[Semanario de la UAM | 26•06•2017]
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SOCIEDAD
En México hay un vacío en materia
de ética pública, advierte experto
Los intentos por enfrentar
la corrupción han quedado en
paliativos y acciones cosméticas
L
a diferencia entre los países con bajos índices de
corrupción frente a los que presentan altos niveles en
la expresión de este fenómeno está en que los prime-
ros cuentan con instrumentos éticos de aplicación prácti-
ca, señaló el doctor Óscar Diego Bautista, profesor de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Autónoma del Estado de México.
En la
Jornada de ética pública, prevención de la corrup-
ción y ciudadanía en México
–organizada por la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM), la UAEM y el Senado de la
República– refirió que la descomposición social es mundial y
atañe a todos, y es necesario exponer los registros respecto
de la frecuencia con que se manifiesta en cada nación.
Aun cuando en el país operan la rendición de cuentas y la
transparencia, entre otros mecanismos, en realidad hay un va-
cío en materia de corrupción debido a que se trata de un tópico
mucho más amplio que está cobrando relevancia y en el len-
guaje político ha empezado a emplearse el concepto de ética.
Incluso, la Secretaría de la Función Pública tiene una
oficina que atiende el tema, mientras que el
Diario Oficial
de la Federación
publicó las normas para la creación de
comités y lineamientos que regirán a los servidores públi-
cos y la Cámara de Diputados estableció un código para
los legisladores, precisó el doctor en ciencia política por la
Universidad Complutense de Madrid, España.
Sin embargo “tenemos al menos 500 años de corrup-
ción, es decir, cinco siglos en que se ha anidado”, multipli-
cándose y penetrando en la cultura nacional, al grado de
que muchos piensan que así son los mexicanos y que es
imposible erradicar ese flagelo, consideró el docente.
Los intentos por enfrentar tan grave problemática han
sido “paliativos y acciones cosméticas”, pero no de fondo
pues se cree que no hay solución, aunque ante tal escepticis-
mo “yo creo que sí existe”, más allá de las salidas “mágicas”,
como la que propone la creación de un sistema nacional an-
ticorrupción que buscaría eliminar el fenómeno por decreto.
“Estamos como Hércules frente a la hidra de siete ca-
bezas a la que le nacían dos nuevas por cada una que le
era cortada”, pues aunque detengan a algún corrupto
“sabemos que detrás vienen sus corruptitos”, por lo que
“necesitamos –como decía Platón– verdaderos guardianes
del Estado, servidores públicos que se pongan la camiseta”.
Para entender la magnitud del conflicto es indispensa-
ble contar con “mentes pensantes con mucha sagacidad”,
porque esta práctica está en los tres poderes y en los tres
niveles de gobierno, así como en cualquier sector de la ad-
ministración pública, las organizaciones civiles y los ámbi-
tos electoral, académico, religioso y privado, entre otros.
También es preciso conocer el origen, que se encuentra
en la conducta deshonesta del servidor público, pues “lo
único que hace a alguien corrupto o no es su formación,
así como los valores que posea” y resulta ineludible que
quien pretenda convertirse en funcionario interiorice los
valores inherentes a su actividad y entienda la importancia
de su misión para “frenarse ante la tentación” de caer en
la descomposición.
La formación y los
valores son los
únicos factores
que hacen a una
persona honesta.