¿Cómo describir Bajo la piel de la escritura
de León Guillermo Gutiérrez? Primero, por la premisa más
sencilla: como un libro de ensayos sobre literatura: como un libro de
ensayos sobre literatura iberoamericana: como un libro de ensayos sobre
literatura iberoamericana escrito por un poeta. Y aquí nos acercamos
ya a una síntesis más fiel del texto que celebramos esta
noche: se trata de nueve ensayos que forman una unidad muy peculiar
ya veremos en qué sentido, en donde imagen y argumento
están en equilibrio. Es el ensayo como poema intelectual
descrito por Lukács, en el que la revelación inusitada
y la demostración lógica convergen de manera afortunada.
Cuando el autor, por ejemplo, se refiere a Elena Garro como la portadora
de las voces perdidas en el silencio de los templos se confirma
esta confluencia, lírica, reflexiva.
Hay una preocupación del autor, manifiesta desde las primeras
páginas de la presentación, que nos da entrada para continuar
con la relación del libro. Se trata de un cuestionamiento respecto
a la coherencia de la reunión: ¿hay alguna justificación
para convocar a Cervantes y a José Eustacio Rivera, por ejemplo,
en un mismo espacio textual? Lo primero que habría que responder
es que cada uno de los nueve ensayos que conforman Bajo la piel de
la escritura es una unidad en sí misma; es decir, se trata
de textos concebidos y estructurados de manera independiente. Ahora
bien, encontramos, en efecto, ilaciones que destacan por su naturalidad:
el libro es un itinerario, un trayecto a través de la palabra
y su curso en cuatrocientos años: Cervantes, Calderón
de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, Diego Torres de Villarroel,
Aluísio Azevedo, Valle Inclán, José Eustacio Rivera,
Carlos Fuentes y Elena Garro.
La selección obviamente responde a un criterio personal, pero
va más allá de ello. Podríamos decir que hay una
intención de mirar los asuntos de forma inusitada; es una tendencia
del autor a descolocarse respecto al tema y a los escritores que está
tratando. La elección de Diego Torres de Villarroel o de Aluísio
Azevedo excede la cualidad del gusto y se interna en el hallazgo, en
un entregar o exhortar a los otros a la lectura. Lo mismo sucede con
ciertas trazas temáticas que recorren la obra: los motivos religiosos
una constante en la obra de León Guillermo, la perspectiva
de género, el punto de vista de ciertas minorías exiliados,
son parte de un encuadre que convoca al lector, que lo inclina hacia
el texto. Son esas voces que claman ser escuchadas y que
el autor transforma en experiencia estética. La escritura de
León Guillermo Gutiérrez se aproxima, de esta forma, más
a la seducción que a la mera demostración para el convencimiento.
Este seducir parte de tres ensayos de búsqueda. El primero
es el rastreo de una influencia: Erasmo de Rotterdam en la obra de Miguel
de Cervantes; el combate contra la ignorancia religiosa, presente en
ambos escritores, y los paralelismos entre el Elogio de la locura
y El Quijote marcan dos líneas cardinales. En el segundo
y el tercero, La vida es sueño. Rito de pasaje
y Sor Juana Inés de la Cruz: crónica de una vida
de disfraces y subversiones, la indagación de la verdad
a través de la razón forma un viaje espiritual. En La
vida es sueño Segismundo, desde el exilio de su torre, busca
dilucidar lo tenue que media entre la ilusión y la certidumbre.
Sor Juana, por su parte, ataviada del lado del conocimiento, emprende
un trayecto de búsquedas contracorriente.
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Alejandro Tarrab estudió literatura
hispánica en la unam y ciencias de la comunicación
en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Ha escrito los libros de poemas Siete cantáridas, Andorei
y Centauros de mi piel. Con Jacobo Sefamí realizó
la antología Mi mejilla es el cielo estrellado,
del poeta chileno Raúl Zurita. Es becario en poesía
del Fonca. |
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*Texto leído por el autor el 3 de marzo de 2005, en
Casa del Tiempo, durante la presentación de Bajo la piel
de la escritura, de León Guillermo Gutiérrez (México,
UAM Xochimilco/Difusión Cultural (Frecuentaciones), 2004,
136 pp.) |
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Más adelante el motivo transcultural pérdida de
la cultura original y adquisición o creación de una nueva
cultura resalta en una serie de ensayos. De forma inversa
en la novela de Aluísio Azevedo, en donde el colonizador es quien
experimenta la pérdida y la nueva asimilación de valores.
Gutiérrez reflexiona al respecto:
En todos los seres trashumantes o exiliados de sus patrias por cualquiera
que sea la razón, existe un elemento de resistencia que los hace
impermeables al exterior
se va obrando un debilitamiento y una
paulatina asimilación del nuevo entorno, quedando de los orígenes
una añoranza, como cicatriz perdurable del dolor de ser expatriado
(p. 79).
El caso de Diego Torres de Villarroel es también de destierro
y búsqueda: Un incidente, en el cual no tuvo participación,
ordena su exilio por cerca de tres años a Portugal. Sin
embargo, aquí el ostracismo se da también en su propia
tierra, Salamanca. Torres de Villarroel se anticipa en muchos sentidos
a su época y sufre la incomprensión de sus coetáneos.
Con su novela certificada Vida se adelanta al realismo
decimonónico; en sus Almanaques predice la muerte del
joven rey Luis I y, de cierto modo, la revolución francesa:
entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu Rey y tu Delfín
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera.
La demanda de este autor español es por la comprensión
y la pertenencia: se da aquí una desculturación y la consecuente
nostalgia del estado original: un extranjero en su propia tierra.
En cuanto al ensayo dedicado a Carlos Fuentes el autor aborda la relación
entre el escritor mexicano y Estados Unidos de América, y lo
hace con conocimiento de causa: él mismo vivió nuestro
país desde más allá de la frontera, vivió
el sueño americano en contrapunto con la violencia y las atrocidades
generadas por el imperialismo. Una vez más León Guillermo
se sitúa bajo la piel del escritor para dar cuenta de otro motivo
transcultural: la pérdida de una identidad impuesta la
estadunidense y la recuperación de una voz originaria pero
desconocida: México.
Las trazas Bajo la piel de la escritura parten de la eufonía.
Una proporción entre imagen, reflexión y conjetura que
se transforma en seducción, en búsqueda: itinerario, invitación
a los otros para adentrarse en la trama esencial del texto bajo
la piel, entre las voces que se convierten en ventanas abiertas
y claman tu atención, lector.
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