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interrogo a mi corazón a quien despierta el dolor

¿Qué crimen por mí o sobre mí consumado?…

…O si me persigue el mal de un sueño cautivo,

¿cuándo (el terciopelo de un soplo voló el oro de las lámparas)

con mis fuertes brazos apreté mis sienes

y, largamente, de mi alma contemplé los destellos?

¿Toda? Pero toda mía, amante de mi carne,

endurecida por un escalofrío su extraña extensión,

y en mis dulces lazos, con mi sangre detenida,

me veo verme, sinuosa, y doré

de miradas en miradas, mis profundas florestas.

Perseguía una serpiente que acababa de morderme.

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Valéry consolida su prestigio como el poeta de la modernidad francesa en 1920, con

la publicación de su poema

El cementerio marino

. En éste se condensa toda la poética

de Valéry: es la pieza clave de la llamada “poesía pura”, es la reflexión filosófica sobre

el ser y su existencia plasmada en la idea de los dioses que definen un destino. El

poema es sólo una forma que sostiene y articula un pensamiento, expresadamediante

imágenes provocadas por la presencia del mar y todo lo que significó para el poeta

como enigma de la existencia. Los dioses al final sobreviven a la negación del poeta.

El poema plantea la imposibilidad de la poesía:

Ese manso techo donde pasean las palomas,

entre pinos palpita, entre tumbas;

el justo Mediodía allí enciende fuegos

¡El mar, el mar, siempre vuelve sobre sí!

¡Qué recompensa tras un pensamiento:

una larga mirada sobre la calma de los dioses!

[…]

Estable tesoro, sencillo templo para Minerva,

masa de calma y visible reserva,

agua borboteante, Ojo que guardas en ti

tanto sueño bajo un velo de flama,

¡ay, mi silencio!…Edificio en el alma,

mas colmado de oro con mil tejas, ¡Techo!

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Versión de Bernardo Ruiz.