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El peso de la experiencia del sentir, su gravitación es tan contundente que no cabe argu-
mentación alguna, a pesar de lo irracional que pueda ser el referir dicha experiencia…
Como dicen los sufíes,“pruébalo”; no se trata de creer o no creer, o de una espe-
culación, sino de una vivencia aguda: “la fugaz llamarada del instante”.
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El mundo
como lo percibimos es una mediación, ¿hay algo atrás?, ¿qué hay entre mi ojo que
mira y lo que se da a mirar?, ¿una especie de reverberación?, diría que he intuido a
Platón más que conocerlo en profundidad.
Siguiendo a Platón,¿echa a los poetas de la ciudad regida por
Las Leyes
,normada por lamesura,
para que den nombre a lo que yace en lo oscuro? ¿Quién da el nombre siempre es el poeta?
En el fondo Platón es un moralista que busca la verdad absoluta de las cosas, y
no concibe que el poeta hable de las otras verdades que, en su opinión, pervierten la
correcta noción del mundo, y que fomentan la imitación y el delirio, la belleza de
las palabras. Y esa es la misión de la poesía: la reiteración y el esfuerzo continuo en
el nombrar. Cuando no hay nombre no hay nada. En el momento en que nombras
y vuelves a nombrar una y otra vez, se nombra por primera vez, porque en ese tenaz
ejercicio se capta la realidad huidiza de las cosas. Por eso siempre en mi poesía hay
esa constante referencia al nombre y a la palabra, nombro el nombre con insisten-
cia: “Eres el nombre antiguo/ de la forma sin límite,/ el orden y la brújula/ de estas
palabras ciegas”.
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Sin embargo, no creo que mis textos incurran en una meta-poesía o meta-lin-
güística. Lo que me interesa es destacar las herramientas con las que trabajo, no
analizarlas en el laboratorio del poema, y una de ellas es el nombre de las cosas.
Decía Borges, el nombre es arquetipo de la cosa, aludiendo al
Cratilo
de Platón: “Si
(como el griego afirma en el Cratilo)/ el nombre es arquetipo de la cosa,/ en las letras
de
rosa
está la rosa / Y todo el Nilo en la palabra
Nilo
…”
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El libro plantea una escala musical y comienza con un preludio.
Hay veces que me viene a la cabeza una célula sonora, que no sé a dónde me
va a llevar, la desarrollo poco a poco, y a como lo hago, surge el libro como si fuera
una sinfonía o una sonata. En este caso, se trata de una sonata para un instrumento
solo. Me quedo en la música de cámara, que quizá sea más fácil que la sinfónica o que
la ópera; busco conjugar elementos típicos y los poemas surgen en torno a un tema
musical. En principio pensé llamarlo
Variaciones
porque el libro abre con un poema
que intitulé “(
Preludio
)” y que de origen se llamaba “(
Tema principal
)”, los restantes
eran variaciones sobre este texto:
6
José Ramón Ripoll, “(
Fuego y memoria
)”, en
op. cit
., p. 43.
7
José Ramón Ripoll, “(
Luz extraña
)”, en
op. cit
., p. 56.
8
Jorge Luis Borges, “El Golem”.