FERNANDO PESSOA: EL CAMINO DE LA SERPIENTE
*Miguel Ángel Flores
¿Conoceremos pues toda la oculta
Verdad de cuanto hay o cuanto fluye?

Fernando Pessoa


El muro del pasillo que conecta la calle con la parte trasera del edificio en el que estuvo el último departamento que habitó Fernando Pessoa, está decorado con las firmas de sus heterónimos así como con los horóscopos que les elaboró. El edificio fue recuperado por la alcaldía de la ciudad de Lisboa, y un arquitecto italiano lo remodeló; desde 1994 alberga a la Casa Fernando Pessoa, un centro cultural destinado a preservar su memoria. Se exhiben piezas de memorabilia como su encendedor y sus anteojos; la casa conserva los libros que formaron su biblioteca personal, los cuales lo acompañaron durante todas sus mudanzas. Los horóscopos son el testimonio más notable del permanente interés que tuvo el poeta por el ocultismo, por el conocimiento esotérico y el pensamiento mágico.

Entre sus libros se encuentran algunos dedicados a estos temas. Muchos de los papeles que guardaba en un baúl y que ahora están depositados y clasificados en la Biblioteca Nacional de Lisboa, se refieren al interés que mostró siempre por un conocimiento que estaba reservado a pocos y sólo puede ser comprendido mediante un largo camino del aprendizaje de sus claves y de su lenguaje simbólico. Pessoa atribuía su atracción por el ocultismo, por la cábala y el misticismo judío, por la masonería y los rosacruces a sus remotos antecedentes judíos. Una rama de su familia paterna había profesado esa fe. En el conjunto de símbolos de los rosacruces estaba contenida una revelación que le interesaba desentrañar. La escritura era una alquimia y la poesía debía servirle para obtener de la materia deleznable el oro del espíritu. A muchos asombra que Fernando Pessoa haya dedicado tanta energía intelectual y un interés que nunca decayó a los asuntos del ocultismo. No es de sorprender que una mente donde convivieron espíritus tan diversos, haya reservado una porción de ésta a desentrañar los misterios de un lenguaje simbólico que ha inquietado y obsesionado desde siempre a no pocos poetas y novelistas.

El interés de Fernando Pessoa por la filosofía hermética constituye uno de los aspectos más relevantes de su pensamiento y a la vez el menos considerado en los ya abundantes estudios que se ha dedicado a todo el conjunto de su obra. Pessoa dejó páginas de prosa sobre la filosofía hermética y escribió poemas, una parcela reducida dentro del conjunto de su obra, inspirados en el ocultismo. La escasa atención que han recibido los poemas se debe a tres motivos: no se cuentan entre los poemas que han hecho su fama, entender de filosofía hermética requiere de una gran especialización y pocos están convencidos de que en verdad haga un aporte fundamental al conocimiento de las cosas del mundo. No se pretende descalificar a la filosofía hermética ni ignorar la importancia que ha tenido en el pensamiento religioso su complejo sistema de relaciones simbólicas que entrañan un conocimiento profundo del mundo y de la condición humana.

Para Fernando Pessoa las etapas de iniciación para alcanzar un conocimiento oculto pasaban por el camino de la serpiente, que constituye la pieza central de la filosofía hermética. Debemos al empeño de Yvette Centeno la recuperación de muchos apuntes —dispersos, hay que añadir, como todo lo que escribió Pessoa— que se ocupan de reflexionar sobre un conocimiento hermético, adjetivo que se origina en Hermestrimigesto, Hermes tres veces maestro, dueño de todas las claves del conocimiento oculto, y que aportan muchos datos que sirven para una más amplia comprensión del pensamiento de Fernando Pessoa. Se deben también a Yvette Centeno los estudios pioneros sobre el hermetismo en la poesía de Pessoa. Curiosamente, Centeno no escribió como iniciada en el conocimiento esotérico, ni como miembro de la cofradía de los brujos protectores de secretos que sólo ellos pueden comprender y explicar. Centeno estudió la escritura literaria de Pessoa con las herramientas de la crítica literaria y no pretendió hablar desde el Olimpo de los iluminados. Hago esta observación porque he conocido a más de una persona que se dice poseedora de las claves del maestro Hermes y descalifica a quienes se acercan al ocultismo sin otra intención que estudiarlo como cualquier otro objeto de estudio literario.

