Reflexiones sobre la lectura de el Zohar*
* Enrique Movshovich R. 

Dividiré en cuatro partes mi reflexión sobre el texto:

La cábala judía en concepción de Isaac Bashevis Singer; la cábala judía, comentarios generales; el libro de El Zohar, comentarios generales; evaluación general sobre el texto.

La cabalá judía en concepción de Isaac Bashevis Singer

En Amor y exilio escribe Bashevis Singer:
 

Quienes han leído mis obras, saben que nací y me crié en un hogar donde la religión, el judaísmo, era casi el aire que se respiraba.

Desciendo de generaciones de rabinos, jasidim y cabalistas. Puedo afirmar que en nuestro hogar el judaísmo no era una especie de diluida religión formal, sino que contenía todo el misticismo de la fe.

Por razón de haber vivido durante dos mil años en el exilio, y haber sido perseguidos de país en país y de gueto en gueto, la religión de los judíos no se había evaporado.

En las estanterías de mi padre había también libros de cábala que me intrigaban enormemente. Tenía prohibido estudiarlos. Mi padre no dejaba de recordarme que nadie debía afrontar la cábala antes de cumplir los treinta años. En su opinión, la cábala era peligrosa para los más jóvenes. Uno podía sentirse arrastrado hacia la herejía, e incluso perder el juicio.

Aparecían en la cábala los nombres de los ángeles y serafines. El nombre de Dios estaba impreso en letras grandes y con numerosas variantes. Había descripciones de mansiones celestiales, de almas trasmigradas, de cópulas espirituales. Los autores de la cábala sabían mediante qué combinaciones de letras se podía hacer brotar vino de un muro, crear palomas, incluso destruir al mundo.

Los ángeles, los serafines, los querubines, albergaban un único deseo: alabar a Dios, reverenciarlo, y realzar su nombre. La envergadura de sus alas cubría muchos mundos. Hablaban en hebreo. Con todo, no se trataba del hebreo corriente que yo conocía.
De sus bocas de fuego brotaban nombres sagrados, secretos de la Torah, misterios acerca de misterios. Tan vastos eran aquellos cielos que para cada santo se reservaban trescientas diez palabras. Tras ser purificada en los fuegos del infierno cada alma fuese grande o pequeña encontraba un lugar en el paraíso, en función de su origen y de sus actos.
Todos los cielos, todos los mundos superiores, todas las esferas, todos los ángeles y almas se concentraban en un único objetivo: aprender los secretos de la Torah: Cada palabra, cada letra, cada acento contenía signos de la sabiduría divina.
El mismo Dios estudiaba la Torah, es decir estudiaba sus propias profundidades.

Dios tenía su Reino y Satán, o Asmodeo, el suyo.

Mientras que los poderes del bien se nutrían de la Torah y de las buenas acciones, y sólo aspiraban a alcanzar la verdad, los poderes de las tinieblas se alimentaban de la mentira, la blasfemia, el odio, la envidia, la locura y la crueldad.

Fue en los libros de la cábala donde encontré una sombra de consuelo. En ellos la tierra es descrita como el más ruin de los mundos, una guarida del mal dominada por los espíritus malignos y descarriados, Satán, Lilit, Majlat, Shibta —nuestro mundo era el más bajo de todos, alejado de Dios y de su misericordia. Sin embargo, precisamente porque nos encontrábamos tan apartados de Dios y su benevolencia, Él nos había otorgado el don más grandioso entre sus tesoros: el libre albedrío: el hombre posee la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Cuando el hombre elige la virtud, refuerza todas las esferas. Los ángeles y serafines ansían ver a un hombre llevar a cabo una buena acción, puesto que esta aporta alegría y vigor a la totalidad de los mundos.


La cábala judía, comentarios generales

Se distinguen en la cábala dos corrientes distintas. Una es la especulativa, la otra es la práctica. La primera trata de penetrar la esencia espiritual de Dios y su relación con el alma humana. La segunda pretende acelerar la llegada del Mesías por medio del ascetismo, de oraciones y de combinaciones místicas de letras y nombres de la Divinidad.

Al principio de la época de los tanaítas se enseñaban dos clases distintas de doctrinas místicas: una era la historia de la Creación y la otra la historia del Carruaje divino —ambas quedaron reservadas a unos pocos discípulos escogidos.

