RECTOR GENERAL

Dr. Julio Rubio Oca
(1 de diciembre de 1993 - 30 de noviembre de 1997)

Discurso pronunciado en su toma de posesión.*

He querido que mis primeras palabras como Rector General sean de reconocimiento a la gestión del Dr. Gustavo Chapela Castañares, cuya entrega y preocupación permanente por la Universidad Autónoma Metropolitana constituyen un excelente ejemplo de cómo los académicos responden a los desafíos del desarrollo y consolidación de la Universidad Pública de México. Reconozco en el Dr. Chapela las cualidades del académico visionario, audaz y comprometido con los valores y principios fundamentales de la Universidad. Reconozco en él también al funcionario responsable, que con imaginación y prudencia supo ofrecer a la Universidad nuevas vías para su desarrollo.

Durante la gestión que hoy termina, la Rectoría General asumió un papel aún más académico, se superaron muchas inercias que entorpecían el desarrollo de la Universidad y se diseñaron y pusieron en práctica una serie de medidas orientadas a fomentar una mayor permanencia del personal académico, a reconocer su trabajo extraordinario y sobresaliente, a superar los rezagos en la infraestructura de apoyo a las labores docentes y de investigación y a la creación de nuevos espacios académicos para hacer más atractivo el trabajo de la comunidad universitaria.

Hoy culmina un proceso universitario que se ha caracterizado por el respeto, la pluralidad y la participación. A lo largo de este proceso, encontré una amplia disposición de las comunidades de las tres Unidades para intercambiar ideas, identificar logros y deficiencias, así como analizar diversos programas dirigidos a desarrollar y consolidar la vida académica en la Universidad. En este sentido quiero reconocer el trabajo y calidad académica de los distinguidos universitarios que fueron entrevistados por la Junta Directiva para servir a la Universidad en la Rectoría General.

Hoy aquí iniciamos una nueva etapa en la vida de la Universidad, que debe caracterizarse por el aprovechamiento integral del impulso adquirido en el pasado, para alcanzar nuevas metas y enfrentar los desafíos de nuestros días. Al inicio de esta nueva etapa es imperativo construir nuevos consensos sobre el rumbo de la Universidad, y definir con claridad los acuerdos que nos permitan la convergencia de esfuerzos para alcanzar plenamente los objetivos de la Institución.

Nos toca ahora preparar un nuevo momento en el desarrollo de la Universidad, en el que habremos de sentar las bases para situar a la Institución en el campo de las grandes transformaciones nacionales e internacionales, donde se han modificado profundamente los fundamentos de las sociedades y de las organizaciones que las componen. La actual, es una coyuntura de cambio a nivel global.

La idea de Universidad que en su sentido tradicional se refiere a un lugar de reflexión sobre la naturaleza humana, sobre los principios de la ciencia y la historia de los pueblos y las naciones, hoy más bien parece evocar a un organismo multifacético que encuentra su expresión en una amplia variedad de espacios, que además están fragmentados en una multitud de campos del conocimiento que tienen un enlazamiento múltiple con las profesiones y la vida productiva. Pero también, la Universidad es cada vez más un lugar de convergencia, de reunión y diálogo en el nivel nacional e internacional. Se ha vuelto parte de una multiplicidad de redes, por las cuales circulan mensajes que se originan en los más bastos horizontes y en innumerables fuentes, todas caracterizadas por la preocupación por transmitir conocimientos y habilidades. Por ello, la Universidad es objeto de una gran cantidad de expectativas en el plano nacional e internacional.

Los grandes retos y desafíos que la UAM como Universidad Pública tiene que enfrentar en los siguientes años podrán ser atendidos a partir de su fortaleza, que radica entre otras cosas, en sus cuerpos académicos, en su moderno sistema institucional, en el alto grado de participación formal de nuestra comunidad y en la convergencia cada vez mayor de propósitos e intereses alrededor de un proyecto académico compartido.

Ante las condiciones actuales del desarrollo del país, el desafío de las Instituciones Públicas de Educación Superior es colaborar con calidad y en forma oportuna en la construcción de una sociedad más y mejor educada, que se caracterice por la calidad de sus recursos humanos, por la fuerza de sus tradiciones y valores culturales, por tener acceso permanente a las fronteras del conocimiento y a la innovación tecnológica y porque en ella predomine el sentido de la justicia en la organización de su convivencia. Este compromiso es de gran magnitud y creo no equivocarme al afirmar que de ello depende la viabilidad de nuestro país y la soberanía de la nación.

