Pensamiento borroso y narrativas cotidianas
* César A. Cisneros Puebla
David Byrne (1997) formuló recientemente y con toda claridad tres puntos sobre los cuales debemos reflexionar los científicos sociales antes de que valoremos las implicaciones que la llamada teoría de la complejidad tiene sobre la forma y el contenido de nuestros programas de investigación. En primer lugar, siguiendo a Prigogine y Stengers (1984) insiste en que reemplacemos a la mecánica por la termodinámica como nuestra analogía central; a continuación, que asumamos que los sistemas evolucionan, que sus cambios no son reversibles y, por tanto, los sistemas son esencialmente históricos (es decir, que ellos tienen propiedades emergentes que nos exigen visualizar sus dimensiones temporales y sociales); por último, que reconozcamos el carácter metateórico de la teoría de la complejidad que la identifica como la ontología científica complementaria a la ontología filosófica del realismo crítico desarrollado por Bhaskar. 

Estemos o no de acuerdo con este planteamiento hemos de reconocer que, por principio de cuentas, la discusión en torno a estas cuestiones se ha tornado realmente álgida. Y no solamente por las tareas que una empresa como ésta nos propone si no, además, por la necesaria pregunta en torno a la pertinencia de las mismas. Pensemos, por ejemplo, en el caso Sokal (1996) cuya transgresión en el panorama de la vinculación entre Teoría Quántica y Ciencias Sociales y "sus perniciosas consecuencias en el relativismo posmodermo" 

sigue causando asombro en el mundo entero al ubicarse al centro de nuestro contemporáneo horizonte académico dibujado por la polémica en torno a los límites, los vasos comunicantes y las fronteras de ambas disciplinas: al grado de que, a veces en broma, otras con mucha enjundia enfrentemos el punto generando matemáticas para los hermeneutas o hermenéutica para matemáticos. 

Por cualquier lugar que se le vea, sea asumiendo la empresa de revisar esos tres puntos o rechazándola, sea valorando sus implicaciones o ignorándolos por impropios, o simplemente negando su importancia dado que atañe exclusivamente a quienes se encuentren interesados en el tema, la cuestión de si es conveniente mirar a las ciencias blandas desde la perspectiva de las duras, a pesar del transcurrir del tiempo, nos sigue alertando al exigirnos adoptar posiciones suspicaces. No vamos a entrar en detalles sobre la forma en que la complejidad representa un cambio fundamental en el programa lineal y tradicional de la ciencia, vista en conjunto, y sus ideas de certidumbre y aleatoriedad, tampoco vamos a analizar si el amplio espectro de la metodología cualitativa en ciencia social acompaña a la reflexión sobre la teoría de la complejidad en ciencia social. El esfuerzo aquí y ahora, es más modesto: si la teoría de la complejidad está formada por cuatro cuerpos de pensamiento (la fractalidad, el caos, la catástrofe y la borrosidad) elegiré esta última para abordarla desde una perspectiva particular. Aunque antes de comenzar no esté de más afirmar _sin seguir al realismo crítico como sugiere Byrne, si no a un constructivismo radical _ que la complejidad del mundo no nos impone ni fractales, ni caos, catástrofes o conjuntos borrosos como si fuesen la primigenia ontogénesis de la realidad suprema, en todo caso, se trata, única y exclusivamente, de actos de distinción, de procesos de observación, de perspectiva particular, por medio de los cuales hacemos más bella nuestra relación con el mundo y sus ámbitos de sentido. Así, podemos reiterar que las lógicas de los mundos son las lógicas de la construcción de esos mundos. 

