Tres poemas
*Rocío Cerón
 
 
Nave

A cuestas se trae el viejo árbol,
un garniel pleno de pájaros y viento, el carácter acídulo.

En la mano una redaya 
y el sólido propósito de ser reflejo, agua confinada.

En la marea los vergeles interiores,
al hueso, ceñidos, el temor, el castañeo.

La carga es eco de costumbres y noches,
haz de herencia y condena,
líquida refulgencia que apresa destino y vilo.

En el pulso la memoria del ébano,
el horizonte que esfuma su contorno:
refugio salino de gorjeos, atardecer.

Leva la voluntad, corre la sangre; puerta.

   

Mirador

Acaece la tarde, 
a la lejanía un estallido (faro);
apremia el recuerdo de los días infantes,
la nota de Irveza, su aroma a trino, a verdor.

A la distancia humedad, arena,
allá, plomizo humor de terracería, franja de carrizales,
atrás, el recuerdo del vino, el olor familiar, el acantilado.

Debajo del pie charcos y setas (gotas),
gris el ánimo, paciencia sólo por el sosiego; seduce la ola al risco.

Gesto y cabellos mudan, 
exigua la tierra, sus confines (la sonrisa es ya desvanecido acto, signo a la deriva); 
moja el agua la nuca, la lluvia sobre el párpado ablanda la memoria. 

Cangrejos, avispas, cicatrices de mar y jardín perdido,
Irveza, oscuro venero, puerto de travesía hacia la ruina, isba y cayado.

¿Qué ausencia guarda el vaivén del sargazo, 
qué ruta ha conjurado la densidad del viento?

Desde lo alto el corazón se enfila, 
la prudencia guarda su marcha, discreta, destinal.
Habrá que jalar de las redes, aprestarse al timón,
habrá que levantar el ancla, partir.

   
Muelle

Lugar del deseo, margen del viaje
(orilla de la que nunca se zarpa y jamás se llega),
aquí, a un lado del crepúsculo
y de los avatares de la estrella más alta,
la descendencia de los humores salinos, el oleaje cautivo.

Rosa de agua, troquel de cresta desfallecida,
peces que embrujan al ojo, lo sacian, nudo entre mar y vuelo,
¿qué lenguaje oculto se evapora del musical cangrejo?

La escala del óxido, los cascos amoratados,
su exhalación de mar y boyas descubren la tempestad,
la última nota de dormitorio, la caricia en tierra firme.

Hacia el este Irveza, los labios, el caldillo;
en la voluntad jarcias, remolinos, el olor de la merluza,
el clamor del piélago, la estatura del alma.

   

 
 
*Rocío Cerón (ciudad de México, 1972) es poeta y ensayista. Ha colaborado en diversas publicaciones de circulación nacional, como el suplemento El Ángel, del periódico Reforma, y el semanario Etcétera. Fue becaria del Fonca (1998-1999) en el área de poesía.