del texto La trampa de la globalización, Martin y Schumman, no es concebible una sociedad con capacidad para, respetando el actual patrón de consumo del grupo que encabeza la pirámide social, lograr que todos los habitantes del planeta alcancen los mismos niveles. Las recientes discusiones sobre el adelgazamiento de la capa de ozono y el sobrecalentamiento del planeta son un ejemplo en ese sentido. Sin embargo, como lo demuestra la decisión del gobierno de George W. Bush, respecto de no ratificar el Protocolo de Kioto, en nombre de la libertad de negocios de las firmas estadunidenses, los problemas del medio ambiente siempre están en segundo término.

La lectura de que la época actual se está organizando bajo los mismos principios de otras en que domina la incertidumbre la realiza el propio fmi. El organismo sostiene que los años noventa representan una restauración de la tendencia hacia la integración económica de los mercados financieros globales, que había sido evidente en el periodo del patrón oro y los años veinte, pero que fue interrumpido por la gran depresión, la Segunda Guerra Mundial y el sistema de controles del periodo de posguerra.11

Incluso, frente a las crisis en los mercados internacionales de capital asociadas a la cambiario_bancaria de México, la del sudeste asiático, la rusa o la de Brasil, por citar algunos ejemplos, la respuesta del fmi, como la de otros organismos financieros internacionales, ha sido que el sistema de controles no puede ser de nuevo adoptado, ni como medida excepcional y temporal. Desde esta perspectiva se analiza lo que el fmi califica como recuperación en Asia-Pacífico, aunado a las medidas de profundización de la desregulación y la apertura para dar nueva fuerza a la recuperación en Japón.12 El avance de algunas transnacionales constituye un nuevo dato en la organización de la economía internacional. Por cierto que, no obstante la recuperación que según el fmi se produce en Asia, incluyendo el curso de la situación en Japón, las firmas de estos países no están entre las más activas en el proceso de compras y adquisiciones ni en los nuevos repartos de los mercados.

Pero también es cierto que para varias compañías transnacionales sus estrategias de crecimiento no están acotadas a los planos nacionales. Actúan demandando plena libertad en los territorios en donde intervienen. Incluso hay empresas que tienen una idéntica preocupación por ser libres, aun respecto del Estado de su nación de origen. Esta nueva realidad es fundamental al momento de analizar las opciones de salida a la crisis actual y sin duda gravita sobre cualquier estrategia de desarrollo que algún país se plantee. Sin embargo, como insiste De Bernis, el mundo no es sencillo y la mundialización no significa homogenización.
 

 
 
   

En el terreno del comercio mundial la exclusión de territorios continúa siendo un dato del proceso, como también lo es la constitución de una regionalización, de donde emerge con mayor o menor fuerza, según el momento que se considere, la Tríada.13 Es decir, tres espacios económicos, definidos a partir de criterios diversos con un centro que los articula y que coincide con los capitales que proceden de un Estado-nación específico. Las cabezas de la Tríada son Estados Unidos, Alemania y Japón, pero junto a ellos subsisten los organismos financieros internacionales convertidos, según el dicho de Gerard de Bernis, en ministerios especializados de un gobierno mundial y de los poderes privados14 que parecen acercarse más a ciertos segmentos del capital, pero que en todo caso, como se ha destacado desde líneas previas, insisten en el mantenimiento del liberalismo. En la fase actual de apertura de los movimientos de mercancías y de capitales existe también un alto grado de monetarización de las relaciones sociales. Como lo destaca Salama, "hoy, la monetarización es ampliamente dominante y comprende al campo, tanto en los países desarrollados como en las economías semiindustrializadas".15 En el caso de las economías que el fmi califica como mercados emergentes, están incluso monetarizadas las actividades informales.16 En síntesis, sea por el lado de reconocer la estrategia y poder de las empresas transnacionales, como por el de ubicar la profundización de la monetarización de las relaciones sociales, la época actual es una en que domina el liberalismo, pero no se reduce al momento de la apertura en un enfoque de la historia concebido en forma pendular. Reconocer lo específico de la época actual del capitalismo es imprescindible para plantearse cualquier estrategia de desarrollo. Es desde esta perspectiva que trabajamos y discutimos durante la Segunda Conferencia Internacional de la Red Furtado en la ciudad de Zacatecas.

*Gregorio Vidal es profesor-investigador en el Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa. Tiene el grado de doctor en estudios latinoamericanos (ciencias políticas) por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y coordinador del Centro de Documentación Económica y Financiera de Norteamérica. Ha publicado diversos artículos y libros. El más reciente de ellos es Grandes empresas, economía y poder en México.
Referencias

Red Celso Furtado, página electrónica, Declaración de Principios. www.redfurtado.edu.mx.

"Declaración de 33 destacados economistas, hacia una solución de la crisis mundial", en Revista Comercio Exterior, vol. 38, núm 3, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, marzo, 1988.