Aunque no debe pasar inadvertido que la empresa sugerida por Byrne nos involucraría en el examen detenido de por lo menos otros cinco campos que habría que sumar a los de borrosidad, geometría fractal y teorías del caos y de catástrofes. Campos tan diversos y atractivos como: 1) el referido a la auto-poiesis, capacidad de un sistema para organizarse de tal manera que el único producto resultante sea él mismo. No hay separación entre productor y producto; 2) el de la autoconsistencia, física cuántica de Geoffrey Chew quien sugiere con el Bootstrap una teoría de las partículas que intenta unificar la teoría cuántica y la teoría de la relatividad, la cual formularía que la naturaleza no puede ser reducida a entidades fundamentales (como los átomos); 3) el de estabilidad estructural, que sustituye al concepto de determinismo y que, en la perspectiva de Thom, más que una teoría científica o matemática es una metodología capaz de funcionar como una heurística o teoría general de modelos; 4) el de autoorganización, que en la formulación que Haken hace de la Sinergética, ha presentado modelos que intentan explicar desde las estructuras de los cristales, hasta las fluctuaciones de la opinión pública o la bolsa, mediante saltos de un orden micro aparentemente caótico a un orden macro de alta organización, y 5) el de estructuras disipativasque, desde Prigogine conduce al principio creativo de la auto-organización en los estados alejados del equilibrio donde las fluctuaciones pueden estabilizarse, formulando así la termodinámica de los procesos irreversibles: el orden nace del caos. 

Estos temas fueron abordados en la 9th Summer Conference, realizada por la Society for Chaos Theory in Psychology and Life Sciences, en Berkeley, California, en junio de 1999. En el presente trabajo, abordaré algunos aspectos del llamado Pensamiento Borroso que me parecen dignos de ser inscritos en la perspectiva que se abre con la emergencia de la Psicología Narrativa. 

A) El dos: un número peligroso 

Como recordamos, el físico e intelectual Charles P. Snow (1977) fue el primer sorprendido por la recepción mundial de su conferencia sobre "Las dos culturas y la revolución tecnológica" dictada hace cuarenta años. Cuestionándose él mismo acerca de la originalidad de su planteamiento, afirmaría con una honestidad ejemplar cuatro años después que: "...Estaba claro que mucha gente venía ya pensando antes en todo el asunto. Las ideas estaban en el aire..." (cursivas mías). Al agrupar y separar la vida intelectual de un país entre quienes practican Ciencia y quienes practican Literatura, Snow consideraba que estos ámbitos de acción humana estaban separados por una profunda brecha en la cultura occidental: los practicantes de cada una de ellas, saben poco si no es que nada, de la otra. La comunicación entre ellos es sumamente difícil, si no es que imposible. Hoy en día, me parece, no ha perdido vigencia ni actualidad la "nada original" distinción formulada por el Barón inglés: esas ideas siguen en el aire y parece difícil, si no es que imposible, su expulsión del aire que respiramos. 

 
 
Aunque, se puede objetar que quizá en los planos analíticos de algunos ejercicios científicos o literarios el asunto esté siendo desmontado: ya no es tan frecuente, me parece, tener a la mano las acusaciones de "fulano de tal no es sociólogo, hace literatura", o "mengano ha perdido la objetividad científica y ahora hace poesía" y paulatinamente las fronteras entre ciencia-ficción, historia-ficción, arte-ficción, entre otras, se van desvaneciendo. Sin embargo, los ámbitos de acción a los que refiere, recrea, significa y construye la reflexión sobre las dos culturas involucra no solamente a las instituciones, a sus intelectuales y a sus obras, si no que, además, incluye los horizontes de sentido y acción que hacen a la vida cotidiana toda de una sociedad, como ámbito privilegiado de su realidad humana. 

Decía Snow que "el dos es un número muy peligroso...", y parecería que también en eso tenía razón. Sobre todo cuando nos involucramos, como lo haré más tarde con los asuntos de la lógica binaria y del pensamiento dicotómico tan arraigado en la Ciencia Social. Pero recupero ahora esta idea para mirar a nuestro barón haciendo pareja con Jerome Bruner (1988) quien, desde una perspectiva similar, aunque distinta, desarrollará una división singular de modos de pensamiento: el paradigmático, centrado en argumentos, ocupado en las causas generales y obligado a asegurar referencias verificables, y el narrativo, centrado en los relatos, en las vicisitudes de la intención y preocupado por la condición humana. El primero, es lógico científico y trata de cumplir el ideal de un sistema matemático formal de descripción y explicación; el segundo, cumple el ideal de un sistema intuitivo, imaginativo y brinda una descripción metafórica e interpretativa de la realidad; el modo paradigmático está regulado por requisitos de coherencia y no contradicción, su lógica está desprovista de sentimientos y está construído con argumentos, el modo narrativo posee los lenguajes de los sentimientos y la experiencia cotidiana y se construye con relatos; en fin, la modalidad paradigmática está dirigida por hipótesis y pretende convencer de su verdad y pertenece al ámbito de la razón, por el contrario, la modalidad narrativa está dirigida por las semejanzas con la vida, su valor es la verosimilitud y pertenece al ámbito del sentido común. 

