RECTORA DE LA UNIDAD AZCAPOTZALCO

Dra. Sylvia Ortega Salazar
(07 de julio de 1989 - 06 de julio de 1993)

Discurso pronunciado en su toma de posesión.

Dr. Juan Casillas García de León,
Presidente en Turno de la H. Junta Directiva.
Señores Miembros de la Junta Directiva.
Dr. Oscar González Cuevas,
Rector General.
Señores Rectores de Unidad y Funcionarios de nuestra Institución.
Mtro. Carlos Pallán Figueroa.
Arq. Manuel Sánchez de Carmona.
Arq. Ma. Teresa Ocejo Cázares,
Directora de la División de Ciencias y Artes para el Diseño.
Señores Secretarios Académicos,
Jefes de Departamento,
Profesores y Trabajadores Administrativos,
Estudiantes y Amigos:

Asumir en esta fecha el puesto de Rectora de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, constituye para mí un alto honor y al mismo tiempo un importante reto en mi trayectoria institucional y en mi desempeño profesional.

Agradezco a todos los que me brindaron su apoyo y reconozco en los notables académicos que participaron en este proceso, su vocación y calidad universitaria.

Como expresé recientemente tengo la convicción de que el sector educativo nacional actualmente además de complejo y heterogéneo, es incierto. Desde la consolidación de nuestra Institución ratificamos nuestra obligación como comunidad académica, de incidir activamente en la orientación de los cambios que requiere el sistema de educación pública.

Nuestra forma de gobierno, nuestra estructura académica- administrativa, el nivel de excelencia logrado y el impulso a la promoción y difusión de nuestras actividades son elementos que explican que a 15 años de su fundación, la Universidad en su conjunto y la Unidad Azcapotzalco cuenten con un patrimonio muy importante que habrá de ser preservado e incrementado en los años venideros.

Para la Universidad Pública la reducción en el gasto social del estado mexicano ha significado pérdidas en recursos humanos y materiales, desgastes internos y dificultades para sostener sus compromisos con la sociedad y con sus comunidades. La UAM ha mantenido el paso a pesar de la disminución en la capacidad remuneradora del salario del trabajador universitario, de la presencia de diferentes inercias académico-administrativas y de cierta degradación en las condiciones internas de trabajo.

Reivindicar la vocación institucional por la excelencia académica; refrendar nuestra convicción de fortalecer un gobierno universitario centrado en las decisiones colegiadas e insistir en nuestra pretensión de avanzar en la construcción de una empresa cultural sensible frente a los problemas nacionales, productiva en su actividad científica y humanística, relevante por su aportación en el terreno de la formación de profesionales competentes y responsables, son los valores y objetivos desde los que podemos pensar la Universidad a la que aspiramos y las directrices con las que nuestra labor puede influir positivamente en la necesaria transformación de la universidad pública.

La Unidad Azcapotzalco, en el contexto general de nuestra Institución ha logrado conservar un lugar importante: es la primera en haber alcanzado el nivel de saturación planeado, ha ejercido responsablemente su presupuesto y ha contribuido ininterrumpidamente con la producción de conocimientos especializados en las áreas que cultiva. Asimismo, ha sido capaz de generar trabajo solvente vinculado a las necesidades sociales al haber logrado programas de investigación-acción ampliamente conocidos por su trascendencia y productividad. No obstante lo anterior, la Unidad en el futuro inmediato requiere de una revitalización de sus estructuras académicas, sus servicios de apoyo y sus formas de gestión.

A tres lustros de la fundación de nuestra Universidad, el trabajo cotidiano en las Áreas de Investigación, en los Departamentos, en las Divisiones y en las instancias administrativas no se ha detenido a pesar de la crisis. Con satisfacción puede constatarse que hay esfuerzos permanentes y sistemáticos a cargo de individuos y colectivos que, por encontrar en su labor académica,de investigación y de apoyo una realización personal, han decidido permanecer en la Institución y colaborar con su quehacer, tiempo y talento al fortalecimiento de la Universidad. De ahí que el compromiso prioritario de mi Rectoría sea con estas estructuras.

