DE GOBERNANZA DEMOCRÁTICA |
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*Édgar D. Heredia
Sánchez
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...corrigiendo a Clausewitz, la política no es sino la extensión de la economía por otros medios. Kevin W. Hula Introducción La ola democratizadora que vive la mayor parte de los países del mundo y la expansión de las libertades públicas y económicas plantean al Estado y a la sociedad problemas cruciales de organización política, de orden gubernamental y de gestión pública. Gobernar en contextos políticos plurales autónomos de alta intensidad ciudadana y con graves problemas sociales que aún no han sido resueltos, parece exigir dos requisitos fundamentales: gobernar por políticas y gobernar con sentido público mediante las más diversas formas de intermediación. Como anota Javier Medina: el equilibrio de fuerzas entre los poderes legislativo y ejecutivo hace que las acciones y toma de decisiones sean definidas de manera compartida. La pluralidad de la vida política en México, como reflejo de la situación actual, obliga a la negociación y la conciliación de intereses entre los distintos actores políticos. De lo contrario la labor gubernamental sería caótica y en permanente confrontación. Sería como tratar de aplaudir con una sola mano. Gobernar en este ambiente implica hacerlo de acuerdo con una política pública, lo que significa incorporar la opinión, la participación y la corresponsabilidad de los ciudadanos. La política pública supone gobernantes elegidos democráticamente y políticas compatibles con el marco institucional. Kevin W. Hula recupera acertadamente a Robert Salisbury y señala: "el ambiente político de hoy es un ambiente desestabilizado de intereses fragmentados y desafíos multidimensionales de los distintos grupos sociales, es decir hay un ambiente de atomización",1 en donde cada sector social trata de imponer legítimamente en la agenda gubernamental la resolución de sus problemas. Gobernar hoy implica la atención de intereses locales para solventar problemas globales. La alternancia política que se concretó en 2000 puso a México en el concierto de las naciones democráticas. En palabras de José Woldenberg: "la alternancia política no dio paso a la democracia, sino que ésta demostró su existencia".2 La consolidación de la democracia ha hecho de la mexicana una sociedad abierta y de alta competencia política, lo cual ha traído que el debate sobre la conformación de la agenda política y gubernamental prescinda de la consolidación democrática, para dar paso a los temas de gobernabilidad, desarrollo económico y justicia social. Los mecanismos de funcionamiento del sistema político mexicano se han transformado en los últimos 20 años. El presidencialismo autoritario ha sido superado por las dinámicas políticas y la apertura democrática, lo cual pone de manifiesto que el arreglo institucional vigente requiere ser modificado y adecuado a las nuevas condiciones de pluralidad y competencia política, tanto en los terrenos electoral, gubernamental y organizativo. Es decir, aquello que había sido aceptado como la omnipotencia del poder ejecutivo federal, sus facultades legales y metaconstitucionales como grandes prerrogativas jurídicas para superponerse a los otros dos poderes, ha quedado obsoleto. El omnipoder que ostentaba el ejecutivo se fundaba en elementos ajenos a lo que el texto constitucional señala. El principio de división de poderes y la inexistencia de un gobierno monopartidista ponen de manifiesto que el arreglo institucional y la norma jurídica son incompatibles, lo que dificulta el ejercicio del poder y las acciones del gobierno. Esto compromete por un lado la certeza y confianza para desarrollar programas económicos de beneficio social; y por el otro, conduce a escenarios y coyunturas que ponen en riesgo la gobernabilidad y gobernanza democráticas, estratégicos en escenarios de interdependencia económica y mundialización de los problemas públicos. Uno de los instrumentos para enfrentar el desafío del ejercicio de la autoridad en los sistemas democráticos es el lobbying o cabildeo. Estructura conceptual El estudio del evento político se nutre hoy de un nuevo factor que aniquila y debilita la fuerza