Para tener una idea de la naturaleza del interés de Pessoa por la filosofía hermética y el símbolo de la serpiente, citemos en extenso uno de sus apuntes, recogidos y ordenados por Yvette Centeno en su libro Fernando Pessoa e a filosofía hermética (Lisboa, Presencia, 1985):

En su forma de S (que, si se considera cerrada, es 8, y, acostada, igualmente serpentina, Infinito), la Serpiente incluye dos espacios, que rodea y trasciende. (El primer espacio es el mundo inferior, el segundo el mundo superior.) En otra figuración serpentina —la de la cobra en círculo, la boca mordiendo la cola— se reproduce, no la S, de la que es letra y señal, sino el círculo, símbolo de la tierra, o del mundo tal cual como lo conocemos. En la figura de la S la Serpiente se evade de las dos realidades y desaparece de los mundos y Universos.
La ilusión es la sustancia del mundo, según la Regla, tanto en el mundo superior como en el mundo inferior, en lo oculto como en lo patente. Así, cuando huimos del mundo inferior, ilusorio éste, para refugiarnos en el mundo superior, éste no es menos ilusorio; es ilusorio de otra manera. Sólo la Serpiente, rodeando los infinitos abiertos —o los círculos "incompletos"— de los dos mundos, de los cuales huye hacia la ilusión, conoce el principio de la verdad.


Magia y alquimia poseen ilusiones como la ciencia y la sexualidad, las suyas son figuraciones del bajo mundo. Construimos ficciones con nuestra imaginación, tanto en la tierra como en el cielo. El mago, que evoca determinado demonio, y ve aparecer materialmente ese demonio, puede creer que ese demonio existe; pero no está probado que exista. Existe, sin embargo, sólo porque fue creado; y ser creado no es existir, en el sentido real de la palabra. Existir, en el sentido real de la palabra, es ser Dios —es decir, haberse creado a sí mismo; en otras palabras, no depender sustancialmente de nada y de nadie.

A G.O. es la liberación del hombre, de Dios, la crucifixión de lo deshojado en lo muerto, de lo perecible en lo perecido, para que nada perezca. A G.O., en otras palabras, es la creación de Dios.

La magia y la alquimia son caminos de ilusión. La verdad está sólo en el instinto directo (representado en los símbolos por los cuernos) en la línea directa de su ascensión al instinto supremo; en el instinto directo, cuya forma activa es la sexualidad, cuya forma intermedia es la imaginación, fantasía, o creación por el espíritu, cuya forma final es la creación de Dios, la unión con Dios, la identificación abstracta y absoluta consigo mismo, la verdad.


Yvette Centeno comenta que la presencia de visionarios y profetas se halla en Portugal desde la Edad Media. Joachim de Fiore (1145-1202) fue un destacado monje cisterciense que inspiró movimientos encabezados por visionarios como aquel legendario personaje Bandarra, quien hablaba de profecías que debían imperativamente cumplirse en un futuro hecho de mito y fábula. El padre jesuita Antonio Vieira también habló de sucesos que encarnarían en un tiempo llamado futuro. Los franciscanos por su parte propagaron, en tierras de Portugal, la palabra del evangelio eterno y del Espíritu Santo. Las ideas del milenio hicieron fortuna en la antigua Lusitania y fue desde una perspectiva milenarista que Fernando Pessoa trató de comprender el caso Bandarra en sus textos reunidos con el título de Sobre Portugal.

La referencia a las ideas de Bandarra es imperativa si se busca tener una idea sobre la naturaleza de las preocupaciones esotéricas de Pessoa. En el Tercer Cuerpo de las Trovas se alude a las "altas profecías", y en ellas se anuncia el regreso de Don Sebastián en un periodo que su ubica entre 1878 y 1888. 1888 es el año del nacimiento de Fernando Pessoa, quien a su vez anunciaba la aparición de un Supra Camões para esas fechas. De Bandarra al padre Vieira, señala Centeno, se afirma una tradición que es para Pessoa la tradición genuinamente lusitana. Afirma el poeta:

Que Portugal tome conciencia de sí mismo. Que rechace los elementos extraños. Que haga a un lado a Roma y a su religión. Que se entregue a su propia alma. En ella encontrará la tradición de las novelas de caballería por donde pasa, próxima o remota, la Tradición Secreta del Cristianismo, la Sucesión Super-Apostólica, la Búsqueda del Santo Griaal. Todas estas cosas, necesariamente dadas con misterio, representan la verdad íntima del alma, la conversación con los símbolos.