Estos dos modos distintos de ordenar la experiencia y construir la realidad son totalmente irreductibles entre sí, de acuerdo con la formulación de Bruner y, si lo contrastamos con la imagen proporcionada por Snow afirmaríamos no sólo su lejanía si no, además, su impermeabilidad: no son solamente dos culturas ni dos modos de pensamiento, son dos mundos de vida (LebensWelt). 

Un sentido especial cobra en este contraste lo que en ambos autores puede ser pensado como el tercer elemento: palabras más, palabras menos, en Snow versaría sobre cómo han vivido y vivirán los seres humanos y en Bruner sobre los contenidos técnicos de la interacción social; es decir, coincidirían, a pesar de sus diferencias, en los ámbitos de aquello que podríamos llamar los impactos sociales de la tecnología en la vida cotidiana a través de nuestra historia. Sin duda, el vértigo, la velocidad y la transformación social que hoy día imprime el ritmo tecnológico a nuestras vidas, poseen características nunca imaginadas por ninguno de nuestros dos intelectuales y que, dadas las tendencias que se nos proyectan incluso hacia el 2010, no hacen sino validar la tesis, aún terriblemente peligrosa del número dos aplicada a la brecha entre las culturas. A pesar de que Negroponte y Gates se expresen maravillosamente del nuevo vínculo entre Arte y Ciencia impulsado hacia el mundo entero desde el Valle de Silicio. 

B) Bart Kosko y sus dos pensadores 

Si hablamos de borrosidad tenemos que referirnos siempre a Zadeh y a Kosko, a los japoneses del LIFE (Laboratory for International Fuzzy Engineering Research) y del FLSI (Fuzzy Logic Systems Institute) y de todos los sistemas borrosos que inundan nuestra vida diaria: motores y transmisiones de automóviles, acondicionadores de aire, hornos de microondas, grabadoras y cámaras de video, traductoras, y muchos otros artefactos más. Pero, iniciemos con un poco de historia en torno a la lógica borrosa, teoría de conjuntos borrosos o pensamiento borroso, tal cual se le formula en la actualidad que, en síntesis, puede ser llamada la teoría de las máquinas inteligentes. Esta lógica fue inicialmente desarrollada por Charles Peirce, en el siglo pasado, posterior e independientemente Jan Lukasiewicz avanza proponiendo el cálculo proposicional con un tercer valor de verdad. Es similar a la lógica de funciones veritativas, con la particularidad de admitir tres o más valores de verdad, en vez de limitarse sólo a verdadero y falso. En la década de los veinte, Bertrand Russell se refería a la lógica polivalente con la palabra "vaga": "Todo es vago _decía_ en un grado del que no te das cuenta hasta que no intentas precisarlo", por lo que Russell se convirtió en el abuelo de la lógica borrosa. Aunque valga la pena recordar al filósofo cuántico Max Black quien definía en 1937 al primer conjunto difuso mediante una curva que recogía la frecuencia con la que se pasaba de un estado a su opuesto, a pesar de que su innovadora idea pasó totalmente inadvertida dado que iba a contracorriente del empirismo lógico que para entonces hacía furor entre los filósofos de la ciencia. Y corresponderá a Lofti Zadeh introducir el término "conjunto borroso" en 1965. 

Por la vía de las paradojas autoreferentes (letrero de Russell: "Afeitaré a aquéllos que no se afeiten a sí mismos, y sólo a ellos", la pregunta: ¿y quién afeita al barbero?; antigua Grecia, el cretense que afirma: "todos los cretenses son mentirosos"; el papel con una declaración por cada lado: "lo que pone en la otra cara es verdadero", "lo que pone en la otra cara es falso"; paradojas sorites _cadena de enunciados "si entonces" bivalentes_, la de Zenón: un montón de arena y le quitas un grano, ¿qué queda?, y otro, y otro y así sucesivamente, ¿cuándo dejas de tener un montón de arena para tener granos separados?) llegamos a la lógica difusa o borrosa que se fundamenta en el hecho de que la verdad no es absoluta, sino que consiste en una gradación entre dos extremos opuestos.

