Inauguración
UNIDAD CUAJIMALPA

Palabras pronunciadas por el Dr. Luis Mier y Terán Casanueva, Rector General.


Palabras pronunciadas por la Dra. María Magdalena Fresán Orozco
Rectora de la Unidad
14 de septiembre del 2005

Evento realizado en la Universidad Iberoamericana

Dr. Luis Mier y Terán Casanueva, Rector General de la UAM
Dr. Rafael López Castañares. Secretario General Ejecutivo de la ANUIES
Dr. José Morales Orozco Rector de la Universidad Iberoamericana
Dr. Javier Prado Galán Vicerector Académico de la Universidad Iberoamericana
Dr. Ricardo Solís Rosales, Secretario General de la UAM
Dr. Adrián de Garay Rector de la Unidad Azcapotzalco
Dr. José Lema Lebadié, Rector de la Unidad Iztapalapa
Maestro en Ciencias Norberto Manjarrez Alvarez, Rector de la Unidad Xochimilco
Sr. Ignacio Ruíz López, Jefe Delegacional de Cuajimalpa

Estimados invitados

En primera instancia quiero, a nombre de todos mis compañeros, el personal académico y administrativo de esta institución, expresar la más cordial bienvenida a todos ustedes, Primera Generación de Estudiantes de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana, Autoridades Educativas de la Universidad Iberoamericana y de la UAM. Compañeros académicos de ambas instituciones e invitados todos.

En primerísimo lugar, quiero agradecer la generosidad de la Universidad Iberoamericana por brindarnos su casa para iniciar nuestras actividades. Esta generosidad es una prueba fehaciente de que las instituciones educativas de calidad constituyen espacios de encuentro y solidaridad. Expreso nuestro compromiso por hacerlos crecer para el bien de ambas instituciones.

Estudiantes que hoy ingresan a la Unidad Cuajimalpa: Bienvenidos a este esfuerzo de renovación que con entusiasmo emprendimos hace apenas unos meses, pero al que nos dedicamos con empeño, pasión, con toda la energía y rigor académico que requiere una empresa de esta índole. Agradecemos su presencia y su disposición a participar en este formidable proceso de creación y asumimos con ustedes la corresponsabilidad de hacer de esta etapa formativa, una parte medular de su vida y desarrollo personal. Ustedes y nosotros juntos, hermanados por un objetivo común haremos nuestro mejor esfuerzo para que sus destinos sean brillantes y comprometidos con nuestra sociedad.

Compañeros académicos

Nuestra misión no es fácil, estamos aquí para redefinir el quehacer universitario en el siglo XXI, para explorar formas de acción inéditas dentro de la historia de la universidad como institución y para demostrarnos a nosotros mismos y a la nación, la vigencia y la importancia del liderazgo universitario dentro de la sociedad contemporánea.

Cada día la sociedad demanda con más fuerza a las Universidades, la formación de profesionales competentes. La calidad en la formación del profesional depende no sólo de los conocimientos y habilidades que desarrolle en el currículum universitario sino también de los intereses y valores que regulan su actuación profesional. El amor a la profesión, la responsabilidad, la honestidad constituyen valores esenciales reguladores de la actuación de un profesional competente.

Tengo la convicción de que sólo cuando los valores constituyen motivos de la actuación del sujeto se convierten en verdaderos moduladores de su vida y sus acciones. Por ello, la inauguración de las actividades de la cuarta Unidad de la Universidad Autónoma Metropolitana es ocasión propicia para hacer una reflexión sobre los valores humanos y el ámbito universitario.

Muchas veces hablamos de valores en abstracto, sin precisar los significados ni las connotaciones que un término adquiere en un contexto definido. El espacio universitario, constituye el ámbito idóneo para compartir, asumir y acrecentar los valores que hacen posible el desarrollo humano y social.

Las tendencias educativas prevalecientes en la segunda mitad del siglo XX, en un intento desesperado por aproximarse a los ideales de una sociedad cautivada por el vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, han dejado de lado la formación valoral de los individuos. Las consecuencias de ello están a la vista, los escenarios actuales se caracterizan por un proceso de crisis, en la economía, en la educación, en las instituciones, en la sociedad, en las comunidades, etc. Y sobre todo por una profunda crisis ambiental que agudiza la magnitud de los problemas que enfrenta la sociedad moderna y desafortunadamente pocos asumen estos problemas como una responsabilidad compartida en la cual todos participamos.

