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en cuanto toma conciencia que la escritura es una

prolongación intensa de la vida. En este nuevo mate-

rial retorna al tema angélico de su ópera prima, en

sintonía con los poemas seráficos de sus admirados

Rainer Maria Rilke, Carlos Pellicer y Rafael Alberti.

Al concluir la semana santa de 1946, recibe un tele-

grama que notifica que ha obtenido el primero y

segundo premio de los Juegos Florales de la Feria

de San Marcos con una muestra titulada “El Ángel”.

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En varios momentos recordaría que el monto de los dos premios

sumaría 2500 pesos,

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cantidad nunca antes vista por su padre,telegrafista veterano desde

los años de la Revolución. Para un estudiante con estrecheces económicas, penúltimo

de una familia de siete hermanos, con apremio de libros y vestimenta decorosa para

ejercer el oficio de abogado, poder pagar algunas cuentas con sus poemas resultaba

un tanto inverosímil, pero también, de dichosa gratificación.

Con esa expectativa, remitió por tercera ocasión material suyo al concurso de

Aguascalientes, con tan buena estrella, que volvió a obtener el primero de los pre-

mios, ahora con una muestra titulada “Preludio para un canto de amor”.

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Al año

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Antes de concluir 1945 publicaría su primer libro,

La muerte del ángel

, bajo el sello de la editorial Fir-

mamento; en dicho volumen reúne la serie de diez sonetos con los que se había presentado a los Juegos

Florales de San Marcos de abril de ese mismo año. Los tres sonetos de “El Ángel”, Bonifaz Nuño los

incorporó con mínimas variaciones en la sección “Algunos poemas no coleccionados (1945-1952)” en

el volumen compilatorio

De otro modo lo mismo

(1979). El texto que no incluyó en su poesía reunida es

un poema versicular —forma extraña en su discurso— titulado “Primera variación” que se inicia con

los siguientes versos: “Amor y únicamente posible compañía para el que vive a solas,/ como sombra de

imágenes pretéritas,/ como aprender flor que de sí misma engéndrase, desnuda,/ como espejo nacido

del reflejo de otro espejo,/ calladamente nace de lo cercano al alma de un ángel.” Este poema tiene el

siguiente epígrafe de Rilke: “Decidme quiénes sois.// Prontamente logrados vosotros.” El fragmento

pertenece a la segunda de las

Elegías del Duino

que en 1945 la editorial Centauro acababa de dar a cono-

cer en la versión de Juan José Domenchina. En esta ocasión, el jurado estuvo conformado por Amalia

González Caballero de Castillo Ledón, Antonio Castro Leal, Genaro FernándezMc Gregor, Julio Jiménez

Rueda y J. de Jesús Reyes Ruiz; la mantenedora del certamen de aquel 1946 fue la luchadora feminista,

primera embajadora y ministra mujer de México, escritora y periodista, Amalia González Caballero,

casada con el ateneísta Luis Castillo Ledón.

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En ese periodo el dólar americano se cotizaba en $4.85 pesos. El salario mínimo era de $3.39 pesos.

El mismo Bonifaz Nuño recordará que, en 1945, una botella de tequila Herradura cuesta un peso con

siete centavos. Con esas referencias, podemos darnos alguna idea del valor económico del premio.

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En este caso, el informe de

Los frutos ascendentes

sólo consigna como jurado a Julio Jiménez Rueda y

como mantenedor a Agustín Yáñez. El poema ganador, con algunas enmiendas, figura en la sección

“Algunos poemas no coleccionados (1945-1952)” del libro

De otro modo lo mismo

. La memoria de Rubén

Bonifaz Nuño conservó el nombre de la reina de aquellas fiestas: Alma Tiscareño. Para los curiosos,

en la página

http://www.feriadesanmarcos.gob.mx/UI/Reinas.aspx

, se puede admirar la belleza de esta

joven que cautivó al poeta. En el mismo portal sanmarqueño, se localiza la foto de Haydee Romero,

la reina de las fiestas de 1949, a la cual saludó el poeta durante la entrega de su tercera Flor Natural

obtenida en el torneo poético de Aguascalientes y de quien siempre mantuvo un recuerdo vivo y cari-

ñoso. Sin embargo, llama la atención que el gran traductor de clásicos grecolatinos no dedica ninguna

remembranza a su majestad, Esthela Aldana, beldad que presidió la entrega de su premio de 1947.