Debemos a Bart Kosko (1995) una propuesta para calcular la entropía borrosa de cualquier conjunto, y, en esa forma, resolver las paradojas (por ejemplo, en el caso de Zenón, afirmar que en ningún momento hay un montón y un no montón, sino que cada situación participa con una cierta probabilidad de ambas situaciones). El cálculo de la entropía borrosa sirve para saber en qué medida un conjunto presenta límites precisos entre sus elementos, o bien si sus límites son difusos. Para Kosko, la vieja lógica borrosa o multivaluada no trata de otra cosa que no sea la condición de elemento, él propondrá la condición de subconjunto (el grado en que un conjunto es subconjunto de otro); Kosko propone, entonces, soluciones algebraicas a su teorema de la condición de subconjunto que le posibilitarán negar los estatutos ontológicos y epsitemológicos de la probabilidad y, al fin, concluir: "El universo no es aleatorio... el universo es determinista pero gris". 

   
En la pareja borrosidad vs. aleatoriedad puede resumirse gran parte de la contribución de Kosko al pensamiento contemporáneo que, en términos del pasado, encuentra en la pareja Buda y Aristóteles su máxima expresión. Ellos son los dos pensadores (otra vez el número dos) en los que se encuentra el nudo cultural del pasado borroso. Aunque siempre uno se esté interrogando en torno al vínculo entre quien hace más de dos mil años sentó las bases de la lógica (ley de la contradicción, ley del tercero excluido y el principio de identidad), Aristóteles y Buda _quien murió cien años antes que el Estagirita naciera. Por lo poco que sabemos, Buda fue hijo de un rajá que abandona las riquezas, que no escribe, que no quería seguidores y le fundaron religiones y que tenía frases como "...la no mente no piensa no pensamientos sobre no cosas..." Aristóteles =A o no A, Buda=A yno A

Aunque siempre resulta interesante la pregunta ¿qué tienen en común el budismo zen, proponer soluciones a paradojas y el diseño de máquinas inteligentes?, debo detenerme aquí dado que es preciso ubicar que, desde la perspectiva de la borrosidad, la tolerancia de A y no A conduce a eliminar la bivalencia artificial que "nace del término de negación `no' de los lenguajes naturales..." De esta manera somos capaces de estudiar cualquier conjunto como un sistema de coordenadas multidimensionales en el que posicionamos a los elementos a fin de calcular la entropía borrosa como cociente de distancias entre puntos de referencia alejados y próximos. 

Al final de cuentas, sobre las bases de los sistemas borrosos adaptativos con sus neurocomputadoras o redes neuronales y con las herramientas (Mohr:1997) de los Fuzzy Cognitive Map (FCM), se amplían los ensayos sobre Inteligencia Artificial y su eventual éxito, puesto que, tal cual afirma Kosko en relación al papel que ha de jugar la lógica borrosa en esta empresa: "las operaciones de los ordenadores actuales dependen de la simple lógica Sí/No, es decir de la lógica binaria, que es muy diferente del procesamiento de la información inherente al pensamiento humano. Por tanto, se considera que es difícil que se logre con ordenadores la evaluación basada en el sentido común y el enjuiciamiento flexible" (cursivas mías). 

Llegamos así a un punto central que Kosko le llama el problema de la discordancia. El mundo es borroso, pero nuestras descripciones no, el mundo es gris pero la ciencia es blanca y negra, el mundo no es bivalente, sus elementos son graduales y poseen multivalencias. A partir de la discordancia formularé mi último punto a fin de cerrar nuestra intervención: si aceptamos que el mundo es borroso (aserto ontológico) requerimos pensamiento borroso (aserto epistemológico); sobre las bases de esa aceptación se levanta el proyecto metodológico de Kosko, proyecto con el cual Byrne compatibiliza, tal cual se muestra con las afirmaciones con las que iniciamos este trabajo: "...que reconozcamos el carácter metateórico de la teoría de la complejidad _la borrosidad incluída_ que la identifica como la ontología científica...". Y aquí entonces surge mi exigencia de una precisión, que casi es una discrepancia de matiz, es decir borrosa, ¿hacemos pensamiento borroso si examinamos nuestras teorías científicas, las deconstruímos no con lógicas binarias pero sí con operaciones borrosas y a partir de ese examen `actualizamos' y `corregimos sus imperfecciones'? Si respondiésemos afirmativamente a esta cuestión, tendríamos que reconocer que nuestra tarea nos mantiene en los ámbitos paradigmáticos, de acuerdo con la clasificación de Bruner. Pero hay otra vía: ¿hacemos pensamiento borroso si no abandonamos lo que Schütz llamaría `actitud natural' y reconstruimos nuestros lenguajes naturales y ese sentido común que, afortunada o desafortunadamente se le sigue escapando a la `avalancha digital' que, como cualquier perseguidor siempre permanecerá en su tenacidad? Pues bien, si respondiésemos afirmativamente a esta cuestión, tendríamos que mantenernos en los ámbitos narrativos, de acuerdo con la misma clasificación. 