comprensiva y el sentido de categorías y conceptos clásicos de la ciencia política. Dicho fenómeno es el de la globalización, cuyo paradigma principal es la integración del mundo por vía económica, mediante la generación de zonas geográficas de intercambio comercial que compiten entre sí, lo cual ha provocado el debilitamiento o al menos la limitación de conceptos como Estado y ciudadanía, entre otros. Ello obliga en un primer momento a ubicar en su justa dimensión las nociones de conceptos categóricos como gobernanza, cabildeo y lobbying. César Nicandro Cruz escribió hace un par de años para una revista especializada en términos como gobierno, asuntos públicos y administración pública un interesante artículo sobre el governance y la governability, del cual se da cuenta aquí. Nicandro Cruz señala: governance ha sido mal traducido al castellano (como buen gobierno, gobernación, gobernancia y gobernabilidad), lo cual nos ha llevado a (con)fundir y mimetizar governability y governance. Según Mayntz al no existir una palabra internalizada, el desarrollo teórico del governance se entiende como el resultado de extensiones semánticas y de significado que pueden entenderse como cambios paradigmáticos. Por el lado del concepto governability, éste se ha caracterizado por ser ambiguo y concebirse como un catch-all words. La gobernabilidad democrática es entendida como la capacidad de presentar y poner en marcha decisiones políticas mediante cauces institucionales y las reglas del juego establecidas en los regímenes democráticos. La gobernabilidad es un atributo sistémico, una capacidad y se confiere su existencia (en un nivel elemental) a la rama ejecutiva del gobierno, y más ampliamente al gobierno en su totalidad y al sistema político en su conjunto. La governance democrática se refiere a los patrones y estructuras mediante las cuales los actores políticos y sociales llevan a cabo procesos de intercambio, coordinación control, interacción y toma de decisiones dentro y entre órdenes sociales y regímenes democráticos. Kooiman define governance como los patrones o estructuras que emergen en un sistema sociopolítico, como el resultado común o outcome de los esfuerzos de intervención interactiva de todos los actores implicados.3 La governance también puede ser definida como el conjunto de mecanismos y métodos para atender un amplio espectro de problemas y conflictos, mediante los cuales los actores implicados usualmente llegan a tomar decisiones vinculantes y satisfactorias (Schmitter, 2000). Gran parte del estudio de la governance se centra en la actualidad en el papel que las instituciones públicas, económicas y sociales juegan como articuladores de decisiones públicas y como modeladoras de procesos socioeconómicas en el interior de los regímenes democráticos. El reconocimiento y reivindicación del papel central del Estado como articulador (y conductor) de procesos políticos en las democracias no consolidadas se vincula fácilmente con la governance, ya que se asume la importancia del Estado y de su gobierno como catalizador y conductor de la acción colectiva. A través de ella, el tejido institucional que configura afecta directamente la governability, ya que en la medida en que la governance se entienda como un conjunto de instituciones (patrones, estructuras, reglas de juego) que condicionan y posibilitan la acción social y política, se reconoce su papel como determinante de las capacidades individuales, colectivas y sociales para la toma y aplicación de decisiones políticas y de política pública bajo contextos democráticos, además de ampliar las posibilidades explicativas para la determinación de razones que permitieron generar su ulterior éxito o fracaso. Como Feldman propone, es necesario un posterior cambio en el foco de análisis que deje atrás el estudio de la estricta arena política para concentrarse en el estudio de la governance y su contribución a la governability en un sentido amplio.4 El estudio de la governance y su contribución a la governability, debe ir a fondo, pues la segunda condiciona la operatividad y eficacia de la primera, o de otro modo: hay que ver de qué forma la gobernabilidad o ingobernabilidad modifican, refuerzan o suprimen las reglas de juego y las estructuras de interacción sociopolítica. El lobbying dicen Lerdo de Tejada y Godina
