LA VISIÓN POÉTICA DE JAMES HILLMAN
* Gabriel Ríos 
La visión poética de James Hillman construye las estructuras de nuestra conciencia con tanta fuerza e influencia, como lo hacía Marsilio Ficino, profesor y traductor florentino, que creaba metáforas de "gente menuda" sin que la paradoja fuese el resultado inmediato de escribir con sentido musical.

James Hillman se obsesionaba con el mito de la doncella que pasea por el campo de narcisos y en la vigilia proyecta una dulce inocencia, para creer en el verbo.

En el libro Re-imaginar la psicología, Hillman coloca a Marsilio Ficino en la contemplación de nuestros actuales signos de muerte. Ficino nos inicia en la magia de Perséfone, que en el claro del bosque y ante el apuro de kukila, ave negra del amor, escuchamos disonancias que asociadas con el factor irracional de la vida, expresan, mediante la vina, una especie de cítara, la voz de la humanidad.

Para el etnólogo e historiador Marius Schneider el plano acústico alcanza su mayor grado de desarrollo en la mística primitiva. Reconoce el autor del título El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y las esculturas antiguas, que el tambor es el artefacto transmisor de la parte del alma llamada corazón.

El psicólogo Hillman dice que como imitatio de la antigüedad pagana, la relación entre la perspectiva espacial y la polifonía sonora ha sido señalada por el compositor Lowinsky como el problema que nos remite a la relación que existe entre lo uno y lo múltiple.

Ejemplos de politeísmo musical, en lo que se refiere al contenido, lo encontramos en las canciones astrológicas de Ficino, que las inventaba e interpretaba para establecer la armonía de los planetas que regían sus melancólicos estados psíquicos. Marius Schneider refiere el concepto al dinamismo del tambor, que nos hace admirar el firmamento del Zodiaco.

 
 
   
A Hillman le interesa destacar la vivencia de la imaginación del Mediterráneo, en donde se cocina una retórica gnóstica, oriental, científica, predicadora, ingenua, inarticulada e inculta: la costumbre de imitar las voces de los animales, vivas en diversas partes del mundo. Por mencionar una, en el himno védico, una rana grita como una vaca y la otra como una cabra.

El moralismo refuerza la razón y voluntad del viejo y sarcástico ego, el enemigo acérrimo de las imágenes, la distorsión reprimida del hombre, escribe Hillman, y agrega que a través del sueño podemos llamar a la sombra, que ha viajado desde tiempos primitivos y ha manifestado su influencia en dos grandes culturas: la de la Grecia antigua y la del Renacimiento italiano.• 

*Gabriel Ríos es escritor. Sus colaboraciones han aparecido en los suplementos La Jornada Semanal (La Jornada) y El Ángel (Reforma), así como en la extinta revista Equis