C) ¿Borrosidad en los argumentos o borrosidad en los relatos?

Así pues, el asunto es interrogarse acerca del modo de pensamiento al que se le podrían aplicar las herramientas de la lógica borrosa: al paradigmático o al narrativo. Pero la pregunta no es sencilla, ni la respuesta tampoco. De hecho, pareciera que los caminos para cada una de las opciones son totalmente diferentes. 

En el terreno paradigmático podríamos ejemplificar mediante dos trabajos: 

a) Encontramos intentos por ejemplo en Psicología Social. Es el caso de Oakes, P., Haslam, S., Turner, J. (1998) cuando al reflexionar sobre la categoría prototipicalidad, categoría central para la investigación sobre identidad social desde la óptica de la categorización social, notan su estructura gradual y observan que las categorías parecen tomar la forma de "conjuntos borrosos".

b) En otra dirección se conducen los ensayos que (Elegant Technology online, 1997) pretenden, desde mi punto de vista con pobres resultados, reconstruir teorías _por ejemplo la de la clase ociosa_ a la luz de algoritmos genéticos y conjuntos borrosos. Parecería como si el ingenio y la búsqueda para crear puentes de comunicación llevase, sobre todo cuando se trata de teorías clásicas, más bien hacia el desencanto y la frustración. 

En el terreno narrativo podríamos ejemplificar también mediante dos tendencias: 

a) De hecho la misma elaboración de la teoría de la borrosidad ha ido acompañada de este esfuerzo. Cuando Kosko recupera las críticas que aparecieron cuando Zadeh difundía la palabra `borroso' nos ilustra perfectamente: primero fue la necesidad de aplicaciones inéditas; en seguida, la crítica probabilística; por último, la `ira cruda de la bivalencia', la crítica dura de los matemáticos de la bivalencia que lo cuestionaban cuando él "...se centraba en la manera en que usamos el lenguaje y le quitaba importancia a las matemáticas..." En esa dirección se debe inscribir también el trabajo ya clásico de Lakoff, G., Johnson, M. (1986) que asume plenamente su deuda, entre otros, con el pensamiento y obra de Lofti Zadeh. Para mí es realmente sorprendente encontrar análisis de sentencias (Gómez Flechoso, A.J. 1998) como "si tienes mucho frío, es que tienes fiebre", en el contexto de búsqueda de algoritmos para representar la incertidumbre asociada a muchos y tantos aspectos de la realidad cotidiana; particularmente cuando sentencias como ésta son difícilmente incorporadas a esquemas con relaciones ordinarias (booleanas) en los que se pierde exactitud para representar conceptos borrosos como la sensación de frío o de dolor.

b) El análisis cualitativo de datos asistido por computadora ha tenido un desarrollo más o menos sorprendente. Entre 1989 y 1992, por ejemplo (Strübing, 1995) se pueden contabilizar una treintena de programas elaborados para ese efecto. Entre ellos, el Non-Numerical Unstructured Data Indexing Searching and Theorizing (NUDIST) representa un especial campo de interés entre los investigadores que pretenden aplicar estas herramientas Computer Assisted Qualitative Data Analysis (CAQDAS). Ya hay gran tradición a este respecto (Denzin & Lincoln, 1994), e incluso clásicos que no pueden faltar en ninguna biblioteca de los interesados (Miles, M., Weitzman, E., 1995), (Fielding, N. Lee, R., 1993). Aquí hay dos opciones: o hago investigación narrativa con la computadora o no la hago. 