La creación de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, una institución sólida y prestigiada, constituye una oportunidad excepcional para asumir el compromiso en la formación de profesionales que además de una rigurosa preparación científico-técnica se caractericen por una sólida formación valoral, un compromiso con la protección del medio ambiente y un activo involucramiento social.

El contexto de crisis aludido hace necesario la profunda reflexión sobre los valores tradicionales a la luz de la amenaza que las actividades, principalmente económicas, imponen en el bienestar de los seres humanos y en especial de las futuras generaciones.

Precisar valores inherentes al pensamiento universitario contemporáneo y enriquecerlos con una perspectiva ecológica pragmática constituye una condición imprescindible para incorporarlos de manera permanente en nuestro discurso, en nuestra actividad científica, en nuestra reflexión filosófica y en nuestro quehacer cotidiano.

Cuando hablamos hoy de educación y valores necesariamente emergen los conceptos de autonomía del sujeto, pensamiento crítico e independiente y creatividad. Pero el acelerado avance de los sistemas de información obligan la presencia en este conjunto de valores de la capacidad para el aprendizaje, del “aprender a aprender” como un valor necesario para el individuo del siglo XXI. Adicionalmente, la aspiración de la armonía y la solidaridad en la ineludible interacción de los individuos en todos los ámbitos de la actividad humana, hace que la capacidad para el trabajo colectivo sea también hoy un valor indeclinable de la educación moderna.

Los valores tradicionalmente asociados al concepto de universidad (universalidad, humanismo, pluralidad y vocación de servicio) se expanden, en el caso de las instituciones de educación superior públicas, para acoger los conceptos de autonomía, libertad de cátedra e investigación y responsabilidad social como ideales inherentes al concepto mismo de universidad.

La universidad asume las tareas que constituyen su razón de ser en el marco de la autonomía, otorgada por la sociedad como prueba suprema de confianza y esperanza y entendida como el ejercicio responsable de la libertad de organizarse como la institución considere conveniente para realizar la investigación, la docencia, así como la preservación y difusión de los bienes culturales y los frutos del conocimiento; entendida también como libertad de organizarse como espacio propicio al libre debate de las ideas y principios. La conciencia sobre la magnitud e importancia de estas tareas es esencial para que todos y cada uno de los miembros de la comunidad universitaria experimenten el orgullo de ser merecedores de esa confianza y entreguen a la sociedad, con su mejor esfuerzo, los resultados que ésta espera y para los cuales, además, ha otorgado a la Universidad recursos provenientes de su propio trabajo.

El escenario actual obliga a incorporar a los valores tradicionales de la universidad otros ideales sin los cuales la supervivencia digna del hombre se torna improbable. Entre ellos destacan la conciencia generacional sobre nuestra responsabilidad en el bienestar de las futuras generaciones, el respeto, la protección y la promoción de la biodiversidad, el máximo aprovechamiento de los recursos naturales (renovables y no renovables), la responsabilidad en la mitigación de los efectos negativos de la acción humana en el medio ambiente, la disminución de la insultante desigualdad social y la transición de una economía basada en la producción a una cultura sustentada en la generación de soluciones. En síntesis, el tránsito hacia la sustentabilidad y la restauración ambiental.

Para ello es necesario desarrollar un entendimiento profundo de la situación actual del mundo, o con mayor especificidad, de la biósfera. Comprender mejor sus ecosistemas y procesos atmosféricos así como las complejas interacciones que, como resultado de la actividad humana, han menguado su vigor y desestabilizado sus balances naturales.

Sin embargo, también es indispensable conocer a fondo la infinidad de soluciones que sectores de la sociedad, preocupados por atender dichos problemas, han desarrollado en las últimas décadas. Sorprende a muchos saber que en estos momentos contamos con el conocimiento y la tecnología para revertir gran parte del año producido por la ignorancia, la avaricia y la arrogancia. Actualmente, el reto no está en desarrollar sino en instrumentar con prontitud las soluciones que los últimos treinta años de búsqueda han arrojado. La esperanza de un futuro depende de ello.

De esta manera, al hablar de creatividad como uno de los valores de la educación, es necesario hacer referencia a los límites que los ecosistemas nos imponen, la creatividad debe ser tal que pueda actuar dentro de ellos y no buscar violentarlos, a su vez, ésta debe buscar un propósito definido acorde con las necesidades actuales de mayor equidad social.

