Mascarada
para fragmentos
del cuerpo y rostro silente
Nallely Sánchez Rivas
L
a exploración del movimiento
en silencio, la tensión y el im-
pulso de un cuerpo que se de-
tiene, observa y respira es la esencia
de personajes femeninos poderosos
que conforman el más reciente tra-
bajo de danza de Rosario Armenta:
Mascarada
, cuya sustancia recuerda
que la vida es única, bella… y pasajera.
El proyecto –presentado este mes
de marzo pasado en el Foro Casa de
la Paz de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM)– estuvo centra-
do en el otoño, el tiempo y la experien-
cia derivada de un proceso creativo
iniciado por la autora en 2014, en ple-
na celebración de sus 50 años, cuando
decidió reformular su vida personal y
profesional luego de haber trabajado
como solista durante décadas.
En ese contexto de separación y
aislamiento surgió
Mascarada
,
nuestra
señora de las piedras,
como símbolo
de las huellas de la existencia que pe-
san como rocas, mientras recuerdan
marcas y cicatrices de la historia y los
cimientos de cada ser humano.
La temática y el objeto son senci-
llos: una parte comprende fragmentos
del cuerpo –manos y pies desprendi-
dos– para dar paso al verdadero impul-
so en el que la interpretación de cada
espectador será correcta, de modo
que cada quien conecte con aquello
que pueda y necesite para sí mismo
dando, de manera individual e inde-
pendiente, una explicación a lo que
Armenta llama un trabajo de apertura.
Otro aspecto relevante de la pieza
son las flores, usadas para represen-
tar la “impermanencia” y la belleza de
breve duración, pues la idea es “recor-
darnos que en esta vida estamos de
paso y de cara a la muerte”.
La bailarina, pintora y cantautora
Graciela Cervantes –quien dirigió la
compañía A la Vuelta en la década de
1980– colaboró con las transiciones y
desplazamientos en el escenario al di-
bujar durante la presentación y cerrar
con un bello canto oriental.
Mascarada
combinó tres concep-
tos: la danza personal, la coreografía
vivencial y la interpretación integral; el
primero emite un mensaje único, pues
cada anatomía –aun con las mismas
funciones que cualquier otra– carga
una historia propia; el segundo es la
experiencia de cada quien con el mo-
vimiento que transmite emociones
dramatúrgicas, y el tercero es una
expresión en el espacio sin relación
con la suma de toda una trayectoria
profesional.
Bailarina, coreógrafa y directora,
Armenta cuenta con más de cuatro
décadas sobre los escenarios y a sus
53 años hizo una pausa para reme-
morar el camino que la ha llevado por
este oficio como mujer, ya que “me
gusta retratar el cuerpo y la vida real,
con todo y las danzas cotidianas que
aterrizan en arquetipos”.
La artista destacó su participación
en
Ingrávida
–primer solo en el que tra-
bajó junto a su hijo, actualmente uno
de sus músicos– y de
El Principito
re-
cordó que “lo importante es invisible a
los ojos”, por ello este proyecto surgió
como una reinvención de sí misma al
verse afectada por una serie de sucesos
y la transformación de su organismo.
En esta propuesta utilizó la partitura
de
Eurípides y Medea
, de la compo-
sitora Eleni Karaindrou, cuyos cortes
acústicos son acompañados por una
iluminación impecable con transiciones
que tienden a lo oscuro, lo que resulta
en una integración de lenguajes.
Esta obra de
Rosario Armenta
comprende danza,
coreografía vivencial e
interpretación integral
[Semanario de la UAM | 03•04•2017]
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CULTURA