Se trataba de entender la relación de Dios con el hombre, la naturaleza de sus atributos y sus manifestaciones. Dios es espíritu puro —¿cómo podía entrar en relación con la materia y mantener contacto con el hombre que había creado?—; se llega a decir que Dios es el Lugar del universo: que Dios encierra el universo, pero Dios no es encerrado por nada. Este concepto presupone una fusión íntima entre Dios y el mundo, y fue el origen de tendencias panteístas en la cábala.

Para explicar la relación de Dios con el hombre se propuso la teoría de las Emanaciones (doctrina de las Sefirot).

De las personificaciones de los atributos de Dios nacen los nombres de los ángeles (la angelología), que llevó a toda clase de supersticiones y encantamientos. Surgió toda una literatura mágica, utilización de talismanes y espiritismo.

Los rabinos se dieron cuenta del peligro de los estudios ocultos y se opusieron a ellos. Se desarrolló la gematría (excesiva reverencia a la letra de la Torá y al poder místico inherente a las letras hebreas) y la santidad y poder de los nombres divinos.

La cábala es un conjunto de teorías metafísicas, místicas y exegéticas de carácter esotérico que tratan de interpretar el mundo, sus orígenes y sus misterios a partir de la creencia en un Dios infinito, principio y fin de todas las cosas. La cábala es un sistema místico de interpretación de las escrituras sagradas, transmitido desde la época talmúdica como tradición esotérica y desarrollado desde el siglo XIII en combinación con elementos filosóficos.

El alfabeto es la organización del caos en un cosmos: en la esencia de lo judío está la letra, la lectura, el intelecto, la posibilidad y la exigencia de salir del mundo práctico para internarse en el mundo virtual del pensamiento y la elaboración intelectual tan necesarias para el estudio de la cábala.

Después de la aparición del libro del Zohar, a principios del siglo xiv, la cábala entra en un periodo de calma de aproximadamente dos siglos y medio, para resurgir en Palestina, en la Escuela de Safed, en la que resaltaron Isaac Luria, Salomón Alcabez, Jayim Vital, Moisés Cordovero y Salomón Moljo.

El libro de El Zohar, comentarios generales

El Zohar (Libro del esplendor) es además de suma de la cábala judía uno de los grandes libros sagrados de la humanidad. El Zohar es la quintaesencia del desarrollo de muchas generaciones de pensamiento místico. Fue escrito en arameo, posiblemente por ser el lenguaje de los doctos en misticismo de la época.

El método del texto transcurre por medio de discursos, historias y monólogos a través de los cuales se interpretan las sentencias del Pentateuco, del Cantar de los Cantares, el libro de Ruth, etcétera.

El Zohar fue atribuido al rabino Simón Ben Yojai y a sus discípulos. Su publicación se debe al cabalista Moisés Shem Tov de León. Hay autores que afirman que De León escribió gran parte del Zohar y que incorporó a sus materiales partes de libros místicos antiguos.

El Zohar se imprimió por primera vez en 1558 en Cremona y casi al mismo tiempo en la ciudad de Mantua. El Zohar fue un libro que convocó a todos los estratos del judaísmo. La clase intelectual fue atraída por los elevados problemas, los mensajes místicos y la filosofía poético-religiosa que contiene.

La clase no ilustrada acudió al Libro del esplendor por sus conceptos legendarios y éticos, por las esperanzas que sacaban para el futuro y por el espíritu de valor que emana de todas sus páginas y que ayudaba a las personas a sobrellevar las tribulaciones y el exilio.

Las masas también se sintieron llamadas por la atmósfera festiva y santa del libro. Llegaron a considerar al Zohar un libro de santidad, de esperanza, de milagros y de curación para sus cuerpos y ayuda para sus almas.

Ninguna otra obra literaria judía ha gozado del privilegio de haber determinado, a lo largo de un periodo considerable, la formación y el desarrollo de las convicciones religiosas de los más amplios círculos dentro del judaísmo, en particular de los más sensibles respecto a la religión, y de haber logrado solidificarse como fuente de doctrina y revelación de igual rango canónico que la Biblia y el Talmud. Su carácter inspirador ha sido enfatizado por numerosos grupos judíos en Europa oriental y en el Oriente.

En torno al Zohar se elaboró una abundante literatura exegética. Hay versiones latinas realizadas por autores cristianos, versiones al inglés, al francés (Jean de Pauly). Gershom Scholem publicó en traducción alemana la sección que trata de la Creación. Existe una versión en idish del siglo xvi. En español existe la versión en cinco tomos del historiador León Dujovne.