es una voz de origen anglosajón que se define en castellano como cabildeo y es entendida como: la facultad de ejercer presiones; tratar de convencer; intentar neutralizar; modificar o influir en las decisiones de la autoridad pública. Por su parte Norberto Bobbio define al lobbying en su Diccionario de política como el proceso por medio del cual los representantes de los grupos de interés actúan como intermediarios y ponen en conocimiento de los legisladores, o de los decisión-makers, los deseos de su grupo.5
El Diccionario de la Real Academia Española, en su versión más reciente, define el vocablo cabildear como gestionar con actividad y maña para ganar voluntades en cuerpo colegiado o corporación. Algunos autores prefieren utilizar el término lobbying en vez de cabildeo, ya que presuponen erróneamente que cabildeo es una voz que se asocia más a una figura jurídica de autoridad local en México que es el cabildo, lo cual es inexacto. Por un lado cabildo es una figura que responde a un modo de organización del poder público y la representación popular y el cabildeo además de ser una actividad que pretende incidir en la toma de decisiones, es en términos lingüísticos verbo y el cabildo un sustantivo. De tal modo que para efectos de este artículo cabildeo y lobbying significan lo mismo. Doris Gómora anota que el cabildeo es la actividad que realiza para alcanzar un cambio específico en un programa o proyecto gubernamental, o para influir en un actor con poder de decisión. Dentro de la práctica parlamentaria el término se refiere a negociar o gestionar con habilidad y astucia para presionar a los legisladores a favorecer alguna iniciativa que después se convierta en ley.6
Existen diferentes tipos de lobbying, según el texto de
Lerdo de Tejada y Godina, quienes identifican los siguientes tipos:
Lobbying al interior. Consisten en acuerdos de estrategia y acciones dentro de una organización. Lobbying de seguimiento. Realizar un trabajo para mantener y ampliar los beneficios logrados o para o paliar o retardar las decisiones contra la organización.
Las actividades del lobbyist, gestor de grupos de interés o promotor de coaliciones, se dividen en dos tipos: actividades de política, las cuales implica incidir en la formación de la agenda política y actividades electorales; mientras que por el otro lado están las actividades de políticas públicas, en donde se busca incidir en la formación de una política pública o bien en la conformación de la legislación en torno a un tema determinado.7 El cabildeo/lobbying El lobbying tiene como referencia obligada sociedades democráticas y de alta competencia política. Es decir, se genera lo que Robert Dahl ha dado en llamar poliarquía, la que define como una sociedad en la que diferentes actores tiene influencia en la toma de decisiones. El cabildeo nace de manera normal, ya que lo que pretende es que los intereses privados figuren como intereses públicos, cuidando que no se obtengan beneficios ilegales. El lobbying se incluye como un derecho ciudadano para impulsar temas específicos ante órganos colegiados. Los estadunidenses lo entienden como la actividad que se expresa en el derecho ciudadano de influir en el gobierno. Sin embargo, esta actividad, como lo señalan los autores de El cabildeo en México, ha sido profundamente desprestigiada por los niveles de corrupción que llegó a tener, ya que tiende a confundirse con actividades de cohecho o bien de tráfico de influencias para favorecer la toma de decisiones en cierta dirección. De ahí la necesidad de definir en nuestro país un marco jurídico que sea estricto, pero también uno de los más claros. Históricamente el cabildeo encuentra sus primeros datos de regulación en 1946, cuando el gobierno estadunidense estableció la primera Federal Regulation of Lobbying Act; sin embargo fue hasta 1995 cuando se regula la actividad con el documento llamado The Lobbying Disclosure Act. Los puntos que destacan de dicha acta son: Obtener un registro como lobbyista tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, dentro de los 45 días siguientes al inicio de haber establecido contacto con cualquier congresista.
