RECTOR DE LA UNIDAD AZCAPOTZALCO

Mtro. Carlos Pallán Figueroa
(11 de septiembre de 1985 - 06 de julio de 1989)

Discurso pronunciado en su toma de posesión.*

Ante el Rector General de la UAM, Fís. Sergio Reyes Luján, el Dr. José Miguel González Santaló, presidente en turno de la Junta Directiva de la UAM y el Dr. Oscar González Cuevas, Rector saliente de la Unidad, el Mtro. Carlos Pallán Figueroa tomó posesión como nuevo rector de la Unidad Azcapotzalco para el periodo 1985-1989 el pasado 11 de septiembre, en un acto al que también asistieron el Mtro. Jorge Ruiz Dueñas, Secretario General de la UAM, el Dr. Francisco José Paoli Bolio, rector de la Unidad Xochimilco, el Ing, Alfredo Rosas Arceo, Secretario de la Unidad Iztapalapa, el Lic. Fernando Garcilita Castillo, delegado del DDF en Azcapotzalco, y otros miembros de la comunidad universitaria.

Al asumir la rectoría de la Unidad , el Mtro. Pallán expuso los principios que orientarán su gestión. A continuación se reproduce su discurso de toma de posesión:

Hoy se renueva formalmente el mando y la representación de la Unidad Azcapotzalco. Como en las otras ocasiones, un miembro de su personal académico resulta designado para ocupar la Rectoría. El cambio se da en momentos de trabajo caracterizados por el hecho de que la Unidad inicia su segunda década de vida.

Durante once años la Unidad ha sido, no solamente un espacio de ejercicio responsable de la crítica, sino también una institución formada de profesionistas capaces y orientados por una lealtad básica hacia la ciencia. Sin embargo, recordemos que la Universidad como espacio crítico y como ámbito donde se profesa lealtad a la ciencia, carecería de sentido si no se inquiriera sobre el para qué de todo ello, y que en un país como el nuestro, la Universidad sólo se justifica si tiene como fin último la satisfacción de necesidades. De esto se desprende que las actividades de docencia, investigación, extensión y difusión de la cultura deben confluir para formar profesionistas capaces, poseedores del dominio de la ciencia y de la técnica, leales a aquella, pero también responsables social y políticamente; en ese sentido se ha trabajado en la UAM, y en él ha de seguirse, con mayor ahínco.

En esos once años de actividad, la UAM ha ocupado un importante papel, tanto en lo cuantitativo, como en lo cualitativo, en el escenario de la educación superior nacional. Pero habrá de incrementar en el porvenir su importancia por tres razones fundamentales: a)porque nuestra institución ha venido captando un porcentaje cada vez mayor de la demanda de educación superior del área metropolitana; b) porque la nuestra es una de las pocas instituciones nacionales que ha podido alcanzar los números de una institución en vías de convertirse en una universidad de masas, sin que esto haya ido en desmedro de sus procesos académicos de calidad, ni de las innovaciones estructurales, de conformación y operativas que se implantaron en sus inicios; c) porque, incluso, el conjunto de innovaciones con las que nació se encuentra ahora en una fase de consolidación y de generación de nuevas experiencias que pueden aprovechar otras instituciones. La acción de la rectoría confluye con la que, paralela o sucesivamente, desarrollan otros órganos y otras instancias de la Unidad; su papel, de acuerdo con nuestras normas, consiste en: representar a la Unidad; coordinar, organizar e inducir acciones (en la esfera de su competencia) respecto de las funciones de docencia, investigación y preservación de la cultura; y responsabilizarse de, y desarrollar adecuadamente, los servicios de apoyo a esas funciones, incluso el de la armonización presupuestal y el del manejo de las relaciones laborales.