Será mi responsabilidad involucrar a la comunidad universitaria en la discusión del proyecto académico de la Universidad que le permita enfrentar en el mediano plazo los desafíos que le impone una sociedad cada vez más compleja y que cambia en forma acelerada.

Uno de mis mayores esfuerzos estarán dirigidos a que la comunidad reconozca, que el desafío actual de la Universidad, es mejorar permanentemente en el desempeño de nuestras actividades docentes y garantizar la formación de profesionistas e investigadores mejor preparados para colaborar en el desarrollo nacional.

Alrededor de este gran desafío han de converger los esfuerzos de cada una de las Unidades de nuestra Universidad para lo cual será necesario potenciar cada una de sus estructuras y modelos académicos, fortaleciendo los espacios y las actividades que les han permitido desarrollarse a lo largo de los años, para construir sus áreas de influencia y reforzar su propia identidad. Así como también, identificar las deficiencias y obstáculos que actualmente impiden potenciar su desarrollo y el cumplimiento pleno de sus propósitos y objetivos.

Estos modelos académicos diversos constituyen la principal riqueza de nuestra Universidad. Por tanto, potenciar el desarrollo de cada uno de ellos representa construir en forma armónica y equilibrada, una Universidad académicamente más fuerte, con una gran diversidad y riqueza disciplinaria, más comprometida con los mejores valores de nuestra sociedad y mejor preparada para incorporarse a las dinámicas del próximo siglo.

A continuación quiero mencionar algunas líneas de trabajo que han de regir mi labor durante los próximos cuatro años al frente de la Rectoría General. Estás líneas expresan en forma sintética un programa de trabajo más amplio que se conformó a lo largo de los últimos meses y que fue expuesto a la Junta Directiva de la Universidad. En bien de la claridad y la transparencia que ha de caracterizar mi gestión, desde este momento instruyo a la Dirección de Información para que ponga esta información a disposición de la comunidad universitaria y de la prensa.

Durante los siguientes cuatro años continuaremos impulsando las políticas orientadas a fomentar la permanencia de los profesores, a reconocer su desempeño extraordinario y a la construcción de nuevos espacios y ambientes académicos que propicien condiciones cada vez más atractivas para el desarrollo profesional de nuestros profesores y para la formación de nuestros alumnos. También mantendremos vigentes las políticas relacionadas con la disciplina presuspuestal y de control de gasto para mantener la estabilidad financiera de la Universidad. Por otro lado, garantizar la diversificación de las fuentes de financiamiento, la consolidación de los ingresos propios y el desarrollo de una ingeniería financiera adecuada, constituyen acciones de largo aliento que son imprescindibles para asegurar la viabilidad de la Institución.

En esta nueva etapa la clave para el desarrollo efectivo de la Universidad se encuentra en el fortalecimiento, consolidación y creación de nuevos cuerpos académicos y en la formación y actualización permanente de nuestros profesores para asegurar la reproducción y el mantenimiento de una planta académica de alta calidad. Es imprescindible incrementar la capacidad de decisión institucional de nuestros profesores y asegurar que sean ellos quienes definan el rumbo del desarrollo académico de las Áreas, los Departamentos y las Divisiones.

Para fortalecer nuestros cuerpos profesorales contamos con dos instrumentos básicos; la carrera académica y el programa de becas de posgrado de la Institución.

Es ineludible el diseño de un modelo de carrera académica integral que cuide el equilibrio que debe existir entre la docencia y la investigación, que reconozca la diversidad disciplinaria y las formas particulares de colaboración de la trayectoria y del trabajo. Juicio que debe sustentarse en los principios y valores que rigen el quehacer académico de calidad en cada una de las disciplinas.

En esta materia es fundamental organizar un modelo que ofrezca alternativas de desarrollo personal y profesional a nuestros actuales profesores y que resulte atractiva para reclutar a los jóvenes académicos que requiere el sano desarrollo de la Universidad. La carrera académica ha de ser diseñada de forma tal que le permita a la Institución contar con los perfiles académicos adecuados para responder a las demandas de las siguientes décadas.