Entre los temas que conforman el Libro del esplendor se encuentran fundamentalmente los siguientes: el papel de la palabra, la cual aparece con la creación de la luz; la explicación del acto de la Creación; la afirmación de que el mundo existente no fue el primero; la doctrina de las diez emanaciones: el hombre puede influir en las esferas más elevadas; la mención a los ángeles y a los demonios; el principio del mal; 

la relación del alma al cuerpo; las influencias cósmicas en el hombre; la doctrina de la transmigración de las almas (guilgul).
La cábala judía ejerció un influjo considerable en el mundo cristiano. Es posible que ella haya gravitado en el desarrollo de movimientos religiosos de la Reforma. Erasmo envió un ejemplar al obispo Fischer, el cual dice lo siguiente sobre el Libro del esplendor: "No me atrevo a expresar una opinión —tengo conciencia de mi propia ignorancia y me considero ciego en materia tan misteriosa—, sin embargo, al leerlo, los principales milagros me parecieron estar más en las palabras que en las cosas".

Evaluación general sobre el texto

En un extraordinario, accesible y hermoso prólogo, Esther Cohen nos introduce de lleno al tema del Zohar. Nos habla del libro del Génesis y la intervención del acto de la Creación a través de la letra Bet, segunda del alfabeto hebreo. Explica que nada de la escritura de Dios es casual y nos introduce así al misticismo cabalista del Zohar que se ocupa de la exégesis profunda del Pentateuco. Nos dice: la Creación es un acto lingüístico a través de la escritura de la lengua hebrea —crear es colocar letra tras letra, combinarlas y permutarlas para hacer surgir una fuente continua de vida.

Nos señala que en la escritura hebrea hay ausencia de vocales, lo que permite una enorme riqueza semántica. Menciona que al lado de la Biblia y del Talmud, El Zohar forma parte de los tres libros más sagrados de la cultura judía, pero su carácter "místico" ha hecho de él un libro de limitado acceso y aun peligroso para el lector. Es un libro único en el planteamiento y la respuesta sobre el tema del mal, y sobre el planteamiento de los orígenes del universo, de Dios y del hombre.

Cohen menciona en su prólogo el despliegue de los diez atributos de Dios y las veintidós consonantes del alfabeto hebreo. Comenta y explica que para El Zohar la divinidad es un ser andrógino (naturaleza femenina y naturaleza masculina).

Los diez atributos, a pesar de formar un todo autónomo, proyectan la escisión original de la caída (el exilio del paraíso, de la tierra y del templo). En la explicación de esta escisión enmarca Cohen la importancia vital de la plegaria y el comportamiento del hombre y su lectura e interpretación de la Torá para el logro de la temporal suspensión del exilio, o sea la unificación de Dios en su carácter perfecto de ser andrógino.

 
 
 
 
 
 
 
 
   
La selección llevada a cabo por Esther Cohen del texto del Zohar abarca el mayor número de temas y presenta una visión de conjunto: temas como la Creación, la Torá, la lectura de los textos sagrados y su interpretación, el bien y el mal, la importancia de la acción del hombre en el movimiento del mundo y los temas relacionados al mundo natural conforman la riqueza de esta docta labor de selección, traducción y explicación de los textos.

Debo mencionar la vasta y bien escogida bibliografía en que se apoyaron las traductoras. Dicha traducción se realizó de la edición francesa de Jean de Pauly (1906-1911) y otras ediciones modernas, entre ellas la versión al hebreo hecha por Isaiah Tishby (1949-1961).

Debemos agradecer el esfuerzo erudito de las traductoras de ofrecernos en castellano esta joya de texto en una época de materialismo y alejamiento de lo trascendente. La lectura del texto requiere una preparación y una predisposición sincera: sin estos requisitos la lectura será vacía.• 

*Enrique Movshovich R. es maestro en filosofía; especialista en temas judíos.

* Texto leído por el autor el 26 de agosto de 2003, en la Cafebrería El Péndulo Polanco, durante la presentación de Zohar. Libro del esplendor, traducción de Esther Cohen y Ana Castaño, selección y prólogo y notas de Esther Cohen, México, cnca (Cien del Mundo), primera reimpresión, 2002, 192 pp.

 Bibliografía

Isaac Bashevis Singer, Amor y exilio, Barcelona, bsa, 2002.

El Zohar. Revelaciones del Libro del esplendor, selección Ariel Bension, edición Carlos Garrido, Barcelona, Ediciones de la Tradición Unánime, 1992.

Gershom Scholem et al., Cábala y deconstrucción, Barcelona, Azul, 1999.