Los individuos que hemos vivido la crisis económica, social y de valores en el México actual todavía no acabamos de procesar esta vivencia y no obstante ya somos distintos. Sin embargo, no podemos agobiarnos por la idea misma de la crisis; esta también ha dado lugar a tendencias positivas, entre las que destacan la vocación democrática de las generaciones del presente, la fuerza que surge de una nueva cultura política y la posibilidad de establecer formas novedosas de relación que no son ajenas a nuestro ambiente universitario.

Justamente por ello, insistiré en la propuesta de revitalizar las estructuras académicas, en consolidar lo que les es esencial, es decir el fortalecimiento de su producción intelectual, de su articulación interna y de la socialización de sus labores.

Precisamente son las áreas de investigación, los Departamentos y las Divisiones, los espacios que deben ocupar el lugar prioritario en la Institución. A ellos les compete la responsabilidad de formar y actualizar generaciones de profesionales altamente capacitados, no sólo con destrezas técnicas sino también con habilidad para discernir los problemas. Les compete, también, producir investigación original, trascendente y valiosa para la sociedad.

Por todo esto, resulta de vital importancia dar continuidad a los programas y los proyectos que ahí se llevan a cabo.

Tenemos compromiso con nuestros estudiantes y con la comunidad en general. Transitamos por una coyuntura política que nos obliga a obrar con prudencia y altura; sin estridencias, sin hacernos daño unos a otros. En lo inmediato la coyuntura tiene que ver con la ausencia de dos Directores de División, piezas clave para la gestión y el equilibrio de la vida universitaria. Espero, a los Jefes de Departamento, a los Jefes de Área, Coordinadores y en general a los colectivos de alumnos y profesores les toca la responsabilidad institucional de evitar que el presente comprometa nuestro futuro. Convoco también a los trabajadores administrativos a contribuir a la estabilidad con su esfuerzo y su vocación de servir al interés académico.

Pensar en el corto plazo significa admitir que debemos llevar la Universidad al exterior para lograr efectivamente la consolidación y madurez plena de la Institución.

Como todos sabemos en la Unidad, el marco en que enfrentaremos nuestros retos, el espacio en el que perseguiremos los objetivos que fijaremos de común acuerdo, será el Consejo Académico, cuya vigencia como Órgano de Gobierno responsable es indudable. Este es el foro que tenemos para concertar acciones, para formular nuestras discrepancias y en fin, para ejercer nuestra vocación democrática y universitaria.

El Consejo Académico tiene entre sus responsabilidades generar una reflexión, sin duda, asociada a las normas que nos hemos dado, pero la racionalidad universitaria no empieza ni acaba en estas normas, incluye la innovación. Parte de la convicción de que todo es perfectible. Por ello, la cristalización de esta idea debe enraizarse decididamente en el cuerpo que mejor representa a los intereses de la comunidad.

No debe ser la presión moral o física el pretexto que obligue a la transformación de la normatividad, sino la necesidad sentida, la propuesta informada, el compromiso demostrado con la institución lo que puede y debe motivar las proposiciones para el cambio.

Si hemos de enfrentar estos retos, si vamos a hacer nuestro espacio de trabajo algo más cercano a la propia vitalidad, a nuestros intereses, es indispensable que formulemos colectivamente nuevas formas de entendimiento, de sociabilidad, de comunicación. Es indispensable que nos encontremos en el trabajo, es deseable que sean la satisfacción profesional y la identidad institucional lo que nos vincule. Por tanto, debemos enfrentar las formas arcaicas de hacer política universitaria: la modernización de nuestras estructuras debe evitar compromisos centrífugos y sin posibilidad alguna de concretarse. Debemos hacer a un lado el rumor y la insidia. Nuestro modelo, nuestro proceso, demandan la entrega responsable e institucional de cada uno de nosotros.

Hace cinco años reflexionábamos en torno al modelo UAM. Constatamos que no todos los supuestos del mismo lograron cristalizar. Nos percatamos de que hemos arribado a un complejo y rico proceso de desarrollo. En ocasión del Quince Aniversario de nuestra Universidad, hemos comprobado que las definiciones originales que alimentaron la fundación de la UAM siguen siendo válidas.