El pensamiento crítico e independiente, otro ideal universitario, es aquel que cuestiona cualquier supuesto que no esté sustentado en información rigurosa y válida. La cultura mediática es una herramienta que puede hacer creíbles grandes mitos y mentiras, repetidas incesantemente para convertirlas en supuestas verdades dentro de la mentes de la audiencia. El pensamiento critico e independiente constituye la única herramienta capaz de desenmarañar la verdad dentro del aturdimiento discursivo que nos sofoca día a día.

Hoy encaramos un mundo caracterizado por la supercomplejidad en el cual se cuestionan nuestros propios marcos de referencia. Para preparar a los jóvenes a esta nueva etapa de la historia es preciso favorecer la construcción del saber por parte de los estudiantes, es decir, propiciar la capacidad de aprender. También es imprescindible explotar el potencial didáctico de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en el proceso de aprendizaje sin perder la riqueza que dé la interacción con el maestro y con los compañeros. Y, sin lugar a dudas es imperioso hacer más flexible la institución para que conserve su capacidad de repuesta a las transformaciones de la sociedad y del mundo del trabajo.

El aprendizaje hoy debe ser: de, por, y para la vida. Es posible reinsertarnos en la trama de la vida a través de la activa contribución a sus procesos y ciclos vitales. Con una disposición respetuosa, con conocimiento y asombro, podemos restablecer esa conexión, la cual ha estado ausente por mucho tiempo en nuestro quehacer cultural. La universidad pública debe asumir el compromiso de formar a los estudiantes no sólo para aprender a aprender, sino además para aprender a emprender, aprender a convivir y aprender a ser. Considerando no sólo las condiciones y necesidades actuales sino, además visualizando el horizonte temporal en el que actuarán los egresados al término de sus estudios y en los siguientes años.

La educación superior debe ser capaz, además, de despertar un anhelo de superación constante no sólo de los individuos sino también de su entorno. Desde hace varias décadas, la preocupación por la superación personal ha estado presente en la sociedad y sin embargo, nuestro entorno se ha ido deteriorando aceleradamente. Hablar hoy de superación constante, es imposible sin referirla a las comunidades en las que vivimos y a sus respectivas regiones. Sólo así la formación universitaria impulsará un movimiento hacia sociedades más justas y armónicas en donde la plenitud de los individuos no sea un derecho exclusivo sino un bien general. Jacques Delors en su libro, la educación encierra un tesoro señalaba: “En todo el mundo, la educación en sus distintas formas, tiene por cometido, establecer entre los individuos vínculos sociales procedentes de referencias comunes. Vínculos que no se pueden establecer sino cuando cada individuo puede ver en el bienestar del otro, su propia realización.

Desde la perspectiva de los valores asociados a la universidad, la vocación no sólo implica la expresión de las preferencias o intereses del individuo sino una respuesta ética ante la necesidad colectiva. Pocos son los miembros de nuestras sociedades que tienen el privilegio de contar con un espacio de reflexión como el que se abre dentro de un proceso de formación universitaria; el costo social de esta empresa es alto y debe retribuir a la sociedad en un bien social aún mayor.

La aspiración de universalidad puede orientarse a convertir una sola visión del mundo en universal, como sucede con el proceso de globalización económica que corroe la diversidad cultural. La universalidad debe promover la localidad, como contraparte cultural de la biodiversidad, ser la suma de las localidades. Lo endémico, lo vernáculo, lo indígena, lo regional debe ser valorado, rescatado y fortalecido como las piezas fundamentales para reconstruir el tejido social destruido por la arrogancia de las falsas ideas del progreso, que se ofrecen como soluciones mágicas a los complejos problemas que nos aquejan.

El respeto a la pluralidad, otro de los valores intrínsecos del concepto de universidad constituye un claro llamado a la inclusión de todas las formas de conocimiento que sean relevantes para restituir el carácter humano en nuestras sociedades, un llamado a la conjunción de esfuerzos en la búsqueda de un futuro común, así como una exploración para satisfacer las necesidades (y no sólo los deseos) de una pluralidad. Es importante enfatizar el papel del diálogo en este proceso, diálogo que hemos de cultivar y mantener hasta saciar las inconformidades, diálogo que hemos de profundizar para hermanar, nunca para polarizar.

