Nave
A cuestas se trae el viejo
árbol,
un garniel pleno de pájaros
y viento, el carácter acídulo.
En la mano una redaya
y el sólido propósito
de ser reflejo, agua confinada.
En la marea los vergeles
interiores,
al hueso, ceñidos,
el temor, el castañeo.
La carga es eco de costumbres
y noches,
haz de herencia y condena,
líquida refulgencia
que apresa destino y vilo.
En el pulso la memoria del
ébano,
el horizonte que esfuma
su contorno:
refugio salino de gorjeos,
atardecer.
Leva la voluntad, corre la
sangre; puerta. |
Mirador
Acaece la tarde,
a la lejanía un estallido
(faro);
apremia el recuerdo de los
días infantes,
la nota de Irveza, su aroma
a trino, a verdor.
A la distancia humedad, arena,
allá, plomizo humor
de terracería, franja de carrizales,
atrás, el recuerdo
del vino, el olor familiar, el acantilado.
Debajo del pie charcos y
setas (gotas),
gris el ánimo, paciencia
sólo por el sosiego; seduce la ola al risco.
Gesto y cabellos mudan,
exigua la tierra, sus confines
(la sonrisa es ya desvanecido acto, signo a la deriva);
moja el agua la nuca, la
lluvia sobre el párpado ablanda la memoria.
Cangrejos, avispas, cicatrices
de mar y jardín perdido,
Irveza, oscuro venero, puerto
de travesía hacia la ruina, isba y cayado.
¿Qué ausencia
guarda el vaivén del sargazo,
qué ruta ha conjurado
la densidad del viento?
Desde lo alto el corazón
se enfila,
la prudencia guarda su marcha,
discreta, destinal.
Habrá que jalar de
las redes, aprestarse al timón,
habrá que levantar
el ancla, partir. |
Muelle
Lugar del deseo, margen del
viaje
(orilla de la que nunca
se zarpa y jamás se llega),
aquí, a un lado del
crepúsculo
y de los avatares de la
estrella más alta,
la descendencia de los humores
salinos, el oleaje cautivo.
Rosa de agua, troquel de
cresta desfallecida,
peces que embrujan al ojo,
lo sacian, nudo entre mar y vuelo,
¿qué lenguaje
oculto se evapora del musical cangrejo?
La escala del óxido,
los cascos amoratados,
su exhalación de
mar y boyas descubren la tempestad,
la última nota de
dormitorio, la caricia en tierra firme.
Hacia el este Irveza, los
labios,
el caldillo;
en la voluntad jarcias,
remolinos, el olor de la merluza,
el clamor del piélago,
la estatura del alma.• |