Si hoy la Unidad está en un momento en el que han de dirigirse los esfuerzos a la consolidación de procesos ya avanzados, es a los universitarios que han trabajado en favor de ello a quienes hay que dar reconocimiento. Es mi deber -y un gusto- expresarlo en público a todos, especialmente a quienes han ido haciendo, desde el lugar que hoy ocupo, el camino que llevará a nuestra institución a la madurez: el doctor Juan Casillas, el ingeniero Enrique Tamez, el ingeniero Jorge Hanel, y el doctor Oscar González Cuevas, quien fuera mi antecesor y quien, como pude comprobarlo mientras colaboré con él, fue rector acertado y firme, a la vez que jefe y compañero respetuoso, y siempre actuó movido por su amor a la institución y por su deseo de hacer lo mejor en favor de ella.

Quiero aprovechar esta ceremonia para enunciar los principios base del desarrollo de mi gestión en los próximos cuatro años. Como afirmé durante el proceso electoral, a once años de fundada la Unidad, si bien dista del modelo originalmente propuesto, ha adquirido una fisonomía propia y, aunque con logros, realidades y problemas que seguramente no fueron contemplados o visualizados un década atrás, está a punto de alcanzar la mayoría de edad. La matrícula de este trimestre, que contiene 12,132 alumnos, parece indicar que en muy poco tiempo deberá llegarse, con 15 mil estudiantes, a la saturación originalmente prevista. De acuerdo con ello, se requiere que la rectoría programe y desarrolle acciones que permitan hacer frente ordenadamente a este desafío durante el período 1985-1989, antes de que el crecimiento natural imponga sus propias realidades y condiciones.

A continuación haré la presentación de los quince principios que orientarán mi gestión, clasificándolos en cuatro rubros: docencia, investigación, extensión y preservación de la cultura, y gestión.

1. Políticas de Unidad y Divisionales

Previa elaboración de un diagnóstico sobre el funcionamiento actual de la Unidad, la rectoría promoverá que el Consejo Académico formule políticas de Unidad, y que, posteriormente, lo hagan en el ámbito de su competencia los Consejos Divisionales. Las políticas: generales, de Unidad y Divisionales, servirán para facilitar que los órganos y las instancias de apoyo operen conforme a orientaciones y lineamientos más específicos y así posibiliten el cumplimiento más adecuado del objeto de la Universidad. Este asunto será presentado próximamente al Consejo Académico. Tengo conciencia de que en muchos casos la formulación de políticas consistirá sólo en la sistematización y el ordenamiento de formas de operar, lineamientos y principios que ya existen y que han permitido el desarrollo del trabajo académico.

2. Acciones de la rectoría de la Unidad

La rectoría puede inducir el desarrollo de actividades académicas; con ese fin pretendo hacer uso de algunas de las competencias otorgadas al rector: promover reuniones de coordinación que contribuyen al funcionamiento coherente de las actividades de la Unidad, y promover también proyectos académicos interdisciplinarios.

Esta acción deberá extenderse hasta promocionar la colaboración entre las unidades la cual, como el propio Rector General ha aseverado, deberá incrementarse en los próximos años.

3. Revisión de estructuras académicas y administrativas

Como también ha aseverado el Rector General en el coloquio general sobre docencia e investigación verificado en noviembre pasado, la Universidad requerirá ir perfeccionando su modelo departamental creando un modelo de trabajo en el cual la investigación no sea el aderezo accidental, (la cual)... se hace (solamente) si sobran tiempo y recursos de la docencia". De acuerdo con ello parece necesario revisar la estructura académica en la cual se apoya la Unidad. Pienso que, siendo el departamento la célula académica básica, de él debería partir cualquier esfuerzo de revisión de tal estructura.

En lo administrativo, las coordinaciones y las secciones poco evolucionaron en 11 años. En algunos casos perfeccionaron sus procesos de operación, en otros degradaron la prestación de sus servicios. Los principales cambios que ellas han tenido se refieren a su tamaño; conforman ya un aparato administrativo del que parece indispensable revisar el sentido y el fin últimos, para no afrontar el riesgo de que distorsionen su objetivo original: el de apoyar las tareas sustantivas de la institución.

