[Semanario de la UAM | 19•06•2017]
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SOCIEDAD
La baja en los índices de desnutrición
no se traduce en una sociedad saludable
Urge una política social
de bienestar con sistemas
alimentarios inclusivos y eficientes
L
a problemática de la desnutrición ha disminuido en
zonas rurales de México, estimándose que desapa-
recerá para 2070, pero esto no significa que quedará
resuelta, ya que el consumo de azúcares, grasas y alimentos
altos en calorías sigue en aumento, alertó el doctor Adolfo
Chávez Villasana, doctor
Honoris Causa
por la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM).
Chile y Costa Rica desterraron ese flagelo por medio de
movimientos sociales traducidos en programas que contaron
con la participación de profesores y médicos que brindaron
información oportuna sobre una alimentación correcta, lo
que derivó en una población más desarrollada, destacó el
presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.
Sin embargo, en el país ocurrió una revolución energé-
tica y, por tanto, una transición epidemiológica propiciada
por la llegada a las comunidades indígenas de refrescos y
comida chatarra –de alta concentración vigorizante y po-
pular entre los niños– a través del subsidio gubernamental,
modificando la dieta de maíz, frijol, un poco de hierbas y
carne, tradicional entre los pueblos autóctonos.
En la conferencia magistral de la
Cátedra: Alimentación,
nutrición y salud Dr. Javier Aranceta,
dictada en el Auditorio
Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la
Casa abierta al
tiempo,
el especialista sostuvo que los comestibles pro-
cesados no favorecen la buena nutrición, pues facilitan la
aparición de enfermedades crónicas no transmisibles.
La estructura dietética cambió a partir de 1970, cuando
los mexicanos bajaron el consumo de tortilla e incremen-
taron la ingesta de azúcares, grasas y productos altos en
calorías debido a que los platillos típicos fueron despresti-
giados por la publicidad mediante la promoción del gusto
por sabores dulces y salados, convertidos en los preferidos
de la mayoría de los individuos, reafirmó Chávez Villasana.
En 1983 fue adelantada una política de libre mercado
con predominio privado y aun cuando las cifras de niños
muertos por infecciones y desnutrición disminuyeron, las
tasas de mortalidad son altas todavía por causa de la con-
taminación o mal uso del biberón, persistiendo las epide-
mias de diarrea, lo que evidencia que el fenómeno está
lejos de resolverse.
El medio rural debería recibir “una fuerte inyección de
capital por concepto de remesas” para mejorar la situación
en la materia, pero la dificultad reside en que la gente ha
emigrado hacia las ciudades, por lo que la agricultura y el
comercio locales han resultado desfavorecidos, especificó
el integrante del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición Salvador Zubirán.
Para dar fin al control neoliberal en el rubro es necesa-
ria una política social de bienestar que establezca en los
planos nacional y regional sistemas alimentarios inclusivos
y eficientes, así como el fomento de prácticas de cultivo
familiar y comunal sustentables.
Debido a que lo que ingiere una persona afecta el geno-
ma, el epigenoma de los mexicanos está formado por 70 po-
limorfismos que facilitan la obesidad o la diabetes y, aunque
se trata de una cuestión heredada, afecta también una dieta
generadora de síndromes clínicos y contratiempos crónicos.
La industria de los comestibles chatarra obtiene alrede-
dor de 70,000 millones de dólares en México, “lo que ha
propiciado la aparición de un ambiente obesogénico que
no ha sido resuelto por los programas contra el hambre
que intentan dotar a la población de seguridad alimentaria,
pues ya hay infantes que presentan presión arterial alta y
resistencia a la insulina”.
México registró
una transición
epidemiológica
por la entrada de
comida chatarra
en comunidades
indígenas.