John Williamson (ed.), Latin American. How much has happened?, Washington, Institute for International Economics, 1990.

Celso Furtado, Teoria e política do desenvolvimiento econômico, Sào Paulo, Paz e Terra, 2000.

Gerard de Bernis, "¿Se puede pensar en una periodización del pensamiento económico?", en Revista Problemas del Desarrollo, vol. 28, núm. 110, IIEc, unam, México, julio-septiembre de 1997.

Héctor Guillén Romo, La contrarrevolución neoliberal, México, era, 1997.

Hans-Peter Martin y Harald Schumann, La trampa de la globalización, Madrid, Taurus, 1998.

IMF, International Capital Markets, Washington, noviembre, 1997.

IMF, World Economic Outlook, versión electrónica, abril, 2000.

Juan Castaingts, Los sistemas comerciales y monetarios en la tríada excluyente. Un punto de vista latinoamericano, México, Plaza y Valdés/UAM-Iztapalapa, 2000.

Pierre Salama, "Globalización, desigualdades territoriales y salariales", en Revista Problemas del Desarrollo, vol. 30, núm. 117, IIEC, UNAM, México, abril-junio de 1999.



Notas

1 Red Celso Furtado, página electrónica, Declaración de Principios. www.redfurtado.edu.mx.

2 Véase "Declaración de 33 destacados economistas, hacia una solución de la crisis mundial", en Revista Comercio Exterior, vol. 38, núm 3, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, marzo, 1988.

3 Sobre las fuerzas del Washington Consensus y las propuestas de política económica que impulsan, véase John Williamson (ed.), Latin American. How much has happened?, Washington, Institute for International Economics, 1990.

4 Celso Furtado, "Prefácio à nova ediçào", en Teoria e política do desenvolvimiento econômico, 10ª edición revisada, Sào Paulo, Paz e Terra, 2000.

5 Celso Furtado, "Prefácio à nova ediçào", op. cit., p. 10.

6 Véase Gerard de Bernis, "¿Se puede pensar en una periodización del pensamiento económica?", en RevistaProblemas del Desarrollo, vol. 28, núm. 110, IIEC, México, UNAM, julio-septiembre de 1997. En particular el apartado "El liberalismo sólo existe en los primeros momentos de los periodos de inestabilidad", pp. 64-80.

7 Gerard de Bernis, op. cit., p. 64.

8 Una presentación del trabajo de organización y difusión de las ideas del liberalismo desde los años inmediatos siguientes al fin de la Segunda Guerra Mundial se encuentra en Héctor Guillén Romo, "Pensamiento neoliberal de Hayek y Friedman", en La contrarrevolución neoliberal, México, era, 1997. En ese texto Guillén sostiene: "Más allá de sus grandes diferencias, todos estos enfoques convergen en un propósito común: afirmar la economía de mercado por todos los medios posibles, tal y como se estipuló desde 1947 en la primera reunión del Mont-Pèlerin, en Suiza. En aquel entonces Hayek invitó a cuarenta prestigiosos intelectuales para discutir los principios de un orden liberal y los medios para preservarlo" (Guillén, op. cit., p. 72). Las reuniones siguieron impulsadas por la denominada Sociedad de Mont-Pèlerin.

9 Hans-Peter Martin y Harald Schumann, La trampa de la globalización, Madrid, Taurus, 1998, p. 41.

10 Ibid, p. 42.

11 IMF, International Capital Markets, Washington, noviembre, 1997, p. 27.

12 Véase, IMF, World Economic Outlook, versión electrónica, abril, 2000.

13 Gerard de Bernis, op. cit., pp. 78-79. Sobre la regionalización y la emergencia de la Tríada también puede verse Juan Castaingts, Los sistemas comerciales y monetarios en la tríada excluyente. Un punto de vista latinoamericano, México, Plaza y Valdés/UAM-Iztapalapa, 2000.

14 Gerard de Bernis, op. cit., p. 79.

15 Pierre Salama, "Globalización, desigualdades territoriales y salariales", en Revista Problemas del Desarrollo, vol. 30, núm. 117, IIEC, UNAM, México, abril-junio de 1999, p. 119.

16 Véase Pierre Salama, op. cit.•



Bibliografía

Jorge Luis Borges, Siete noches, México, fce (Tierra Firme), 1986.

Giles Deleuze y Félix Guatari, Kafka por una literatura menor, México, era, 1978.

Wilhem Emrich, Protesta y promesa, Barcelona, Laia, 1985.

Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, Madrid, Biblioteca Nueva (Obras Completas, II), 1975.

Franz Kafka, Obras completas, I, Barcelona, Teorema, 1983.

Marthe Robert, Acerca de Kafka, acerca de Freud, Barcelona,Anagrama, 1980.