4. Carreras y formación profesionales

Cuando se iniciaron, once años atrás, los trabajos en la Unidad, había una enorme preocupación por la actividad docente, misma que subsiste en la medida en que tal actividad es, no sólo la más cotidiana, sino también la más generalizada.

Tal preocupación se reflejó, en gran medida, en la formulación de los currículos profesionales; se siguió reflejando en la reformulación repetida que, durante una década, se hizo de muchos de ellos, atendiendo a los sucesivos nuevos tiempos, siempre diferentes en demandas, en necesidades y en conformación de la estructura socioeconómica. Todavía ahora, constantemente, los cambios externos parecieran urgir para que dichos currículos se modifiquen; ello debe hacerse y, sin embargo, se requiere de un trabajo previo de investigación curricular, debe también procurarse combinar adecuadamente, tanto las necesidades básicas de los grupos sociales, como las necesidades de mercado, y deben además buscarse procedimientos formales más sencillos y oportunos que los que ahora existen. En está como en otras materias debería ser menor el lapso que corre entre la necesidad sentida, la acción adoptada por los grupos de trabajo académicos, y las decisiones formales provenientes de los órganos colegiados. Si para ello se requiere una reforma a nuestros ordenamientos legales, quizás sea el momento de plantearla; como indicaba el Rector General, no sólo se requiere completar la legislación universitaria, también se necesita actualizarla. Este es un ejemplo de ello.

Pero parece indispensable que, además de modificar y adecuar las carreras establecidas, se creen otras. Aunque los departamentos han crecido en personal docente y recursos materiales, la estructura de carreras es básicamente la misma desde 1974. Si se atiende a la capacidad instalada, parece posible pensar, al igual que en el caso de posgrado, en la creación de nuevas carreras.

5. Proceso de enseñanza-aprendizaje

A la par que se han estructurado las carreras profesionales, se han ido desarrollando procesos de enseñanza-aprendizaje que constituyen procedimientos de transmisión de los conocimientos, formación de las habilidades y las destrezas que se requieren para ejercer una profesión y, aunque su desarrollo ha estado por encima de la media nacional, no deja de ser deficiente y puede mejorarse. En los trabajos que recientemente concluyó la CADA se pueden identificar las causas específicas de muchos de los problemas relacionados con su eficiencia. Toca a las divisiones, a sus órganos e instancias de apoyo, determinar qué medidas deben adoptarse y qué soluciones coherentes pueden darse. Aquí hay, sin embargo, dos problemas que me parece pertinente mencionar.

En primer término está el relativo a la eficiencia terminal. En el país los indicadores correspondientes han oscilado, en un lapso de diez años, entre el 55 y el 51%. Con variaciones anuales que se dieron dentro de los márgenes de estas dos cifras, de cada 100 jóvenes que ingresaron a la licenciatura egresaron 55 en 1974 y 51 en 1984. En la Unidad Azcapotzalco, si bien la media es mayor que la nacional (de cada cien alumnos que se matriculan en primer trimestre, egresan cincuenta y cuatro doce trimestres después), es preocupante que veintiséis jóvenes, de cien que ingresan por primera vez, abandonen sus estudios en el curso de los tres primeros trimestres.

En segundo lugar está la cuestión del tiempo que cada estudiante utiliza para concluir sus estudios: en la Unidad Azcapotzalco el promedio es de 14 trimestres, dos más que lo normal.

En ambos casos, ya se dijo, parece indispensable tomar medidas; sea aquellas que ya han sido identificadas, sea las que resulten adecuadas una vez que se hayan realizado los estudios que permitan precisar las causas de tales ritmos e índices. Parece haber algunas soluciones susceptibles de aplicarse inmediatamente; así por ejemplo, las de multiplicar, sin aumentar recursos, los medios de enseñanza- aprendizaje: uno sería el programa de verano cuyos cursos podrían incrementarse. Otros remedios, más demorados pero igualmente importantes, serían los de experimentación de distintas formas y tecnologías de enseñanza, y de aprendizaje dirigido, que permitieran elevar, junto con la calidad de la enseñanza, los índices de permanencia del estudiante. Estas, o cualesquiera otras soluciones que visualicen los grupos académicos, requerirán, desde luego, del entusiasmo y el esfuerzo de profesores y alumnos, y de la decisión oportuna de los órganos colegiados.

