[Semanario de la UAM | 05•09•2016]
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CULTURA
Menelao Rapsodia,
un discurso nuevo
sobre personajes mitológicos
L
a sublime historia de la traición de Helena de Esparta,
seducida y raptada por Paris, responsable de la mítica
Guerra de Troya, es el pretexto para exponer hasta el
límite de la locura el inimaginable amor de un hombre por
una mujer y el quebrantamiento por la separación.
La narración no registrada en la mitología griega sobre
la desolación, desdicha, frustración y esquizofrénico dolor
del rey de Esparta fue presentada en un monólogo cauti-
vador y un trabajo actoral emotivo en
Menelao Rapsodia,
de Simon Abkarian.
Nicolás Sotnikoff dirigió y actuó esta puesta en escena en
julio pasado, en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael
Galván, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En poco más de una hora fueron expuestos los senti-
mientos delirantes, abismales, violentos y contradictorios
de Menelao; de la rabia a la desesperación o de la ebriedad
a la nostalgia resultaban palabras crudas, triviales y tiernas,
pero desbordantes de amor.
En la obra, que mostró un discurso nuevo sobre los
mitológicos personajes, no apareció en escena un ilus-
tre guerrero ataviado con ropas espartanas sino un
hombre elegante, enfundado en un traje contem-
poráneo de color oscuro, camisa blanca y corba-
ta negra, encarnado en Sotnikoff, quien relató
la historia de una profunda y dolorosa pasión.
Postrado en la mesa, acompañado de una
botella de licor y desorientado, Menelao emi-
tía fuertes insultos a Helena por su sufrimien-
to y humillación: es el peso de la vergüenza de
un ser fiel profundizada por su estado etílico.
Sotnikoff, inmerso en el personaje, se apo-
deró del escenario –decorado con una mesa
de centro, un banco, dos floreros con rosas
rojas y una pequeña columna– al recordar a
Helena cuando lo eligió como pareja. La ale-
gría era desbordante: bailaba, brindaba e iró-
nico mostraba a un rey errante, exiliado en su
incertidumbre. No deseaba ir a la guerra, quería
sólo tener a Helena. Enloquecía, lloraba, gritaba
de imaginar cómo Paris estaba con ella; luego se
daría ánimos para enseguida desplomarse y volver
a levantarse.
En su delirio, con los ojos desorbitados y la fortale-
za del odio, en un estado de exorcismo pelearía por su
mujer. Las huellas de sangre en su ropa simbolizaban la
victoria y la recompensa era el reencuentro con su esposa
amada para vivir juntos por siempre.
“La obra es un himno a Helena y al amor” a partir del re-
lato de un hombre que se cuestiona qué pasó, pese a haber
amado; además rompe algunos estereotipos sobre ambos
personajes: de ella, que fue una mujer fácil que abandonó
a su marido, o quizá una víctima; de él, que fue un torpe.
El tema es actual porque los textos sobre los griegos
no pierden vigencia. Abkarian realizó una creación libre ba-
sada en la tragedia griega, utilizada por ese pueblo para
confrontarse a sí mismo.
Expone los
sentimientos
delirantes,
violentos y
contradictorios
del rey de Esparta.
Fotos: Michaell Rivera Arce