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Semanario de la UAM

25 04 2016

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Un idilio de texturas y colores en

Seis jóvenes artistas exponen

en la Casa de la Primera

Imprenta de América

Verónica Ordóñez Hernández

S

eis jóvenes artistas con trayectorias diversas

convergen en un idilio de textura y color, al

abordar la fragmentación y el aislamiento de

las sociedades contemporáneas.

En

Lecturas del desconcierto,

expuesta en la Casa

de la Primera Imprenta de América de la Universidad

Autónoma Metropolitana (UAM), Hazael González

Castillo (1974) hace de las cajetillas metálicas de ci-

garros una pieza que trasciende su propio tiempo,

inmortalizando objetos y personas que sin motivo

aparente captura a través de la lente de una cámara.

Las piezas en mediano formato elaboradas en óleo

sobre tela y metal, materiales con los que trabaja hace

23 años, derivan de su acercamiento a los exvotos pin-

tados por Frida Kahlo, aunque son los contornos y las

formas humanas complementadas con su historia, lo

que llama la atención.

En los muros de la sala I del centro de extensión

educativa y cultural de la UAM lucen también las pie-

zas de Pilar Córdoba Longar (1981), artista autogesti-

va motivada por su propia transformación; hace ocho

años que convive con los pinceles debido al interés y

motivación que encontró en la ciudad de Nueva York,

donde radicó un tiempo.

Córdoba Longar comenzó creando obras que rin-

den culto al cuerpo, una inquietud que pronto aban-

donó para entregarse a un arte más gráfico en el que

encuentra la comodidad para proyectar las transfor-

maciones de su propio ser.

El milenario arte de bordar en punto de cruz la se-

duce por su maleabilidad, textura y relieve y es una

técnica que utiliza para ordenar la saturación mental

en coloridos cuadros, entre ellos

Las cien mil y una

puntadas,

uno de los que estarán en exhibición hasta

el cuatro de junio.

Ricardo Cuevas Martínez (1978) explora el lenguaje y

coloca el libro como vehículo central de comunicación.

Con este soporte artístico evidencia una pieza preciada

pero imprecisa, una paradoja que resalta con el arte.

“Del libro contemplo la estructura misma y la histo-

ria de quien lo posee” para llegar a un tercer sentido,

en el que no sólo se lee el mensaje sino la escritura,

incluso de aquellos espacios que existen entre las pa-

labras, indicó.

Lecturas del

desconcierto