Ello parece factible puesto que en una de las conclusiones del coloquio de docencia, verificado en noviembre de 1984, la misma comunidad apuntó la necesidad de que se desarrollen experiencias innovadoras en materia de enseñanza-aprendizaje que provengan de esfuerzos sistemáticos e intencionales y no de circunstancias coyunturales como hasta ahora parece haber sucedido.

No debe desatenderse, en el tema de los procesos de enseñanza-aprendizaje, el aspecto del necesario impulso a la educación extraescolar que, no obstante que forma parte esencial del objeto de la Universidad -según lo expresa la Ley Orgánica en su artículo segundo-, no ha sido desarrollada en sus diferentes niveles. En otros centros de educación superior tal modalidad educativa se ha desechado; antes de hacerse lo mismo en la UAM debiera ensayarse su aplicación en condiciones experimentales, con la perspectiva de ampliar la difusión de la experiencia en la medida en que se desprendan de ella buenos resultados.

6. Posgrado y formación de profesores

En el sistema de educación superior mexicano hay un 50% de profesores con licenciatura, un 12% con maestría, un 7% con doctorado y un 21% de los que no se tienen datos pero que, presumiblemente, han realizado estudios inferiores a la licenciatura.

Si atendemos a los porcentajes de profesores que hay en cada una de las categorías y cada uno de los niveles en la Unidad, y consideramos el grado académico que para acceder a unos y otros se requiere tener, podemos permitirnos concluir que, muy probablemente, en este centro de estudios es más equilibrada la proporción entre licenciados, maestros y doctores.

No obstante ello, se requiere mejorar los conocimientos, las habilidades y las destrezas del personal académico, tanto para atender a los fines que la UAM tiene asignados, como para cumplir su compromiso de impartir servicios docentes y desarrollar investigaciones dentro de ciertas normas de calidad. Eso se puede lograr, por ejemplo, si se imparten cursos de actualización y mejoramiento y si se incentiva al personal para que curse estudios de posgrado. Del texto del artículo 218 del RIPPPA, que expresamente se refiere a la actualización del profesorado y a las diversas formas de lograrlo, se desprende que la de superación académica y la de los estudios de posgrado son, en la UAM, cuestiones íntimamente ligadas.

A mi juicio, siguiendo esta idea, en el futuro los cursos de posgrado deberán atender también al propósito primordial de capacitar y actualizar al personal académico en servicio, tanto en la materia de docencia como en la de investigación.

Así se reconoce expresamente en las recientes aprobadas políticas generales de la UAM, en las que se propone que se deben "establecer programas de superación de personal académico que incluyan como parte fundamental la realización de estudios de posgrado".

Hasta ahora ha habido en la UAM una baja proporción de estudiantes de posgrado: apenas un 1% de la matrícula de licenciatura. Así, en el presente trimestre hay 33,257 alumnos en licenciatura y solamente 348 en posgrado. Para mostrar lo preocupante de esta situación basta señalar que en varios documentos de ANUIES se ha estimado deseable una proporción de estudiantes de posgrado igual a un 10% de los de licenciatura. En la Unidad Azcapotzalco hay 0.3 estudiantes de posgrado por cada 100 de licenciatura.