En el contexto actual, el humanismo debe ser entendido como una tendencia ineludiblemente igualitaria y no antropocéntrica. La movilidad social no puede y no debe ser individual, de otra manera se torna en una posibilidad insuficiente. Desde la perspectiva humanista se debe actuar teniendo en cuenta el objetivo de incrementar los niveles de bienestar social, desterrando los sistemas de concentración de privilegios que excluyen a las mayorías.

Dentro de la aspiración científica de la búsqueda de la verdad, es imperioso tener presentes en nuestro discurso y en nuestro quehacer universitario las grandes omisiones que ha dado lugar a la problemática a la que tenemos que hacer frente. Los problemas del presente son, en gran medida, consecuencia de las soluciones del pasado. Para romper con este círculo vicioso es necesario, en todo momento, concederle importancia a una multiplicidad de factores, reflexionando sobre la coherencia entre nuestro discurso y la naturaleza de nuestro accionar. Esta congruencia nos permitirá también vislumbrar las opciones de intervención para concentrar nuestros esfuerzos y lograr mejores resultados. En la medida en que dejemos detrás la ceguera (voluntaria o involuntaria) que ha antepuesto el consumo a la conservación de nuestro entorno podremos cosechar los frutos de un desarrollo social armónico e inclusivo para el cual no se tengan que sacrificar especies, ni ecosistemas, ni sectores mayoritarios de la sociedad.

El sistema de producción que está destruyendo nuestro ambiente de manera sistemática es el mismo que genera la mayor desigualdad social que ha existido en la historia de la humanidad. Muchas zonas de nuestro país, se están convirtiendo en enormes pueblos fantasmas, de los que sus habitantes escapan en búsqueda de oportunidades. No sólo nos referimos a los trabajadores migrantes, sino a nuestros jóvenes preparados que ya sea por medio de la academia o la aventura, abandonan México para no volver.

Es por todo esto, que hoy en día la universidad se enfrenta al mayor reto de su historia; está llamada a responder con claridad y oportunidad a las demandas sociales y ecológicas que la políticas y los medios intentan obscurecer, debe responder a la urgente necesidad de acciones concretas para fortalecer el bienestar del hombre y preservar la cultura y su entorno ecológico así como para robustecer y salvaguardar la salud de la sociedad en general.

La Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana será pionera en un sentido muy amplio, queremos expandir las fronteras de lo posible par que dentro de esta institución, la tolerancia se convierta en aceptación, la autoestima y la dignidad se transformen en capacidad y reconocimiento; en donde la sensibilidad vibre desde la comprensión hasta el compromiso con el otro como sujeto o como colectivo. Un lugar donde la investigación salga de los laboratorios y alcance los espacios sociales para romper con los límites que restringen nuestra posibilidad de contribuir a un verdadero cambio social.

Queridos alumnos:

Ustedes están aquí para aprender a actuar en este contexto complejo, integrándose activamente al mundo de la universidad para ser protagonistas del futuro. Bien dijo Sócrates que la única manera de alcanzar el bienestar individual es procurando el bien común. Hoy en día sus palabras cobran una vigencia de inusitada resonancia.

Académicos todos:

El espacio que ofrece la autonomía universitaria, los márgenes de libertad para la realización de nuestras tareas de investigación, formación y divulgación; el carácter colegiado de nuestro gobierno universitario; la tolerancia para la convivencia de grupos y comunidades científicas y pedagógicas diversas, características todas ellas inherentes a la idea de universidad, son también, sin duda, elementos idóneos para construir escenarios más optimistas. Mi gratitud por inscribirse en este esfuerzo y a nombre de la universidad, agradecerles su compromiso.

¡Bienvenidos todos, académicos y estudiantes, al espacio idóneo para fortalecer, compartir, asumir y acrecentar los valores que hacen posible un futuro con sentido humano y social!. Qué éste y ningún otro espacio sea el enclave de nuestro compromiso. Hagamos de este territorio, el espacio más propicio para la construcción de ideas y proyectos, en donde la creatividad y la experiencia se conjuguen en la conformación de un entorno cordial y gratificante que nos permita disfrutar de los logros que sólo son posibles en una tarea tan noble como la universitaria que mientras más se prodiga, más se enriquece. ¡Bienvenidos todos a la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana!

Muchas Gracias