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La piedra es fundacional, en su centro se encuentra la verdad, por lo menos la
verdad del caminante que la lleva en su mano y que afirma en ese gesto que no hay
una verdad absoluta sino muchas relativas. La llama subjetiva de esta verdad ilumina
la del otro. Recordemos a Octavio Paz cuando habla de Cernuda y su propia verdad,
no como un halo destinado a su imposición, sino como el territorio moral de su
propia poética. En el fondo de la piedra está escrita“una verdad“, porque es como“El
Libro”, donde suenan todas las músicas posibles y se entrecruzan todos los mundos
posibles. Esa es la imagen que he querido expresar, la de una piedra que está rota
porque está desgastada, que se ha desprendido de la roca o del arrecife, de la misma
forma como el caminante ha sido separado de lo que aparentemente le pertenece
en la playa que recorre: el cielo, el firmamento, las estrellas, el sol… Se establece así
una complicidad entre el peregrino y la piedra, que no similitud, porque la piedra
tiene vida independiente y trata de revelarse, pero después del Encuentro y del Re-
conocimiento —que son las dos primeras partes del poemario—, inevitablemente
sucede el Abandono —tercera parte—, es decir, la piedra se esconde, sumiendo al
caminante en una especie de desolación absoluta porque es consciente de cuánto
está escrito en su centro.
Sin embargo, se trata de una desolación esperanzada que responde más a una
dialéctica negativa, propia de ciertas místicas orientales, que a una actitud nihilista, y
que podría interpretarse como una influencia del poeta Carlos Edmundo de Ory, que
fue para mí un maestro vital. Diría que queda la“memoria blanca”, donde el mundo
se vacía para ser nombrado, donde se conoce lo presente por su signo. A pesar de la
destrucción siempre queda un remanente, algo fragmentario, una grieta, un hueco,
un rayo, un fuego, una llama, una estrella…, no sé si eso deriva de mi necesidad de
confiar en algo que me permita continuar escribiendo o si es así porque sí, sin más
explicaciones; lo cierto es que sostengo esa esperanza.
(
Nombre y luz
)
5
Vuelve al lugar de tu materia,
al silencio perpetuo de la noche encendida.
Vuelve a la cumbre de tu nombre y bórrame,
como si entre tú y yo no hubiera espacio
porque ya éramos lo mismo antes de ahora.
Borra mi huella de tu cuerpo inerte,
y de tu centro dame la palabra
para nombrar la luz sin que me ciegue.
5
Ibid
., p. 39.