Debe destacarse la importancia que Pessoa atribuyó a las novelas de caballería donde residía, según él, la tradición secreta del cristianismo. La creación literaria fue para Pessoa una de las fases del misterio iniciático. Misterio que subyace en Mensaje, en el diálogo profundo entre los poetas que constituyen el elenco de su heteronimia. Caeiro responde a Search y a Pessoa ortónimo, rechazando el misterio que a ellos les intriga ("Constitución íntima de las cosas.../ Sentido íntimo del Universo.../ Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada"); y Campos respondiendo a Caeiro al decirle que un presupuesto es tan natural como un árbol ("Un presupuesto es tan natural como un árbol/ Y un diálogo tan bello como una mariposa)", o al Pessoa a quien le dice que un momento determinado es el de una "¡Nueva Revelación metálica y dinámica de Dios!"

Se trata de dar cuerpo a varios cuerpos, a partir de un cuerpo único, de dar voz a varias voces, a partir de una sola voz. La iniciación, única y siempre la misma, que encontramos en el pensamiento filosófico como una actividad literaria, es la del desdoblamiento que en la creación se verifica desde el primer ser, el Adán primordial de gnósticos, cabalistas, alquimistas —todos los que se dicen herederos de una tradición hermética. Desdoblamiento, multiplicación, que sólo después de asumidos y agotados permiten la unidad.

El poeta, un adepto por excelencia de la filosofía hermética, tiene el deseo (más o menos reprimido) de esa época primigenia de la androginia perfecta. Pero sólo cuando se agota el mundo de lo posible puede soñarse con recuperarla.

En la infancia está el mundo en su unidad. Para Pessoa en la infancia se ubicaba el paraíso: en la infancia no hay división ni conciencia de división, pero el mundo cayó en la tentación y la infancia se perdió, de modo que sólo en la obra literaria era posible recuperar la unidad. El hombre es impureza y el poeta debe trascenderlo, la obra trasciende a la vida, y fue a esa trascendencia que Pessoa se entregó por entero.

En su Essay on Initiation (Ensayo sobre la iniciación), Fernando Pessoa escribió que el grado de Maestro es comparable a aquel en que se escribe poesía épica, dramática, y la fusión de toda la poesía, lírica, épica, lírica y dramática, en algo superior que las trasciende.

Fue esto, según Centeno, lo que siempre intentó Pessoa, y que, en su opinión, consiguió.

Para escribir ese ensayo, Pessoa se basó en los textos de Valentin Andrea (1586-1654), quien expresó una visión mística del lenguaje. Andrea habló de "escrituras mágicas" que sirvieron de base "a la elaboración de una lengua nueva que permite expresar y explicar la naturaleza de todas las cosas simultáneamente".

El simultaneísmo de la heteronimia es, para Yvette Centeno, un verdadero ejercicio espiritual no confesado. Y cita una carta que el poeta le envió a su novia Ofelia, el 29 de noviembre de 1920: "Mi destino pertenece a otra Ley, de cuya existencia Ofelita desconoce, y está subordinado cada vez más a la obediencia al Maestro que no concede ni perdona".

Pero Pessoa no explicó cuál era esa otra ley. Yvette Centeno especula sobre la naturaleza de esa ley y se pregunta si no será semejante a la de los cátaros, para quienes el casamiento es imposible mientras se exalta al amor. El catarismo presenta una visión dual del mundo e incorpora en su doctrina elementos maniqueístas y gnósticos. El mundo de aquí abajo es un mundo impuro. La perfección para los cátaros, así como para los gnósticos, supone la androginia, el regreso al estado del Adán primigenio descrito en el Génesis. El cuerpo sutil de este Adán debe ser glorificado, en detrimento del cuerpo material del otro, ya corrupto, del hombre. La carne es innoble e impura y la procreación sólo multiplica la impureza. La energía sexual debe ser usada para otros fines, el cuerpo debe ser sometido a una trasmutación para que alcance la cualidad de "cuerpo de diamante".

En los documentos de su legado, Fernando Pessoa alude muchas veces a la vía hermética que fue trasmitida a los Templarios a través de la llamada Iglesia gnóstica. Ésta es para él la verdadera Iglesia, y la vía hermética, la verdadera vía. En las páginas que recogen los libros Páginas íntimas e de auto-interpretação y Sobre Portugal, Pessoa hace referencia a la gnosis y a los gnósticos:

Esta herencia [la gnosis] no desapareció nunca. Reprimida, aplastada exteriormente, esa secta de ocultistas se volvió secreta, desapareció de la evidencia histórica, pero no de la vida. No es imposible encontrar, aquí y allá, evidencias históricas, de su permanencia secreta. Y esa permanencia ofrece aspectos de conflicto con el cristianismo oficial y sobre todo con lo católico. A la par del cristianismo oficial, con sus varios misticismos y ascetismos y sus diversas magias, nosotros notamos episódicamente que asciende a la superficie una corriente que data sin duda de la gnosis (es decir de la unión de la cábala judía y el neoplatonismo) y que a veces aparece bajo el aspecto de los caballeros de Malta, o de los templarios, a veces desaparece para volver a surgir con los rosacruces, para, finalmente, surgir a la superficie bajo la forma de la masonería. Los masones son los descendientes remotos, según una tradición nunca rota, de los esotéricos que componían la gnosis. Las fórmulas y los ritos masónicos son nítidamente judíos; el sustrato oculto de esos ritos es nítidamente gnóstico. La masonería derivó de una rama de los rosacruces.