Además, dentro de la UAM, la Unidad Azcapotzalco participa en un grado muy menor en lo que se refiere a programas de posgrado: mientras que en la Unidad Iztapalapa se tienen 11 posgrados -entre los cuales hay un doctorado-, y en la Unidad Xochimilco se imparten siete, en la Unidad Azcapotzalco sólo hay dos. En los próximos cuatro años se tendrán que redoblar esfuerzos conjuntos para formular, gestionar, analizar y lograr la aprobación de programas académicos de ese nivel, y para incrementar sus matrículas. Parece factible ampliar y fortalecer tales estudios con pequeñas inversiones, puesto que la calidad y la cantidad de recursos humanos y físicos de esta Unidad no son menores que las de las otras.

Pero también parece deseable adoptar, como política de desarrollo del posgrado en la Unidad, que éste crezca en función de necesidades de sus grupos académicos, tales como la actualización y el mejoramiento del personal docente, y evitar, así, por un lado, que se reproduzca sin más la tendencia que ha prevalecido en el ámbito nacional del crecimiento de matrícula según algunas necesidades del mercado profesional y, por el otro, que el posgrado se constituya en "un nivel remedial" de las deficiencias y los vacíos existentes en las licenciaturas.

7. Organización de la investigación

"El sustento de la Universidad es la investigación", como lo declaró hace unos meses el Rector General, quien agregó que, de suyo, así fue concebida la UAM y así también empezó a organizarse, y que la docencia se nutre diariamente de la propia actividad de la investigación.

Si bien se reconoce la importancia de la función de investigar, las actividades de investigación no tienen una presencia semejante a la de la docencia: al igual que diez años atrás, en 1985 se sigue insistiendo en la necesidad de organizar, programar y evaluar la investigación en los órganos académicos; todavía subsisten preguntas claves como las siguientes: ¿cuáles son los planes de investigación para el año lectivo en cada División? ¿qué avance han tenido los proyectos propuestos? ¿cuántos de éstos han sido debidamente concluidos?; y aún hoy, muy pocos de quienes trabajan en las entidades dedicadas a la investigación han podido responderlas; sólo una División ha tratado de hacerlo en conjunto, de manera unitaria.

Como en otras cuestiones, las áreas y los departamentos habrán de desplegar un esfuerzo especial para organizar esta importante función ligandola, además, al fomento del posgrado, a la realización de cursos de actualización, y al incremento de actividades de investigación curricular.

Para estimular el desarrollo de la investigación, e independientemente de los esfuerzos que en cada División se hagan al respecto, la rectoría, atendiendo a su facultad de organizar actividades culturales y de difusión, en la medida en que se lo permitan sus limitaciones presupuestales, y de conformidad con las bases y las condiciones que se acuerden entre ella y las divisiones, publicará resultados y avances de investigación.

El medio que circunda a la Unidad, la Delegación Azcapotzalco, no ha recibido como debiera los beneficios de la extensión universitaria, solamente le han aportado algunos, contados proyectos que las divisiones y la sección de Servicio Social realizaron en el pasado reciente. La comunidad Azcapotzalco poco ha percibido la existencia de un centro de educación superior que, como el nuestro, debiera notarse más e incidir mejor en su contorno.

Mencionó una importante excepción en la materia: el Bufete Jurídico, porque el espíritu, la filosofía, el entusiasmo que lo han animado y fundamentado, debieran orientar otras experiencias, en servicios donde estuvieran representados el quehacer, la pedagogía y la práctica de carreras profesionales de las tres divisiones e, incluso de otras de Iztapalapa y Xochimilco, y que tendrían el apoyo de la Rectoría que encabezo.

8. Servicio social

Por lo que toca a este aspecto, más que desarrollar proyectos extensionistas o meramente asistencialistas en beneficio de la comunidad, habría que indagar simultáneamente, con espíritu universitario, si la Universidad puede ser útil a ciertos sectores comunitarios y si el servicio social sirve para que los conocimientos, las habilidades y las destrezas adquiridas en el aula se desarrollen de tal forma que la profesión adquiera un sentido social.

En el mes de octubre convocaré -como lo haré también para tratar otros tópicos de nuestras actividades- a una reunión para evaluar el servicio social a la luz de la experiencia de cada División y del documento preparado durante la gestión del Dr. Oscar González Cuevas.

