Señas de identidad 
*Luis Ignacio Sáinz 
Una mujer entre sus manos habla
busca rescoldos
hace el fuego.
José Ángel Leyva

Pilar Bordes se comunica más allá de la lengua y el habla; lo hace a través de gestos y usando —abusando de— signos. Su expresión es iconográfica y depende de una sensorialidad básica: la intervención de las manos que conducen —siempre con sentido e intención visuales y táctiles— a la suma de conceptos agrupados bajo la única condición limitante de funcionar como señas de identidad.

Su trabajo, entonces, es una búsqueda: de sí misma y de sus referentes, simbólicos y de historia de vida. Allí se asoman las constelaciones de su biografía, sus obsesiones personales, acaso una serie de mínimos homenajes a artistas que han modelado la geografía del grabado, sus aficiones caligráficas con el toque oriental correspondiente, y también los juegos de plantillas y retículas que evocan las loterías populares, las colecciones miniatura de exvotos o las hojas de contactos fotográficos. Todo este mundo expansivo de imágenes y abecedarios habita su discurso estético; ocurriendo, en ocasiones, que este morar en las placas de metal y los pliegos de papel ofrezca un caos ordenado o un desorden aparente (Fragmentos y 35 fragmentos).

   
   Mondo nuovo, 2002
   
Detrás del volcán, 2001
 
Souvenirs de un pasado cargado de memoria, que fatiga los sentidos con el simple hecho de mostrar y demandar que se presentifiquen las manos que guardan silencio (Vidente), las miradas desafiantes (también en Vidente), los paisajes que devoran a sus pobladores (Detrás del volcán), las cartografías de un mundo que perdió su calidad de nuevo tiempo atrás (Mundo nuevo), los bibelots que adquieren su grandeza inútil en la desproporción de su protagonismo (otra vez en Detrás del volcán), y tan dispar conjunto todavía anclado en la energía asociativa que define la producción de Pilar Bordes, al menos desde su exposición Recuerdo extraditado (1998). 

La exposición que nos ocupa permite disfrutar las enormes, y en algunos casos aún inexploradas, posibilidades del grabado. El conocimiento de sus variantes, por el formato y material de las placas, la aplicación de barnices, el tipo de instrumental utilizado, la variedad de los ácidos que se impostan, la precisión de las reproducciones, el uso de la fotografía y los recursos digitales, tienen mucho de saber erudito y de práctica enciclopédica, esa que finca su victoria en la batalla cotidiana. Pues cada elección remite a una historia que la artista conoce al dedillo y que usufructúa sin concesiones. Convida los detalles y los secretos, armoniza la ciencia y la creación, equilibra la expresión y la factura, y, sobre todo, estructura una oferta icónica que trasciende las habilidades técnicas; unas de excelencia que, de paso, habrá que reconocer, han hecho de su taller el más prestigiado del pais. Esta última faceta, la de ser empresaria y promotora, ha impedido que se valore en su justa dimensión la obra de Pilar Bordes.

   
  Vidente, 2001
 
   
Cabezas, 2001
 
Empero, la amplitud y vastedad de sus piezas, desde algunas miniaturas hasta polípticos de gran complejidad, se encuentran al alcance de nuestra mirada para apreciar que nada tienen que envidiarle, y mucho menos que pedirle, a los más destacados grabadores contemporáneos. El suyo es un empeño por demostrar que la realidad es redimible, que puede ser bella y sólida en la transmisión de ideas estructuradas como formas o en la sugerencia de sensaciones.

Sin alardes, comprometida con un ritmo preciso de formalización visual, enraizada en un ejercicio solvente del dibujo, sutil en la selección de color, fresca en la configuración y armado de sus motivos, sorprendente en la vinculación de los elementos constructivos, la artista rinde tributo, así sea de trasfondo, a sus debilidades estéticas. Entre ellas, las atmósferas metafísicas que glosan algunos emblemas cercanos a De Chirico: las sombras que se prolongan como agujas de relojes ausentes de los límites de la composición, los panoramas que se pierden y diluyen en barcos distantes.

   
  35 fragmentos de 
La aguadora, 2002 
 

El árbol de los sentidos, 1998
Pilar Bordes es una mujer como esa primigenia que apunta, con gran economía de trazos, José Ángel Leyva: la que se comparte con la gestualidad de las manos, sin mediación del lenguaje; la que afanosa persigue nutrientes e intenciones, alimentando a los demás; la que poderosa e inescrutable conserva el misterio de la hoguera ancestral, sin preocuparse de sí. Al atisbar su cosmos:
Me he quedado entre los cálices del fuego 
entre aromas/jacarandas de la noche 
no encuentro camino hacia el presente 
que persistente inunda como lluvia. Llueven  recuerdos 
y no quiero equivocar las palabras 
que limiten el galope de esta angustia.
Por ello se impone observar —y sucumbir a la tentación de vagar por— sus señas de identidad.•
*Luis Ignacio Sáinz es maestro en ciencia política por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Ensayista dedicado a temas de filosofía y teoría política y estética. Ha publicado diversos títulos. Sus libros más recientes son Irma Palacios: poesía de la tierra (cnca, Círculo de Arte, 2003) y La cárcel de la metáfora: ensayos sobre América Latina (CNCA, Sello Bermejo, 2003).