DECLARACIÓN

José Odilón Cárdenas Hernández*

No estamos aquí para obtener o demandar o cumplir, sino para consentir gregariamente la verdad de la luz y oír el tosco ruido de los cascos retumbando en la tierra.

Como otros, comenzamos por el final, y asistimos con gesto funerario a la inseminación y al trueque de báculos y estafetas gastadas por el uso.

En nuestras preferencias, se cuenta el olvido y la retahíla de palabras mal pronunciadas, el hosco apartamiento, la interrupción de viajes y la extinción precoz de las especies.

Sordos y otros con taras ocultas acuden a esperar alivio nocturno, vencimiento de plazos, fechas en que expiran ciclos calamitosos, mientras el polvo sideral o el planeta, o el periplo o la remota estrella.

En consecuencia, prosigue, ocurre, asciende la señal que no es vista y en las ciudades, hombres comunes se levantan como en un día cualquiera.

El mismo duelo está gastado en el perímetro del vuelo a media altura, del pájaro que finge ser paloma y es descubierto y cae, en sueños, sin dejar de caer y sin mensaje a nadie destinado.

De la misma forma, al encontrarse levantando la ceja, arqueando, en virtud de atavismos, los humanos de mirada felina también acechan en las ventanas, ávidos de vernos en los otros, víctimas de nuestras propias presas.

Los alguaciles ahora mismo con su gesto, los jardineros de mañana, los actuarios documentalmente, los prensistas despedidos, los dentistas en olor de santidad: democráticamente unos contra otros, en paz, manifestamos lo que es patente.

14 de octubre de 1996

* José Odilón Cárdenas Hernández, (Guadalajara, Jal., 1943). Poeta y periodista. Estudió comunicación en la Universidad de Navarra, Pamplona, España, y ha impartido clases en diversas universidades. Colaborador de Uno más Uno y de El Universal, en fecha próxima se publicará su poemario Efectos personales, de donde está tomado este poema.