Parecería absurdo citar esta subcorriente cristiana, si la importancia de ella en la historia no fuera, a pesar de estar oculta, enorme. Actuó con gran fuerza durante el Renacimiento y la Reforma; su ingerencia en la Revolución Francesa es destacada... La moderna manifestación de los sistemas ocultistas, notable sobre todo por la importación, en los países de lengua inglesa, del llamado budismo esotérico, atroz amalgama de supersticiones salvajes, de humanitarismo decadente y de gnosticismo atropellado, trae otra vez a la superficie los restos de la tradición oculta de la gnosis que persistía en Europa.

La misma Centeno señala que el poema "Eros y Psique", de 1934, contiene un epígrafe tomado del Ritual de Gran Maestro del Atrio de la Orden Templaria de Portugal, en el que se señala una vía y una revelación. No era la primera vez que Pessoa escribía un poema como ese. En 1930 había escrito "El último sortilegio". Sobre este poema, Pessoa le escribió una carta a su futuro biógrafo, Gaspar Simões, fechada el 16 de octubre de 1930, en la que le comenta que el poema representa una especie de "magia de trasgresión". Y añade que hay otros sortilegios como "Lucifer, que va más allá de éste en esta misma dirección; se trata de algo ya antiguo. La misma nube —dice Pessoa— se cierne sobre los cinco poemas que llamé `Más allá de Dios', y que escribí hace mucho tiempo". Y negándose a dar explicaciones, concluye: "De veras y realmente, no puedo darle ninguna explicación sobre la génesis particular de este poema. Sobre la génesis de esa orden de poemas tal habría algo qué decir. Pero eso no tiene interés estético ni psicológico".

A pesar de lo que dice Pessoa, los poemas tiene un gran interés religioso y filosófico. Lo que se oculta tras estos poemas es lo oscuro; que el poeta tuvo gran aprecio y se empeñó en no divulgar, es algo de lo que no queda duda. Al leer "Eros y Psique" con atención, y al leer la documentación hermética que se halla en su legado, Yvette Centeno propone una hipótesis: la Princesa dormida de su poema y la iniciación que en el poema se narra, son el eco de la leyenda maniqueísta en que el amante, al ser iniciado, es recibido por una joven que le dice: "soy tú mismo". Es interesante comparar este final con el final del poema de Pessoa:

Y ve que él mismo era
La Princesa que dormía.

 
Manuel Marín, Montaña, aguafuerte y agua tinta, 30 x 30 cm, 2003  
 
 
 
 
 
 
   
Ivonne Domenge, Mandala laberinto
aguafuerte, agua tinta y chinecole,
30 x 30 cm, 2004
Y señala Centeno:
Esta antigua raíz antigua, maniqueísta, y otras formas de gnosticismo y catarismo más recientes, explican tal vez parte de la difícilmente explicable filosofía de Pessoa, hermética, sin duda, pero con una multiplicidad de sentidos, sólo comparables a lo múltiple de la heteronimia. Explica también su rechazo al matrimonio, la obediencia a una Ley superior. Y la apagada presencia de la mujer en su obra. La mujer es la memoria, no tiene verdadera realidad. Y la memoria apunta sólo hacia la madre, el receptáculo de la infancia.


Y recordemos que Pessoa nunca pudo superar el sentimiento de orfandad que le provocó el hecho de que su madre hubiera contraído nuevas nupcias luego de su viudez, y que el padre, por su muerte temprana, quedó como la figura inmaculada. La única realidad que de verdad le interesó a Pessoa fue la del sueño construido con un pensamiento oculto. Mediante la alquimia del verbo intentó, entre otras cosas, ir a la búsqueda de un tiempo perdido, a la conquista de una quimera.•

*Miguel Ángel Flores es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Sus libros más recientes son Umbral y memoria (México, UAM-Aldus, 1999) y un volumen en la colección Material de Lectura de la unam. En la actualidad reside en China.