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de noviembre, los premios de un concurso lanzado por la Librería Biblos

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a fin de

elegir una nueva portada para la segunda edición de

Los senderos ocultos

de González

Martínez; el ganador de la contienda fue el aguascalentense Saturnino Herrán.

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Cuando se concreta la mancuerna López Velarde-Herrán para la edición del

libro del primero, el pintor gozaba de un prestigio creciente que lamentablemente

no se reflejaba en sus finanzas. Además de las piezas mencionadas en concordancia

con el neocolonialismo, el nativo de Aguascalientes había pintado varias

masterpieces

de méritos

inobjetables como

Bugambilias

(1911),

La ofrenda

(1913),

El jarabe

(1913),

El Cristo de los granados,

Tehuana

(1914) y

La criolla del mantón

(1915). Artista de

una producción a cuenta gotas, sus creaciones poseían un valor adicional que los

veleidosos precios del mercado no tentaban con sus demasiados ceros. Es famosa la

anécdota, presenciada por el poeta de

Zozobra

, de la visita que realizó la celebérrima

bailarina, Tórtola Valencia, a su estudio de la calle de Mesones; la española sucum-

bió al encanto de dos cuadros,

La criolla del rebozo

(1917) y

El cófrade de San Miguel

,

y comenzó la puja especialmente por el segundo: primero 1500 pesos, luego 2000 y,

finalmente 2500. Obviamente, esas cantidades ayudarían con mucho a la maltrecha

economía del artista; sin embargo, Herrán se mantuvo en su obstinado orgullo y no

cedió ni a la venta tan atractiva ni al destino de su obra que sería vista en Europa

por los grandes conocedores del arte moderno.

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Para Saúl Yurkievich, el título hexasilábico de dos pies anfíbracos, dado a su obra

inicial, “es un título ambiguo que sugiere la puja entre lo corporal y lo espiritual;

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Este lugar, ubicado en la calle de Bolívar número 22, fue un centro cultural de gran convocatoria.

Animado por su dueño, el español Francisco Gamoneda (1873-1953), la librería sirvió de galería para exposi-

ciones y foros para presentaciones de libros y de recitales. El 17 de septiembre de 1916, en sus muros se colgó

la primera exposición de José Clemente Orozco titulada

La casa del llanto

.

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Además de esta contribución, Herrán diseñó para el libro

Parábolas y otros poemas

(1918), del mismo

poeta tapatío,

“una vigorosa máscara” (González Martínez

dixit

) a modo de portada. También sería obra del

artista hidrocálido la viñeta de la portada de la revista

La Nave

(1916) que sólo se quedó en un primer número;

dicha publicación despertó muchas expectativas por la calidad de las colaboraciones y el prestigio de la nómina

de sus colaboradores. También, en ese año de 1916, año de resurrección de la cultura en la Ciudad de México,

nace la editorial Cvltura animada por los hermanos Rafael y Agustín Loera en complicidad con Julio Torri; en

ese sello editorial, Saturnino Herrán hará la portada y algunas ilustraciones para los libros

El pájaro azul

de

Mauricio Maeterlinck,

Poesías

de Leopoldo Lugones y

La virgen Úrsula

de Gabriel D’Annunzio, el primero

publicado en ese año cardinal y los dos restantes en los meses de abril y mayo de 1917.

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La anécdota la refiere el crítico literario Rafael Cuevas (1882-1942) en

Panorámica de las Letras I.

Ramón López Velarde

, Ediciones de la Revista de Bellas Artes, México, 1956. La visita ocurriría en el mes de

agosto de 1917, época en que la bailarina tuvo una larga temporada en el Teatro Arbeu y en el Virginia Fábregas

de la Ciudad de México así como en teatros de Puebla y Guadalajara. En la nota del poema velardiano dedicado

a la famosa danzarina,

Fábula dística

, Alfonso García Morales (García:

Obra poética:

2015) nos revela un

dato sobre la identidad de la modelo del cuadro

La criolla de la mantilla

(1917); esa bella desnuda de mantilla

y abanico es Tórtola Valencia, “la bailarina de los pies desnudos”, diría Rubén Darío. Es de suponer que dicho

cuadro sería pintado después de la visita, y que seguramente, la afamada Salomé española de los escenarios

seguiría insistiendo por llevarse una pieza de Herrán. ¿Se iría con las manos vacías, en septiembre de 1918,

cuando abandonó el país para continuar su gira en Estados Unidos? Ella misma era pintora y coleccionista de

arte; fue pintada por Ignacio Zuluaga y Anglada Camarasa.