Respecto al programa de becas de apoyo a la permanencia con base en el desempeño de las funciones universitarias, es necesario reconocer su carácter emergente y transitorio y que le demos su verdadera dimensión como un mecanismo complementario de reconocimiento al trabajo sobresaliente. Cabe mencionar que esta política generó una interesante dinámica institucional y el aumento de la producción académica de nuestros profesores. Sin embargo, se han derivado algunos efectos no deseados como el descuido de aquellas actividades de bajo reconocimiento tabular, pero institucional y socialmente necesarias. Además, estamos desatendiendo nuestros espacios de reflexión sobre los problemas de la Universidad, el país y del mundo, y se ha debilitado nuestra capacidad para ejercer la crítica y la construcción de alternativas viables para incidir en las problemáticas actuales. Es importante reconocer que una Universidad se construye realizando proyectos de largo aliento y de gran envergardura que no pueden estar sometidos a las dinámicas de la evaluación bienal. Por tanto, en el futuro inmediato deberemos buscar nuevos mecanismos que rompan con la dinámica del "puntismo" para garantizar la construcción de la Universidad hacia el futuro, ofreciendo a nuestros profesores condiciones de mayor certidumbre y estabilidad económica, así como lograr su compromiso en el conjunto de los programas que son prioritarios para la Universidad. En mi opinión, la solución real de este problema se encuentra en el diseño de un contenido de carrera académica integral que posea las características mencionadas con anterioridad.

Por lo que toca a la superación académica de nuestros profesores a través de los estudios de posgrado es importante mantener y ampliar el programa de becas de la Universidad, así como flexibilizarlo para apoyar la alta profesionalización académica en aquellas áreas disciplinarias en las que el posgrado no ofrece la vía más idónea de perfeccionamiento académico.

La promoción de proyectos que busquen la convergencia de intereses y propósitos académicos de profesores de dos o tres Unidades es otro de los objetivos que perseguirá la Rectoría General en los siguientes cuatro años. Estas iniciativas perseguirán la construcción de cuerpos académicos más amplios donde converjan formaciones, habilidades y destrezas diferentes, para abordar problemas de gran complejidad usando la infraestructura de apoyo instalada en el conjunto de la Universidad.

Estos programas de convergencia deben surgir de la iniciativa de los profesores en las Áreas y Departamentos. El papel de la Rectoría General, será promover las inquietudes y generar marcos de acuerdo entre las Divisiones que serán responsables de su diseño y operación.

Para responder al compromiso que tenemos como universitarios de atender con calidad y oportunidad las demandas y necesidades presentes y futuras de nuestro país y enfrentar el gran desafío de formar profesionistas aún más calificados para el desarrollo, la Rectoría General promoverá y dará seguimiento a un programa de fortalecimiento institucional para el conjunto de la Universidad, cuya traducción específica y operación de cada una de las Unidades ha de ser responsabilidad de sus órganos personales e instancias de apoyo. Este programa debe estar fundamentado en un intenso y participativo proceso de planeación integral, que respetando los propósitos de cada una de las Unidades y aprovechando los espacios, la infraestructura, los valores y tradiciones que se han construido en ellas a lo largo de diecinueve años, nos lleve a identificar en ámbitos de la docencia, de la investigación y de la preservación y difusión de la cultura, los logros y aciertos del trabajo académico, así como también diagnosticar nuestras deficiencias y sus causas para diseñar las acciones necesarias que conduzcan a superar los rezagos y avanzar en la consolidación académica de las tres Unidades de nuestra Universidad.

La planeación integral que proponemos persigue crear un ambiente de certidumbre que sirva como plataforma para el establecimiento de los ambientes de trabajo que contribuyan al fortalecimiento y consolidación de los cuerpos académicos, a la creación de otros nuevos, al desarrollo vigoroso de las actividades académicas de profesores y alumnos y al diseño de nuevas formas de actividad profesional.

Así como son necesarias un conjunto de medidas para fortalecer los cuerpos académicos, es importante diseñar una serie de programas que atiendan a nuestra comunidad estudiantil.

Es importante promover a nivel divisional el diseño de instrumentos diversos para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, programas de tutorías, apoyos para orientarse en el mercado laboral, información oportuna sobre el funcionamiento de la Universidad y otras acciones que les ofrezcan servicios adecuados a su mejor formación profesional. Es urgente la promoción de una ética estudiantil que comparta los valores del trabajo académico que dan sustento a la vida universitaria.

