SEDUCCIÓN DE LA ESCRITURA*

Alejandro Tarrab

¿Cómo describir Bajo la piel de la escritura de León Guillermo Gutiérrez? Primero, por la premisa más sencilla: como un libro de ensayos sobre literatura: como un libro de ensayos sobre literatura iberoamericana: como un libro de ensayos sobre literatura iberoamericana escrito por un poeta. Y aquí nos acercamos ya a una síntesis más fiel del texto que celebramos esta noche: se trata de nueve ensayos que forman una unidad muy peculiar —ya veremos en qué sentido—, en donde imagen y argumento están en equilibrio. Es el ensayo como “poema intelectual” descrito por Lukács, en el que la revelación inusitada y la demostración lógica convergen de manera afortunada. Cuando el autor, por ejemplo, se refiere a Elena Garro como la “portadora de las voces perdidas en el silencio de los templos“ se confirma esta confluencia, lírica, reflexiva.

Hay una preocupación del autor, manifiesta desde las primeras páginas de la presentación, que nos da entrada para continuar con la relación del libro. Se trata de un cuestionamiento respecto a la coherencia de la reunión: ¿hay alguna justificación para convocar a Cervantes y a José Eustacio Rivera, por ejemplo, en un mismo espacio textual? Lo primero que habría que responder es que cada uno de los nueve ensayos que conforman Bajo la piel de la escritura es una unidad en sí misma; es decir, se trata de textos concebidos y estructurados de manera independiente. Ahora bien, encontramos, en efecto, ilaciones que destacan por su naturalidad: el libro es un itinerario, un trayecto a través de la palabra y su curso en cuatrocientos años: Cervantes, Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, Diego Torres de Villarroel, Aluísio Azevedo, Valle Inclán, José Eustacio Rivera, Carlos Fuentes y Elena Garro.

La selección obviamente responde a un criterio personal, pero va más allá de ello. Podríamos decir que hay una intención de mirar los asuntos de forma inusitada; es una tendencia del autor a descolocarse respecto al tema y a los escritores que está tratando. La elección de Diego Torres de Villarroel o de Aluísio Azevedo excede la cualidad del gusto y se interna en el hallazgo, en un entregar o exhortar a los otros a la lectura. Lo mismo sucede con ciertas trazas temáticas que recorren la obra: los motivos religiosos —una constante en la obra de León Guillermo—, la perspectiva de género, el punto de vista de ciertas minorías —exiliados—, son parte de un encuadre que convoca al lector, que lo inclina hacia el texto. Son esas voces que “claman ser escuchadas” y que el autor transforma en experiencia estética. La escritura de León Guillermo Gutiérrez se aproxima, de esta forma, más a la seducción que a la mera demostración para el convencimiento.

Este seducir parte de tres ensayos de búsqueda. El primero es el rastreo de una influencia: Erasmo de Rotterdam en la obra de Miguel de Cervantes; el combate contra la ignorancia religiosa, presente en ambos escritores, y los paralelismos entre el Elogio de la locura y El Quijote marcan dos líneas cardinales. En el segundo y el tercero, “La vida es sueño. Rito de pasaje“ y “Sor Juana Inés de la Cruz: crónica de una vida de disfraces y subversiones“, la indagación de la verdad a través de la razón forma un viaje espiritual. En La vida es sueño Segismundo, desde el exilio de su torre, busca dilucidar lo tenue que media entre la ilusión y la certidumbre. Sor Juana, por su parte, ataviada del lado del conocimiento, emprende un trayecto de búsquedas contracorriente.

Alejandro Tarrab estudió literatura hispánica en la unam y ciencias de la comunicación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ha escrito los libros de poemas Siete cantáridas, Andorei y Centauros de mi piel. Con Jacobo Sefamí realizó la antología  Mi mejilla es el cielo estrellado, del poeta chileno Raúl Zurita. Es becario en poesía del Fonca.

 

 

*Texto leído por el autor el 3 de marzo de 2005, en Casa del Tiempo, durante la presentación de Bajo la piel de la escritura, de León Guillermo Gutiérrez (México, UAM Xochimilco/Difusión Cultural (Frecuentaciones), 2004, 136 pp.)

Más adelante el motivo transcultural —pérdida de la cultura original y adquisición o creación de una nueva cultura— resalta en una serie de ensayos. De forma inversa en la novela de Aluísio Azevedo, en donde el colonizador es quien experimenta la pérdida y la nueva asimilación de valores. Gutiérrez reflexiona al respecto:

En todos los seres trashumantes o exiliados de sus patrias por cualquiera que sea la razón, existe un elemento de resistencia que los hace impermeables al exterior… se va obrando un debilitamiento y una paulatina asimilación del nuevo entorno, quedando de los orígenes una añoranza, como cicatriz perdurable del dolor de ser expatriado (p. 79).

El caso de Diego Torres de Villarroel es también de destierro y búsqueda: “Un incidente, en el cual no tuvo participación, ordena su exilio por cerca de tres años a Portugal”. Sin embargo, aquí el ostracismo se da también en su propia tierra, Salamanca. Torres de Villarroel se anticipa en muchos sentidos a su época y sufre la incomprensión de sus coetáneos. Con su “novela certificada” Vida se adelanta al realismo decimonónico; en sus Almanaques predice la muerte del joven rey Luis I y, de cierto modo, la revolución francesa:

…entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu Rey y tu Delfín
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera.

La demanda de este autor español es por la comprensión y la pertenencia: se da aquí una desculturación y la consecuente nostalgia del estado original: un extranjero en su propia tierra.

En cuanto al ensayo dedicado a Carlos Fuentes el autor aborda la relación entre el escritor mexicano y Estados Unidos de América, y lo hace con conocimiento de causa: él mismo vivió nuestro país desde más allá de la frontera, vivió el sueño americano en contrapunto con la violencia y las atrocidades generadas por el imperialismo. Una vez más León Guillermo se sitúa bajo la piel del escritor para dar cuenta de otro motivo transcultural: la pérdida de una identidad impuesta —la estadunidense— y la recuperación de una voz originaria pero desconocida: México.

Las trazas Bajo la piel de la escritura parten de la eufonía. Una proporción entre imagen, reflexión y conjetura que se transforma en seducción, en búsqueda: itinerario, invitación a los otros para adentrarse en la trama esencial del texto —bajo la piel—, entre las voces que se “convierten en ventanas abiertas” y claman tu atención, lector.•