9. Difusión cultural

También como receptora de los programas de difusión cultural, la Delegación Azcapotzalco debe ocupar un lugar destacado, sin que ello signifique, por supuesto, descuidar las actividades que hasta ahora, dentro de la Unidad, han contribuido a complementar la formación de los estudiantes y a ampliar los horizontes culturales del personal académico. Además, como ya lo expresé al referirme a la investigación, la difusión de lo académico y la divulgación de lo científico deben ocupar, y ocuparán, espacios editoriales que en el último año se dedicaron solamente a la difusión cultural y a la artística.

10. Educación continua

Esta actividad de la que es responsable la rectoría de la Unidad -quien delega a la CADA la tarea de desarrollarla en acuerdo con las divisiones- constituye hoy un muy importante rubro de la extensión universitaria, útil para la actualización de profesionales y técnicos que no pertenecen a la Unidad. El programa de educación continua, que ya es autofinanciable, deberá crecer. Para ello intentaré, de darse condiciones y haber recursos, que funcione en tres espacios: en la Unidad, en la que ya existe, en el centro de la Delegación Azcapotzalco y en el centro de la ciudad de México.

11. Servicios universitarios

Los servicios administrativos, que se justifican en la medida en que apoyen las funciones básicas de la Unidad, deben prestarse de manera adecuada y oportuna. Por eso deben agilizarse y encuadrarse dentro de un sistema administrativo que genere información periódica y directa a las entidades solicitantes, las cuales, a su vez, deben tener la oportunidad de evaluar la eficacia y la eficiencia de los servicios recibidos.

12. Políticas de formulación y asignación de recursos

Hasta ahora el presupuesto de cada entidad de la Unidad se ha fijado, básicamente, con base en pautas históricas, de tal manera que el crecimiento presupuestal habido a lo largo de los años ha tenido muy poca relación con la expresión y la justificación de necesidades. Esto puede, en muy corto plazo, y debido a la restricción en materia de financiamiento, suscitar problemas, toda vez que el crecimiento desigual de las asignaciones presupuestales puede hacer que se perciban como "injustas" las pautas que en materia de asignación de recursos o distribución de fondos se han venido aplicando. Debido, tanto al crecimiento dinámico que en los próximos años tendrá la Unidad, como a las nuevas políticas del gobierno federal en materia de financiamiento (austeridad y limitación del gasto público), se vuelve imprescindible fijar bases mínimas conforme a las cuales se asignen recursos en la Unidad. Estas bases se establecerán previa discusión con las divisiones. Un principio debe estar presente en la formulación y el ejercicio del presupuesto universitario: aquel que implica que, puesto que tal presupuesto se constituye con recursos cuyo origen son los fondos públicos, dicha formulación y dicho ejercicio deben controlarse democráticamente tal y como -además- está previsto por nuestras normas.

13. Programa de austeridad

Una tarea importante, respecto de la cual ya he girado instrucciones al Secretario de la Unidad, es la relacionada con la continuación del desarrollo del programa de austeridad iniciado desde la pasada administración.

14. Planta física

La Unidad se encuentra construida en un 90% aproximadamente, por ello las nuevas inversiones en este rubro durante los próximos 4 años deberán dirigirse a procurar que el campus mejore como espacio en el que, fundamentalmente, se desarrolla trabajo académico y se forman nuevas generaciones de profesionales. En esta tarea de optimización, y puesto que hace 11 años se construyó la Unidad, deben aplicarse cada vez más recursos a mantenimiento preventivo y correctivo. Ello resulta imprescindible también para conservar el patrimonio universitario

15. Relaciones laborales

La relación de las autoridades con los trabajadores académicos y administrativos y con su representación legal, se orientará estrictamente dentro del marco del contrato colectivo. Considero que se puede exigir responsabilidad a los trabajadores si a tal exigencia corresponde un respeto estricto de sus derechos.

