el aspecto de la autonomía frente a la producción, exposición y formas de consumo
en el arte. Como lo mencioné líneas atrás, uno de los problemas que el arte político
—y en sí todo el arte contemporáneo— es el hecho de que queda suspendido en un
espacio de legitimación. La academia, la crítica y los espacios museísticos producen
los mecanismos necesarios para proponer prácticas de consumo, así como formas
de producción y reproducción de estéticas y discursos —en ese sentido, el lugar del
mercado tiene un lugar preponderante, como podemos verlo en lamayoría de las pro-
puestas— pues se percibe que sin estos apoyos —que desde luego consolidan la figura
del artista—el poder con una propuesta artística quedaría desdibujado del mapa del
arte contemporáneo, y con ello, la propuesta de activación política. Sin embargo, si los
apoyos son otorgados,si las piezas obtienen su lugar en el panorama artístico ymercantil
donde el nivel de consumo socialmente lo supone todo, ¿acaso ese mismo arte —que
puede incluso defender las causas sociales más justas— no pierde su efecto político de
facto? La propuesta estética de Mayer dialoga críticamente con ambas posturas, sus pie-
zas plantean no sólo respuestas, sino formas de encarar la condición política desde una
estética honesta y crítica que ha traspasado fronteras de toda clase. Su cuerpo expuesto
en diversos formatos proponen una manera de entender la política revolucionaria.