En los siguientes cuatro años nos proponemos diseñar una serie de nuevas políticas orientadas a:

 

En el Colegio Académico se encuentran bajo estudio proyectos académicos universitarios de la mayor relevancia para el futuro de la Universidad. Entre estos proyectos sobresalen el diseño de un contenido de carrera académica y de las políticas editoriales para mejorar las publicaciones de la Universidad. Debemos atender estos asuntos con extrema prudencia buscando construir los consensos que nos permitan avanzar en el desarrollo académico.

A lo largo de los próximos años, tal y como está contemplado en su programa de trabajo, el Colegio Académico deberá revisar nuestra legislación, para sistematizarla y hacerla más accesible a la comprensión del conjunto de la comunidad. Contamos con un marco legislativo fundamental que nos ofrece transparencia y certidumbre institucional. Debemos cuidarlo, pero es importante no sujetar la dinámica de la vida académica a un formalismo insustancial.

En los próximos cuatro años continuaremos con el proceso de desconcentración administrativa para garantizar que la administración de cada una de las Unidades pueda dar una respuesta más eficiente a las necesidades cada vez mayores que son producto de la constante expansión del trabajo académico.

En la esfera administrativa, el papel de la Rectoría General se concentrará en fortalecer los ámbitos de la planeación, la supervisión y el seguimiento, y mantener su intervención en las áreas estratégicas en que su participación sea fundamental.

Iniciaremos un proceso de reforma de la administración, lo que representa uno de los grandes retos del futuro inmediato. Es innegable que la actual estructura de servicios ya no responde a las necesidades de la vida académica. Tanto nuestros profesores como alumnos requieren servicios de apoyo cada vez más sofisticados para la realización de sus actividades.

La actual estructura administrativa rindió importantes frutos a la Institución, pero el crecimiento en la actividad académica institucional de los últimos cuatro años, nos obliga a iniciar el diseño de nuevas estructuras de organización que sean soportes eficientes y eficaces para el desarrollo de las actividades sustantivas. Esta acción habrá de desarrollarse con gran creatividad y sin precipitación a lo largo de varios años.

Las personas constituyen el factor principal en el desarrollo de las funciones administrativas. Considerar adecuadamente las expectativas de promoción personal y profesional del conjunto de los trabajadores que ofrecen los servicios administrativos, buscar las formulas apropiadas para su actualización profesional y técnica, y promover el diseño de un modelo de carrera en la administración, representan algunos de los elementos principales que habrán de impulsarse para que la Institución cuente con una mayor capacidad de respuesta y ofrezca mejores servicios de apoyo a las tareas de nuestros profesores y alumnos. Debemos asegurar que la administración se entienda como una contraparte del trabajo académico y no como un proceso antagónico. Por tanto debe estar vinculada con ella del modo más provechoso posible.

Como se puede suponer, todos estos son objetivos a mediano y largo plazos. El compromiso de la Rectoría General es iniciar el proceso de construcción de un nuevo modelo de servicios de apoyo, que dé sustento al desarrollo de la vida académica y sirva al mejor cumplimiento de los objetivos de la Universidad.

Como Rector General promoveré en el ámbito externo el reconocimiento del importante papel que juega nuestra Universidad en el desarrollo del país y buscaré el apoyo claro y contundente para el desarrollo de sus actividades.

Como en las gestiones anteriores, es preciso mantener una relación estrecha, respetuosa y fructífera con los representantes del gobierno. Tal relación ha de desarrollarse en un espacio de confianza y credibilidad, que esté sustentado en el reconocimiento de las características de la Universidad y de los valores del trabajo académico que realizan sus profesores. En este como en otros casos, es el liderazgo académico definido y el compromiso consistente con los valores y actitudes institucionales lo que propicia una relación benéfica para la Universidad.

El diseño de mecanismos novedosos de financiamiento y la diversificación de sus fuentes, son estrategias para responder a los procesos de planeación y fortalecer la autonomía universitaria. Es imprescindible que en este pro ceso no se vea demeritado el carácter de la Universidad y que los servicios que se presten a la sociedad estén enmarcados en las funciones sustantivas que la Institución y sus políticas generales definen.

En un marco de acción internacional más intenso, donde la comunicación entre las comunidades académicas es una palanca para el desarrollo de las humanidades, las ciencias, la técnica, el diseño y las artes, es esencial que la Universidad establezca mecanismos estructurados de acción interinstitucional, no sólo para sentar convenios de colaboración e intercambio, sino para consolidar puentes efectivos de comunicación académica entre profesores de distintas instituciones y países. Estos puentes se pueden estructurar en redes de investigación, proyectos conjuntos de posgrado, mecanismos de coedición y distribución de publicaciones, entre otros muchos.

