A Ninfa Santos
Ese
cielo de nubes ondulantes,
espejo azul, amargo y transparente
donde es la luna como un pez lucinete
y los barcos son pájaros errantes.
Verde desierto de los navegantes,
un bosque rumoroso la corriente,
de musgo y sal los ojos y la frente
y espumosos caballos delirantes.
Y esta novia del mar, sola y lejana,
Puntarenas de Abril por la mañana
y el adiós del pañuelo hecho gaviota.
A cartago ese mar de vacaciones,
llega desde el recuerdo a mis balcones
con su piel cristalina, gota a gota
John Saxe-Fernández
Los elementos puros
de la Tierra, tanto del amor como, acaso, del desastre: agua, arena, luz.
Esta arena negra brotó hace tiempo de la entraña de la tierra.
La extrajo el magma primordial. Adivino el volcán, su furia, la
ceniza. Veo olas y viento, la textura negra de una ceniza que ahora lame
el mar. He aquí dos fuegos, extintos ya (queda su recuerdo, evoco
lo que fue, tal vez lo que será): el sexo negro de la mujer, hecho
de arena y de ceniza, lamido por el mar, sexo brutal que la besa. Agua
de mar, agua del origen donde nació Afrodita (la diosa a cuyo paso
crecían las hierbas y las flores).
Todo esto lo vea aquí, detenido un instante por
la luz.
Jaime Labastida
A los recuerdos la
transparencia los ignora. La espuma se hace silencio cuando una mujer mira
por encima de mi cabeza la suave perseverancia del mar y de la dormida
montaña.
La inmensidad futura es ese rostro que se apoya para siempre
junto a mi boca que todavía no aprende el silencio de extrañas
alturas.
Oscar Oliva
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