Lo real y lo poético de Edmundo Font 
*David Patlán
La poesía es el encuentro del lector con el libro, el descubrimiento del libro.
Jorge Luis Borges


 Imaginemos que nuestra vida puede ser más auscultada que leída, más una elegía que baladí. Sólo entonces podemos sentirnos sobre una hoja de papel antes que la tinta profane su naturaleza para convertirse en parte de un escrito, donde cada frase busque afanosamente no la descripción sino la composición. Donde lo real y lo poético se oponen para complementarse.

Jorge Luis Borges pensaba que cada palabra es un acto poético. Con Cascada de azul desierta, Edmundo Font confirma el pensamiento del escritor argentino. De manera particular el libro, del también artista plástico y fotógrafo, busca conjugar lo real a partir de lo poético, utilizando lo mundano como inspiración y la palabra como espejo. 

Las palabras de los poetas no son sólo significado o estructura lingüística, también son eufonía. Los versos no deben ser sólo ensimismamiento, también deben ser diálogo. Edmundo Font logra con sustantivos, verbos y adjetivos precisos registrar lo real a través de su poesía; convida con avidez una serie de figuras, situaciones, remembranzas y realidades con el espíritu del descubrimiento. Su poesía trata al lector como si fuera la voz que escribe.

Sin que la realidad absorba por completo sus versos, el autor conquista la alquimia literaria al transmutar en composiciones poéticas los actos más cotidianos, casi comunes al quehacer de personas, cosas y hasta de la imaginación. Como casi todos los poetas, la temática que desarrolla se injerta de lo amoroso y lo fatídico, andanzas poéticas que van del placer al homenaje. Se puede reconocer que los versos de Font son su acercamiento con lo real a través de las formas poéticas.

Cascada de azul desierta está integrado por cinco ejes temáticos, que le otorgan un tacto de lectura. Se busca no el sentido de distribución propiamente, sino de concurrencia. Con poemas predestinados a la ubicación entre las secciones Cajón de imágenes y "No existe pecado al sur del Ecuador"; con el propósito de manifestarse como conjunciones de lo real. Allí cada poema cobra sentido, por fuera sólo son menesteres comunes, digamos, perfiles irreales de lo poético.

El libro no es sólo un conjunto de poemas, está acompañado por dibujos de Gilberto Aceves Navarro. Los dibujos no fungen como meras ilustraciones de los poemas, poseen fuerza propia, otorgando al lector la posibilidad de disfrutar dos artes. Se puede decir, tanto como disfrutar, que ambos creadores se integran.

Octavio Paz creía que la literatura emite sentidos y después corre tras ellos. En el Mono gramático expresa que el sentido —a mi parecer el poético— "es aquello que emiten las palabras y que está más allá de ellas, aquello que se fuga entre las mallas de las palabras y que ellas quisieran retener. El sentido no está en el texto sino afuera"; por lo anterior los poemas de Font buscan ser las mallas que retengan la realidad. 

Parte de la poesía consiste no sólo en la inspiración sino en el dominio de la técnica. Sin embargo, la poesía contemporánea desafía no sólo las convenciones de la versificación, sino también, en ocasiones, el criterio de la respiración del poema, vulnerando barreras morfológicas y sintácticas. Así entonces al autor puede llamársele un trans-gresor de términos analíticos como aliteración, onomatopeya y paronoma-sia; admitiendo recursos y posibilidades lingüísticas del verso libre que hacen de su poesía el encuentro con lo tangible, digamos por su propia voz 

para náufragos
que se encuentran
con pedazos de sí mismos.
Con veinticinco años en la diplomacia, Font demuestra en su quehacer literario en esta y otras obras (Cervantes y Portiniari y El dedo de Cratilo) un acercamiento con parte de la tradición clásica, donde se hablaba del prodesse et delectare (instruir deleitando), cuando su poesía inspira a la realidad. Cada poema denota influencia de la lírica oriental, que entre el tanka por su brevedad y concisión, y el haiku  —definido como una especie de iluminación(satori)—, podrían considerarse elementos de la poesía fontiana por el arqueo de condensar sensaciones, imágenes y, más aún, esbozos de una imagen.
 
 
 
 
   
Sin embargo, cuando el poeta concibe al verso no nos encontramos ante lo poético, es hasta que la poesía tiene por refugio las páginas entintadas de un libro que al escribano puede concedérsele el título de poeta. Puedo estar equivocado en tal apreciación, sin embargo recurro nuevamente al autor de "El aleph", cuando expresó: "La poesía es el encuentro del lector con el libro, el descubrimiento del libro".

La lectura de Cascada de azul desierta permite al lector no asiduo del rigor que implica la métrica o el glamour del reconocimiento público, tener una opción, quizá un destino. Que le permita su reencuentro con el deseo, la naturaleza humana, el tiempo, y, por qué no, con la poesía misma. "Tan cursi y tan humana", como la ha descrito el poeta mexicano José Ángel Leyva.

Edmundo Font, Cascada de azul desierta, dibujos de Gilberto Aceves Navarro, UAM (Molinos de Viento, 155. Serie Mayor, Poesía), 2002, 112 pp.

*David Patlán es egresado de la licenciatura en comunicación social de la UAM Xochimilco. Director de la revista de creación literaria El Burak. Colabora en la revista Tecnología Ambiental y el diario El Heraldo de Reynosa.