El cabildeo, dice Javier Median
es una de estas nuevas formas de interlocución política que debe servir para evitar los abusos de la autoridad, luchar contra la negligencia, procurar el balance entre el interés económico y el interés público, evitar los extremos en la acción de gobierno. En suma, el cabildeo debe servir para aplanar caminos a la democracia.10
Retos del cabildeo en México México es una nación neófita tanto en la democracia como en el uso de herramientas e instrumentos políticos, como lo es el lobbying y el mercadeo político, por ejemplo. Si bien éstos son sobredimensionados en su tarea y pertinencia o bien son ignorados y poco estudiados, esto da paso a análisis intelectuales cómodos y poco serios. La agenda política mexicana está hoy conformada por las reformas estructurales, el tema laboral, hacendario, energético o bien los temas de sustentabilidad o medioambientales. Sin embargo, poco se ha reparado en el arreglo constitucional e institucional, el cual debe reconfigurarse con objeto de promover una interacción por cooperación entre los poderes públicos para hacer fluida la convivencia política y la toma de decisiones, ya que el actual modelo promueve el bloqueo gubernamental y la participación por funciones entre los órganos de poder, lo cual no hace sino contraponer posiciones. La recomposición del escenario político no sólo resulta vital para el buen desempeño del cabildeo, sino para el de todas las actividades del gobierno en su conjunto, lo cual hace indispensable al menos tres retos en lo inmediato para el país y sus autoridades. Primero: es urgente rediseñar el modelo de convivencia y participación de los tres poderes de la unión, con objeto de promover un modelo de pesos y contrapesos, en el sentido madisoniano del término, donde los poderes sean corresponsables de la toma de decisiones por cooperación y no por función o facultad legal. Segundo: este arreglo jurídico-institucional tiene que impactar en el establecimiento de un nuevo orden normativo en todos los órdenes de la vida nacional, con lo cual se deje en claro un estado de derecho que regule la vida en sociedad. |
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Tercero: el lobbying debe de dar paso a
un esquema de profesionalidad donde se deje en claro que el cabildero es
un profesional del análisis de políticas públicas
y de la vida política y económica y no un mero sujeto encargado
de las relaciones públicas. La actividad además de profesionalizarse
requiere de un doble ejercicio de transparencia: por un lado, debe contar
con la transparencia y las facilidades de acceso a las actividades que
lleva a cabo el gobierno (no sólo el lobbyist, sino la sociedad
en su conjunto debe de saber qué y cómo hace su tarea el
gobierno), con objeto de reducir las sospechas a las que la actividad misma
es inherente; por otro lado, debe asegurarse que la legitimidad de los
intereses privados y su gestión ante los decisión-makers
no conduzcan a la obtención de beneficios ilegales. Para lo anterior
Lerdo de Tejada y Godina proponen considerar los siguientes aspectos:
Definir con claridad la naturaleza y alcances del cabildeo y promoción de causas.
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Bibliografía Kevin W. Hula, Cabildeo/Lobbying, México, Limusa, 2004, 235 pp. Sebastián Lerdo de Tejada y Luis Antonio Godina, El lobbying en México, México, Miguel Ángel Porrúa, 2004, 161 pp. José Woldenberg, La construcción de la democracia, Barcelona, Plaza y Janés, 2002. Notas 1 Kevin W. Hula, Cabildeo/Lobbying, México, Limusa, 2004, p. 16. 2 José Woldenberg, La construcción de la democracia, Barcelona, Plaza y Janés, 2002, pp. 21-22. 3 J. Kooiman, Modern governance: new goverment-society interactions. Newbury Park, California, 1993, p. 258. 4 E. Feldman, "La evolución de la reflexión politológica sobre la democratización", en Instituciones y desarrollo (2001), 8-9, pp. 367-384. 5 Sebastián Lerdo de Tejada y Luis Antonio Godina, El lobbying en México, México, Miguel Ángel Porrúa, 2004. 6 Doris Gómora, "Los gatos en cabildeo", en Reforma, México, noviembre 7, 2002. 7 Hula, op. cit. 8 Lerdo de Tejada, op. cit., pp. 85-87. 9 Hula, op. cit. 10 Javier Median, "Los retos del cabildeo", en Reforma, México, agosto 31, 2003. |
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