A pesar de lo significativo de nuestro patrimonio y de la vitalidad que nos caracteriza, padecemos inercias, hay desánimos, incumplimientos e ineficencias. También frecuentemente sobrepolitizamos los conflictos.

Nuestra energía debe centrarse en buscar la calidad; así, en la docencia debemos preocuparnos con los Departamentos y las Divisiones del ausentismo de profesores, de la actualización de los programas de estudio y de la carencia de formas creativas y de experiencias innovadoras en el aula.

En la investigación debemos buscar el incremento de nuestra producción y elevar su nivel. Es preciso encontrar esquemas más sólidos y al mismo tiempo dinámicos, flexibles y rigurosos, sólo así tendremos posibilidad de ofrecer espacios orgánicos a quienes vienen trabajando de manera conjunta y que tienen necesidad de interlocutores especializados. Es esto, justamente, el incentivo que puede proporcionar un área de investigación.

Desde esta perspectiva la formación y capacitación del personal académico y la ampliación del sistema de estímulos para los trabajadores univeritarios son dos compromisos que debemos asumir colectivamente.

Extensión Universitaria y Difusión Cultural son también dos tareas importantes de la Universidad y ocuparán un espacio significativo en nuestra gestión. Sin ellas, investigación y docencia pierden desde muchos puntos de vista su sentido.

La gestión que hoy se inicia quiere estar cercana al sentir y al hacer de la comunidad. Tiene como uno de sus propósitos el propiciar la búsqueda de soluciones reales a las expectativas de profesores, alumnos y trabajadores, entiende que los desenlaces de nuestros procesos están en manos de la comunidad, sin cuyo concurso una Rectoría no es más que un espacio formal.

Propiciaremos formas para la convergencia académica y administrativa, de tal manera que los trámites sean fluidos y eficaces y que sea posible el orden y la previsión de nuestras actividades, así como el manejo financiero responsable.

Compromiso académico y transparencia administrativa serán principios rectores de mi gestión.

Como la Universidad es por definición una empresa cultural, convoco a la comunidad a fortalecerla. De nosotros depende que este cuadrienio transitemos hacia una transformación que los tiempos, las circunstancias y la nación reclaman.

Lo sostuve antes y ahora lo reitero, es necesario que los grupos de investigación maduros y que han demostrado su calidad técnica y científica den origen a posgrados competitivos y sólidos; es importante que los proyectos y programas de investigación que tienen condiciones de viabilidad por la importancia de su temática, su nivel de elaboración y por la producción de resultados parciales, sean apoyados tanto con recursos internos como externos y es, así mismo, indispensable que la producción editorial que refleja nuestro trabajo cotidiano sea fluida, de alta calidad y disponga de canales adecuados de distribución.

Mejorar la calidad de la docencia en el nivel de Licenciatura; incrementar las tasas de permanencia y la eficiencia terminal, actualizar los planes y programas de las licenciaturas son compromisos continuos de nuestras Divisiones. En esta misma línea, el esfuerzo institucional para capacitar al personal académico debe mantenerse, brindando opciones diversas que atiendan a las necesidades y aspiraciones de un amplio conjunto heterogéneo tanto por las disciplinas que se cultivan cuanto por los grados de madurez alcanzado.

A la Arquitecta María Teresa Ocejo, quiero reiterarle mi amistad y mi compromiso con la División que tan atinadamente dirige.

Al Arquitecto Manuel Sánchez Carmona, mi reconocimiento y agradecerle su disposición para permanecer en la Secretaría de la Unidad hasta la designación de quien lo sustituirá en tan importante cargo. Junto con el nuevo Secretario analizaré necesidades, capacidades y desempeños a efecto de conformar el equipo que habrá de colaborar de manera directa con esta administración.

Al Maestro Carlos Pallán Figueroa, le reitero mi reconocimiento personal e institucional.

Y a todos ustedes les agradezco su presencia.

Muchas gracias