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y reconocido escritor griego Rodis Roufos, con
La edad de bronce
, o la del destacado
poeta chipriota Kostas Montis, con
Puertas cerradas
, quienes publicaron estas obras
con el propósito expreso de dar a conocer el punto de vista helénico. La visión colo-
nialista de Durrell permanece como la única, incluso hoy día…
Sin embargo, sorprende que el centenario del nacimiento del escritor que declaró
no tener más patria que el helenismo, no haya servido para reconsiderar el contenido
de esta declaración en relación con su vida y su obra, cuando tan estrechamente se
relacionan con el destino del helenismo en su versión más dramática.
Porque
Limones amargos
, en particular, no tiene una sola línea que no ponga en
claro la visión de este “filoheleno” y porque, en general y con contadas excepciones,
el centenario (2012) sirvió solamente para añadir más ditirambos a los ya conoci-
dos. Pero si lo que interesa es comprobar que lo que hizo Durrell como escritor fue
“novelizar la verdad”, ¿por qué no se profundiza en ella?
2. Una incursión en el pasado
Siguiendo los pasos de su entonces íntimo amigo George Curwen Wilkinson
(1911-1967), Lawrence Durrell llegó a Corfú en 1935, para comprobar que la isla era
“exactamente lo que estaban buscando y algo más”, según carta de su amigo, quien
lo invitaba a reunirse con él allí.
Además de un destino barato donde poder vivir los aspirantes a escritores, lejos
de todo con el fin de consagrarse a la escritura, “Corfú era maravillosa”.
Por lo menos, ésta es la versión idílica que encontramos siempre que buscamos
información acerca de Durrell y su relación con Grecia. Tal vez los años en Corfú
hayan sido realmente para el escritor los mejores de su vida, pese a la inestabilidad
política que caracteriza a la Grecia de aquellos años, marcada por los repetidos gol-
pes de Estado, adelantamiento de elecciones, movilizaciones militares, supresión y
retorno de la monarquía, etc. Por otra parte, su estancia en la isla no fue continua.
El escritor viajaba continuamente entre Inglaterra y Grecia por razones personales
y profesionales, además de sus viajes a otras zonas.
Lo que sí es seguro, sin embargo, es que Durrell se encontraba en Atenas en
1939 trabajando para la Oficina de Información de la Embajada Británica como
consejero de Prensa extraoficial, gracias a los conocimientos del idioma griego y
de Grecia que había adquirido los años previos durante su estancia en Corfú. Sólo
que no se sentía completamente satisfecho en ese puesto, razón por la cual pidió
ser trasladado al Consejo Británico, tal como sucedió, después de haber presenta-
do una solicitud. Se convierte, de esta manera, en profesor de idioma inglés en el
Instituto Británico y desde ese instante se considera a sí mismo “profesor peripa-
tético de idioma inglés”. Desde ese momento, asumirá diversos puestos dentro del
aparato gubernamental británico que, al parecer, terminan cuando renuncia a su
puesto como Jefe de la Oficina de Prensa e Información, así como de la Estación
Radiofónica de Chipre, en 1956.