Como lo mencioné en el documento que presenté a la comunidad durante el proceso electoral, los anteriores principios aspiran a convertirse en políticas de rectoría, esto es, en orientación y guía de mi gestión durante los próximos cuatro años. Antes tendrán que ser tamizados atendiendo al análisis que se haga de ellos y a la opinión de los diversos sectores de la Unidad. A partir de la definición de tales políticas, y de la evolución sistemática de la Unidad, integraré un plan de desarrollo para los cuatro años, que contendrá compromisos, responsabilidades y acciones compartidas. Ese plan se dividirá en programas anuales en los que se identificarán las acciones y los proyectos más relevantes y se precisarán metas a cumplir en cada periodo.

En las próximas semanas se habrá de hacer un esfuerzo de diseño técnico, de voluntad política institucional, y de concentración de acciones entre las distintas entidades de la Unidad. El programa para 1986 debe estar formulado, a más tardar, en la primera quincena de enero a fin de ser presentado y puesto a la consideración de los sectores representativos de la Unidad.

Señor Rector General, señor representante de la Junta Directiva, honorables asistentes:

Hace casi dos años el doctor Oscar González Cuevas me distinguió nombrándome Secretario de la Unidad; así regresé a mi hogar académico: la Unidad Azcapotzalco. Luego, hace casi tres meses, merced a la voluntad de la comunidad de Azcapotzalco y como culminación de un amplio proceso democrático, la Junta Directiva me designó Rector de la misma. Sintiendo el peso de la responsabilidad que significa ser el representante de una Unidad de la importante institución que es nuestra UAM, asumo hoy formalmente el cargo de Rector. Pongo ahora, más que nunca, mis fuerzas, mi experiencia, mi lealtad institucional, al servicio de la causa universitaria.

Y ratifico lo que expresé semanas atrás: pretendo que la línea de conducta de mi gestión sea la de un acendrado respeto por las normas institucionales, válido, tanto para quienes durante la contienda electoral fueron mis simpatizantes y partidarios, como para quienes fueron mis opositores. Pretendo ser un Rector para todos los grupos y todas las entidades; de acuerdo con ello, mi gestión y las tareas que la conformen se darán solamente en función de los intereses de la Unidad. Esta, en 1985, lucha por cumplir los propósitos que animaron su creación en 1974 y, no obstante que en el lapso de once años experimentó modificaciones, y ha tenido que sortear conflictos, ha logrado llegar a un punto en el que, si se requiere analizar su pasado reciente, ello es para poder precisar futuros rumbos posibles.

Invito a todos a atender a los intereses universitarios en la búsqueda de futuros caminos y, sobre todo, hago un llamado a cuidar y defender a nuestra institución, sobre todo cuando -como ha llegado a suceder- sea atacada por la vía de la denigración y la negación de los logros obtenidos. Parafraseando a Santayana podría afirmarse que las universidades que olvidan su historia están condenadas a repetirla. Yo agregaría que los universitarios que olvidan que nuestra institución tiene un pasado digno propician su retraso. Tengamos presente la historia de la UAM con sus logros y problemas, tengamos presente para valorizarla sin fantasías y nostalgias, pero valorándola justamente con el fin de construir su futuro.

El México de los ochenta es distinto al México de cuando nació la UAM. Las universidades de este nuevo tiempo tienen, a semejanza de las de los dos lustros anteriores, una parcela de responsabilidad social. Descubrir en qué consiste y con qué contenidos y acciones puede labrarse dicha parcela es tarea esencial de cada casa de estudios y, por ende, empresa fundamental de la UAM para que, en el cumplimiento de sus funciones, pueda diseñar su propio porvenir y con ello parte del futuro nacional.

* (transcripción de Códice Universidad Autónoma Metropolitana- Azcapotzalco, Vol. 11 No. 118, 01/10/85)
(La designación como Rector de la Unidad Azcapotzalco fue en junio, sin embargo la toma de posesión se llevo a cabo en septiembre, por huelga)