Otra acción importante que debemos impulsar es el apoyo que nuestra Universidad puede dar a las universidades de los estados en la realización de sus objetivos académicos. En este rubro tenemos antecedentes significativos que nos obligan a sistematizar este esfuerzo y dotarlo de mecanismos de apoyo adecuados. Esto ha de ser visto como una de las acciones de mayor trascendencia de la Universidad en el corto y mediano plazos.

Compañeros universitarios:

Estoy convencido de que la calidad es la condición de trabajo académico serio y responsable. Como Universidad Pública estamos obligados a ofrecer a la sociedad los servicios académicos de la más alta calidad. Este debe ser el sentido de la existencia de la Universidad Pública en nuestro país.

En la Universidad Autónoma Metropolitana hemos alcanzado metas importantes en el camino de construir uno de los proyectos académicos más relevantes en América Latina. Actualmente, nuestra capacidad académica nos permite competir con éxito con un buen número de universidades en el mundo y podemos y debemos aspirar a compararnos con lo mejor del mundo académico.

Desde los logros alcanzados podremos observar con confianza los procesos de cambio que la coyuntura actual está generando y que seguramente incidirán en la Universidad. Debemos incrementar la fuerza que ha caracterizado a la Universidad para responder a los cambios, sin perder la sensibilidad y la capacidad para entender el sentido de los procesos y así aprovecharlos en beneficio de la Institución.

Tengo pues confianza en nuestra Universidad y soy optimista respecto del futuro de mi país. Mi optimismo está basado en el enorme potencial que tiene nuestra nación para transformarse y avanzar en la construcción de realidades nuevas. Mi confianza en la Universidad está sustentada en la capacidad que tenemos los universitarios para debatir y confrontar civilizadamente nuestras diferencias, y lograr acuerdos en los ámbitos institucionales. Creo además que la historia de la Universidad Autónoma Metropolitana demuestra que podemos superar los obstáculos y estructurar con orden procesos de cambio que permitan alcanzar nuestras metas más ambiciosas, así como responder a los grandes desafíos que nos imponen las transformaciones que están ocurriendo en nuestro país.

En los próximos cuatro años buscaremos en forma permanente y tenaz consolidar los avances alcanzados y emprender nuevas acciones que construyan vías adicionales y novedosas para proyectar a la Universidad hacía el futuro en mejores condiciones. En este ámbito la Rectoría General pondrá su mayor esfuerzo para construir los consensos y convocar a la comunidad a la realización de las tareas inmediatas.

Quiero convocarlos a una nueva etapa del desarrollo de la Universidad, cuyos ejes habrán de ser el fortalecimiento, consolidación y creación de nuevos cuerpos académicos y la promoción de la calidad de la docencia. Ejes que involucran al conjunto de la Institución y que dirigen el cumplimiento de las funciones sustantivas de la Universidad dentro de un rumbo claro de mejoramiento institucional.

Es mi convicción que la UAM es una institución que cada día es más fuerte académicamente. Sus actividades tienen mayor solidez y reciben un reconocimiento creciente de la sociedad. Estamos empeñados en fortalecer la diversidad del trabajo académico y nuestra autonomía para dirigir el desarrollo de la Universidad en el futuro. Me parece que hemos avanzado por el camino adecuado pero que no debemos asumir posturas triunfalistas que hagan relajar el esfuerzo. Quiero alertar a la comunidad de la fragilidad de lo alcanzado. La vida académica es muy vulnerable y por lo tanto persistir en el diseño de nuevos proyectos académicos, profundizar en los cambios, superar las deficiencias y defender nuestros logros ha de ser nuestra principal responsabilidad compartida en el futuro.

Lo que se ha logrado hasta ahora nadie lo hubiera hecho por nosotros. Nadie lo hará en el futuro. Con el trabajo de calidad y el esfuerzo multiplicado de toda comunidad el porvenir será nuestro patrimonio.

La nuestra es una gran empresa, los invito a invertir en ella su entusiasmo renovado y su imaginación.

Muchas Gracias

*(transcripción tomada del Órgano Informativo, Universidad Autónoma Metropolitana, Vol. 18 No. 14, 06/12/93)