Si bien el NUDIST cuenta con el mejor sistema de índices para hacer investigación a partir de operadores de conjuntos booleanos (intersección, unión, menos, solamente uno, yuxtaposición); de contexto (al interior, al exterior, cerca y seguido de); de negación, de inclusión, taxonómicos y de matriz, su aplicación en América Latina parece incipiente y no hay resultados de investigación que se reporten a partir de su uso, aunque éste esté vinculado al ascenso de la llamada Grounded Theory. En mi propia experiencia, éste es el único programa del cual sus autores se precian de que pueda mostrarnos un acercamiento a la lógica borrosa (Yuen, H. K., Richards, T., 1994). Acercamiento o aproximación que, en mi caso, ha resultado poco fructífera, quizá debido a problemas de categorización imputables al factor humano. Analizar historias de vida, entrevistas a profundidad, grupos de discusión, testimonios individuales o colectivos, con estas herramientas representa una gran economía de tiempo y esfuerzo. Aunque sea en la lógica bivalente. 

Concluyo. Creo que la lógica borrosa es nuestro esfuerzo necesario "parcialmente verdadero" para reordenar nuestros espíritus de investigación. Parece correcto pensar en esta lógica como un medio para modelar la incertidumbre del lenguaje natural _a pesar de que no lo hayamos logrado aún. Sea paradigmática o narrativa, estamos en camino de pensar a la borrosificación como una metodología. Así es como yo resuelvo, aunque sea apenas para la teoría de la borrosidad (una entre muchas de las teorías de la complejidad), la invitación, provocación o solicitud de Byrne, si lo recuerdan, el autor con el que comencé esta intervención..

* César Antonio Cisneros Puebla (México, D.F., 1958) es profesor investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa. Psicólogo con maestría en sociología y estudios de doctorado en ciencia política. Sus líneas de investigación se han centrado, desde la tradición interpretativa, alrededor de temas como vida cotidiana, culturas urbana y política, identidades colectivas, discurso social y narrativas. Actualmente se dedica al análisis social cualitativo asistido por computadora.

Bibliografía

• Bruner, J., Realidad mental y mundos posibles, España, Gedisa, 1988. 

• Byrne, D., Complexity Theory and Social Research, Issue eighteen, Social Research Update, 1997. http://www.soc.surrey.ac.uk/sru/sru.html

• Denzin, N. & Lincoln, Y., Handbook of Qualitative Research, UK, Sage, 1994. 

• Elegant Technology Online, Fuzzy Logic Applied to Thortein Veblen's Evolutionary Thought, 1997. http://www-dse.doc.ic.ac.uk 

• Fielding, N. Lee, R. Using Computers in Qualitative Research, UK, Sage, 1993. 

• Gómez Flechoso, A.J., Inducción de conocimiento con incertidumbre en bases de datos relacionales borrosas, Tesis doctoral inédita, Escuela Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones, Universidad Politécnica de Madrid, 1998. 

• Lakoff, G., Johnson, M., Metáforas de la vida cotidiana, Madrid, Cátedra, 1986. 

• Miles, M., Weitzman, E., Computer Programs for Qualitative Data Analysis, London, Sage, 1995. 

• Mohr, S. T., Software Design for a Fuzzy Cognitive Map Modelling

Tool, 66.698 Master's Project, Rensselaer Polytechnic Institute, 1997. 

• Oakes, P., Haslam, S., Turner, J., The role of Prototypicality in Group Influence and Cohesion: Contextual Variation in the Graded Structure of Social Categories, Social Identity. International Perspectives, Worchel, S. etal. (eds), London, Sage, 1998, pp. 75-92. 

• Prigogine, I., Stengers, I., Order out of Chaos,New York. Bantam, 1984. 

• Snow, C. P., Las dos culturas y un segundo enfoque, Madrid, Alianza, 1977. 

• Sokal, A., Transgressing the Boundaries: Towards Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, Social Text 46/47, 1996, pp. 217252. Consúltese: http://www.physics.nyu.edu/faculty/sokal o 

http://weber.u.washington.edu//~walsh/sokal 

• Strübing, J., Computer-Assisted Analysis in Qualitative Social Research, Paper presented at the Conference Text Analysis and Computers at Zuma, Mannheim, 1995. 

Yuen, H. K., Richards, T., Artificial Intelligence Methods in Qualitative Data Analysis and Theory Construction, Journal of Mathematical Sociology, 1994, 19. 4 pp. 2719-288.