10
británicos de aquella época se debe a personas que violaron el voto de silencio que
habían dado. Porque con la desarticulación del soe fueron destruidos los archivos; en
muchas ocasiones “incendios fortuitos”, sin embargo repetidos, destruyeron oficinas
enteras, como sucedió en El Cairo o en la comandancia de Baker Street, en Londres.
En Alejandría fueron destruidos en 1945:“So the history of soe in the Mediterranean
will never be told in any detail”.
9
Y en un determinado momento, como parece que ocurrió en el caso también
de Durrell, después de su misión en Chipre, el sis simplemente no volvió a en-
comendarles otros servicios.
Pienso que no existió jamás ningún cambio súbito en el comportamiento de
Durrell. Es probable que amara Grecia, pero como en el caso de Chipre, siempre y
cuando estuviera bajo influencia británica. Ambos países le resultaban soportables
como colonias británicas oficiales o extraoficiales; sobre el destino de sus habitantes
no parece haberse preocupado lomás mínimo, además existen distribuidas en su obra
expresiones descalificativas para los lugareños. Le bastaba con que fueran lugares de
residencia baratos y agradables, además de puntos de reunión, de manera que ofre-
cieran diversión y experiencias a los aspirantes a escritores, así como a sus amigos. De
esta manera, sus simpatías en Chipre se volcaron sobre la población minoritaria de
origen turco. Con el fin de favorecerlos trabajó intensivamente buscando la manera
de
resolver
el problema de los porcentajes cinco a uno entre la población, ganando
tiempo para poder crear las condiciones adecuadas para lograrlo, con el fin de que
la argumentación de Turquía que “no sólo era políticamente conveniente” llegara a
determinar el rumbo del problema de Chipre.
3.
Divide ut impera
En el caso concreto de Chipre Durrel no fue jamás un testigo privilegiado que
llegó con la intención de recuperar el paraíso que le robó la segunda guerra y se vio
sorprendido por acontecimientos inesperados. Su llegada a la isla no tuvo nada de
fortuita. El escritor sabía exactamente el porqué de su estancia. Y si aún viviera, poco
le faltaría para salir a la calle a gritar que se preciaba de estar entre los promotores
no sólo de la división“de facto”que la isla sufre hoy día, sino de la ocupación militar
turca de 1974 que la antecedió.
En lugar de hacerlo escribió
Limones amargos
, el libro-propaganda dirigido a
convencer a la opinión pública de la conveniencia de que la isla permaneciera bajo
jurisdicción británica. Asimismo, en sus páginas adelanta los planes de Gran Bretaña
sobre el futuro decidido para la isla, en complicidad con Turquía y la connivencia
estadunidense.
9
Cf
. nota 2 supra. “Por lo tanto, la historia del soe en el Mediterráneo no podrá ser puesta al
descubierto en todos sus detalles.”